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Premios Goya 2022
Mejor película: ‘El buen patrón’ | Mejor dirección: Fernando León de Aranoa | Mejor actor: Javier Bardem | Mejor actriz: Blanca Portillo | Mejor dirección novel: Clara Roquet
Palau de les Arts
Av. del Professor López Piñero 1 València
Sábado 12 de febrero de 2022
‘El buen patrón’, de Fernando León Aranoa, acaparó seis Premios Goya, menos de los previstos y de los que salió de vacío Pedro Almodóvar con su ‘Madres paralelas’, en una gala celebrada en el Palau de les Arts de Valencia, tierra natal de Luis García Berlanga, a quien se pretendía homenajear por el centenario de su nacimiento, saliendo prácticamente de tapadillo, como si fuera pólvora bufada.
El empacho sentimental por tanto discurso emotivo fue aligerado por obra y gracia de dos grandes actores: José Sacristán, recibiendo el Goya de Honor, y Cate Blanchett, primer Goya Internacional, cuyas intervenciones fueron como chispazos en la noche de un sopor general. También Javier Bardem, premio al mejor actor, y Clara Roquet, mejor directora novel, destacaron: el primero, por su magnetismo cada vez que sube a un escenario, y la segunda, por las cuidadas y bien medidas palabras, en medio de tanta mención pueril.
Pero vayamos por partes. Todo comenzó horas antes. “¡Macarena [Gómez], venga, adentro!”, “¡Blanca [Portillo], guapísima!”, “¡Ayyy, Petra [Martínez]!”. Y así, sucesivamente, iban organizando la entrada al photocall quienes pautaban, con una larga lista, el acto glamuroso de la alfombra roja. Actores y actrices, con sus mejores –y, en ocasiones, refulgentes– galas templaban nervios atusándose el cabello o cuidando que todo en sus trajes o vestidos estuviera en su sitio. Un descuido sobre la alfombra roja da la vuelta al mundo en cuestión de segundos.
Los Premios Goya 2022 calentaban motores en un Palau de les Arts abarrotado. En la sala de prensa (“qué cutre, ¿no? Y las pantallas, ¡qué pequeñas!”, soltaba una periodista), también velaban armas quienes luego darían cuenta de lo sucedido en la gala. Arriba, en el photocall, se acumulaba la algarabía bajo los focos de los reporteros gráficos; abajo, apenas se oía el teclado de los ordenadores, a la espera de noticias con las que ir confeccionando la crónica de unos premios sobre los que se cruzaban apuestas.
“A mí Almodóvar me da que ha patinado”. “’El buen patrón’ y ‘Maixabel’ son mis favoritas”. “¡Eh! No te olvides de ‘Libertad’, que puede dar la sorpresa”. “Clara Roquet lo que es seguro es que se lleva el de dirección novel”. Las apuestas no iban desencaminadas, como se pudo comprobar después. Así era la porra entre los periodistas cuando las pantallas de televisión de la sala de prensa, inusualmente apagadas ya cerca de las 20:30, se encendieron, gracias a la diligente intervención de Mariola Cubells.
Al final, las seis pantallas de televisión que rodeaban a los periodistas fueron arrojando las imágenes que, instantes después, traducían ya en directo la emoción de los premiados. Emoción que, en algunos casos, llegaba al paroxismo, ya sea por los nervios o las insufribles menciones. Paroxismo que alcanzó cotas sublimes cuando Pedro Almodóvar hizo un gesto con la mano, de forma subrepticia, para que el público se levantara de sus asientos con el fin de aclamar a Cate Blanchett, Premio Goya Internacional 2022.
Blanchett, además de elevar el nivel discursivo de la gala, hasta ese momento por los suelos dada la carga emotiva de los premiados, elevó a Pedro Almodóvar a los cielos del olimpo cinematográfico, a quien comparó con Todd Haynes o Martin Scorsese, olvidándose de Woody Allen, director con el que logró el Óscar por su papel en ‘Blue Jasmine’. Con Almodóvar trabajará Blanchett próximamente en la adaptación de la novela ‘Manual para mujeres de la limpieza’, de Lucia Berlin.
Almodóvar adquirió en ese momento el protagonismo que los académicos le negaron, por entender que su ‘Madres paralelas’ no daba la talla para alzarse con el Goya a la mejor película. También sus “chicas” [Penélope Cruz, Milena Smit y Aitana Sánchez Gijón] se fueron de vacío, aunque brillaran en su paso por la alfombra roja, sobre todo Penélope Cruz, al lado de su marido Javier Bardem, ambos exultantes camino de los Óscar de Hollywod.
Luego todo siguió por la misma vía, chirriando las traviesas del acto cada vez que algún premiado emitía palabras envueltas en lágrimas. El filósofo Gregorio Luri le ha llamado a esta deriva emotiva “la mermelada sentimental”. ¿Tanto les hubiera costado a los galardonados preparar unas palabras más densas y menos líquidas, de forma que el cine por el que eran premiados alcanzara la altura merecida?
Luis García Berlanga, a quien estaba dedicada la gala con motivo del año de su centenario, se hubiera ido despavorido. Menos mal que Clara Roquet, sin florituras, de manera sencilla, detuvo la caída libre saliendo a recibir el premio a la mejor dirección novel, dando la razón al periodista que lo vislumbró pocas horas antes. Lo de Roquet, sin duda, fue la crónica de un galardón anunciado.
¿Y tú aparte de hacer cine a qué te dedicas? Esta fue la pregunta con la que Mariano Barroso, presidente de la Academia de Cine, empezó, ahora sí, su discurso, cuestión que le formuló un vecino de su barrio y que a él le sirvió para poner en valor una profesión que, a nivel popular, no se vive como tal. Su reivindicación del cine, con una tasa de paro entre los actores del 90 %, en el trasfondo de una gran intermitencia laboral, concluyó aludiendo a José Sacristán, la cara del cine español, a quien Joaquín Sabina lanzó después un ¡viva el cine español!
Y a todo esto, Berlanga brillando por su ausencia, quizás retirado al ver tanto sopor y tanto discurso mediocre, salvo contadas excepciones. Una de las más sonadas, la de José Sacristán, que le dio de pronto un respingo a la mortecina gala con su voz atronadora, recibiendo el Goya de Honor. Fue precisamente entonces cuando apareció, casi de refilón, Berlanga para decir que su rasgo más característico era la contradicción.
Y así, entre contradicciones, por los saltos entre la sosedad general y el brillo de algunos ilustres, fueron cayendo los premios al mejor actor, Javier Bardem, por ‘El buen patrón’; mejor actriz, Blanca Portillo, por ‘Maixabel’; mejor director, Fernando León de Aranoa, y mejor película, otro galardón más, ‘El buen patrón’, alcanzando los seis Goyas. Ángela Molina, a quien antes dio paso Antonio Banderas online desde Málaga, despidió la gala ahora con un ¡viva Valencia!, trayendo a colación unas frases de Berlanga a modo de pegote final.
Como en su película ‘¡Bienvenido, Mister Marshall!’, pasando los americanos como una exhalación por el pueblo de Villar del Río, también en los Goya 2022 fueron pasando los minutos sin que apenas quedara rastro del anunciado homenaje. Mariano Barroso lo anunció diciendo que la gala estaría salpicada de evocaciones al autor de ‘Plácido’. Y lo estuvo, si por salpicada entendemos dos o tres fruslerías para contentar a la parroquia. Diríase que ‘El buen patrón’, haciendo de ‘El verdugo’, hubiera dejado sin trabajo a Berlanga el día en que los Goya pasaron con más pena que gloria por Valencia.
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