Monique Bastiaans

#MAKMAArte
‘El resto del mundo’, de Monique Bastiaans
Galería MOA. Arte Contemporáneo de Alarcón
Palacio de Castañeda, parte del edificio que albergó en su día el Museo Miguel Ourvantzoff (Museo del
Ruso)
Capitán Julio Poveda 21, Alarcón, Cuenca
Del 3 de junio al 8 de julio de 2023

«Debemos respetar el mundo animal, los animales también sienten y padecen al igual que nosotros» (Arthur Schopenhauer)

En las últimas décadas –si no siglos– hemos podido constatar cómo el planeta (y todo lo que en él, con o sin vida, reside) sufre la codicia de una especie dominante. Observar el mundo que habitamos con todos los sentidos nos hace ser conscientes de la necesidad de un cambio, a la vez que nos sume en una tristeza basal y de forma antagónica una alegría exultante.

Desde los años sesenta diferentes artistas han realizado sus obras en comunión con el medio ambiente, utilizando la Naturaleza como parte de su creación: modificación de la topografía, utilización de telas, piedras y luces en simbiosis con el entorno vegetal y animal o incluso intervenciones sobre obras arquitectónicas. Andy Goldsworthy, Christo y Jeanne-Claude, Anish Kapoor, Rebeca Horn…

La obra artística de Monique Bastiaans, realizada en muchas ocasiones en la Naturaleza, da una muestra de la sensibilidad de la creadora frente a temas como la feminidad, el medio ambiente, la religión o las especies. Se trata de una producción artística con una gran carga poética a la vez que efímera.

Visitando la exposición de Monique Bastiaans, ‘El resto del mundo’, se puede tener la sensación del carácter circunstancial de nuestra existencia, de lo efímero que resulta todo, quizá de la poca significancia de cada persona en el Universo. No somos más que un engranaje más de esa gran maquinaria que es el planeta.

‘El resto del mundo’, de Monique Bastiaans, en Galería MOA de Alarcón. Foto: Alba Eva.

Monique, da la sensación de que tus obras salen de un vacío muy lleno, quiero decir que salen de tu compromiso con el planeta y el lugar que ocupa el ser humano en él. ¿Cómo surge y se elabora tu proceso creativo?

Es cierto, estoy en un momento que relativizo mucho la importancia de nuestra existencia y el lugar que los humanos ocupamos aquí en la Tierra. Nos estamos alejando de la Naturaleza de la cual también formamos parte y eso, quieras o no, nos pasa factura tanto a la sociedad como a las personas individuales. Vivo en el campo y cada día observo y aprendo de esa Naturaleza.

El espectáculo multimedia más imponente es el que ella misma nos ofrece. Una obra infinita en constante flujo y transformación, repleta de sorpresas. Es mi eterna fuente de inspiración, no solo formal y existencial sino también estructural.

Caminando, viajando, o en mi estudio, de repente, me aparece visualmente una idea o una asociación con lo que estoy viendo. La apunto. Mi estudio está lleno de objetos que he ido recogiendo en la Naturaleza o en otros lugares. Tengo la costumbre de verlo todo ampliado a un tamaño enorme.

Empiezo a hacer dibujos, bocetos y pequeñas maquetas, jugando con lo que tengo a mano, mientras procuro estar siempre abierta a todas las casualidades que ocurren. Crear = Jugar. Todas mis obras la reinterpretan.

‘El resto del mundo’, de Monique Bastiaans, en Galería MOA de Alarcón.

Cada obra requiere un material específico según lo que quiero transmitir, y según su ubicación, dentro o fuera, suspendido o en el suelo, etcétera. A veces fabrico mis propios tejidos, investigo e invento mis propios materiales según lo que quiero expresar en cada obra.                                                          

Procuro que en obras grandes una mirada global perciba formas y proporciones atractivas, pero, además, de cerca la obra tiene que seguir siendo interesante, por eso cuido los detalles de la piel que es la expresión matérica, y con eso el tacto. Hay inquietudes que llevan años presentes de manera latente y resurgen de vez en cuando, como la diosa-insecto.

Tus obras se diferencian mucho entre ellas, dependiendo de si se trata de una exposición –intervención– en la Naturaleza o si se trata de una exposición museística. ¿También el proceso creativo difiere mucho, o tienen en común más aspectos de los que parece?

¿Tan grande es la diferencia? Las obras en la Naturaleza y en espacios públicos me dan sorpresas que nunca ocurren cuando expongo en el interior. En este sentido, las obras en el exterior son más vivas y me llegan a sorprender más porque hay factores ambientales que no controlo.

En todos los casos, me interesa el diálogo entre la obra y el entorno porque se influyen mutuamente. En ambos lugares suelo ‘escuchar’ lo que un espacio me cuenta para proporcionarme ideas. Puede ser la historia de aquel lugar, su aspecto o la geografía del paisaje, etcétera.

En la Naturaleza, mis obras con sus formas orgánicas llegan a formar parte de ella y se encuentran en su hábitat natural con lo cual el lugar potencia la obra y viceversa, es una mutua relación. En las intervenciones en la Naturaleza nunca puedes decir dónde termina la obra porque todo el paisaje alrededor está involucrado.

Una de las obras de la exposición ‘El resto del mundo’, de Monique Bastiaans, en Galería MOA de Alarcón.

Me intrigan los movimientos que pueda provocar el viento. Así, creo obras que son como juguetes para el viento. Según su intensidad, la obra se moverá de una manera u otra; los movimientos en el exterior son sorprendentes e incontrolables. El diálogo es completo: yo instalo una obra y la Naturaleza me contesta.

El proceso creativo para una obra en el exterior o en el interior es similar, pero uno de los primeros requisitos para una intervención en el exterior es la investigación y las pruebas de los materiales. Monto una muestra en una parte amplia de mi jardín para ver cómo reacciona al viento, al sol y a la lluvia, cómo es de resistente y de duradero.                                                                        

Quiero mencionar que tengo una debilidad por lugares no convencionales de exposición, los lugares degradados y estropeados me atraen. Me es más fácil dialogar con ellos porque dejan ver el pasado y me cuentan muchas historias. Tienen olor, otro componente con el cual conecto y me inspira.

En cierto aspecto, el carácter efímero de muchas de tus obras me recuerda esos poemas que Raúl Zurita dibujó en el cielo de Nueva York con el humo de un avión en 1982. Se puede tener la percepción o la creencia de que las obras de los artistas son creadas para perdurar siglos. En tu caso es casi lo contrario. ¿Cómo siente el artista esta fugacidad de su obra? ¿Da pena ver el deterioro de la obra hasta su desaparición o integración en el paisaje, o se siente como un proceso natural?

Pienso que hoy en día los artistas no crean sus obras con la idea que vayan a perdurar siglos, yo por lo menos no comparto esta idea. Una de las grandes lecciones de la Naturaleza es la fugacidad inherente a todas las cosas y su carácter intrínseco de cambio constante.

Siento lo efímero de mis piezas como un proceso natural, como un atardecer que no puedes fijar; es precisamente la fugacidad que le da belleza y profundidad. Admito que en tiempos de mucha demanda expositiva me decía a mí misma: ¿Por qué no haces obras que puedes volver a exponer después? Las obras efímeras las tengo que volver a elaborar si las quiero mostrar de nuevo.

Creo que la fugacidad de la obra deja una huella más profunda por la imposibilidad de volver a presenciarla. La convierte en una vivencia irrepetible y memorable que invita a valorar el momento presente y a sumergirte en la experiencia. Prefiero que mis obras públicas sean efímeras, porque dejan una imagen en la memoria de los visitantes que resulta más íntima, más secreta y personal.

Aparte de las vivencias del público hay otro aspecto más practico: una ventaja de las obras efímeras es que después de la exposición el entorno recupera su estado original, con lo cual el artista es más respetuoso con ese entorno y, además, ofrece la posibilidad a otros de exponer en el mismo lugar.

Varias piezas de la exposición ‘El resto del mundo’, de Monique Bastiaans, en Galería MOA de Alarcón.

Las piezas de esta exposición, pese a recordar en sus formas a insectos o animales, tienen cierto aspecto femenino… ¿Se trata de una reivindicación consciente debido al momento histórico-cultural en el que estamos inmersos, o más bien sale del subconsciente? ¿Qué materiales utilizas para tus obras, cada uno tiene una historia particular?

Me sale más bien del subconsciente. Para mí las diosas-insectos representan una afirmación y reivindicación de lo femenino. Siento la asociación estrecha de la diosa y la mujer con las fuerzas primordiales y esenciales en la creación.

Los insectos de por sí me han intrigado desde siempre por su increíble poder de transformación y evolución. En las obras de las diosas enmarcadas se establece una metáfora al comparar esas diosas con insectos exóticos capturados, disecados y enmarcados, evidenciando las limitaciones impuestas a las mujeres en ciertas culturas y sociedades.

Una parte de los materiales utilizados en las obras de esta exposición son objetos encontrados de la Naturaleza y sí, tienen una historia particular: las palmeras, las piteras y las chumberas de mi jardín habían muerto, pasto de diversos insectos. Decidí no tratarlas con insecticidas porque considero que estas plantas no me pertenecen realmente. No más que a esos insectos que las consideran un manjar y que tienen tanto derecho a ellas como yo.

Asumo que esta es otra perspectiva de la realidad, igualmente válida que la mía. Recogí todas las hojas de las diversas plantas que se habían muerto y las utilicé para crear ‘diademas’ con antenas que evocan los trofeos de caza, pero en este caso son los insectos quienes han sido los cazadores.

El manjar natural de los insectos inspira el símbolo de trofeo y concluyo que tanto los insectos (metafóricamente) como los humanos desarrollamos trofeos. He transformado las hojas de las plantas muertas y les he dado una segunda vida. En Holanda hay un dicho: De één zijn dood is de ander zijn brood (la muerte de uno es el pan de otro).

Una mujer interactúa con una de las piezas de ‘El resto del mundo’, de Monique Bastiaans, en Galería MOA de Alarcón. Foto: Alba Eva.

Viendo tus obras recuperé un sentimiento que ya había vivido al ver una exposición de Louise Bourgeois en el museo Guggenheim de Bilbao. ¿Crees que existe cierta proximidad entre ese mensaje claustrofóbico de las celdas de Bourgeois y algunas de tus obras?

En un principio creo que no, pero cuando hablas de una tristeza basal y alegría exultante que experimentas viendo esta exposición, empiezo a dudar. Mi obra suele ser lúdica a la vez que reflexiva. Abordo temas serios de manera ligera para llamar la atención, tomar conciencia y reflexionar sobre ello, pero sin hundirnos más en la gravedad del asunto. Pero quizás he subestimado el grado de desolación que puede producir mi obra.

Me invade un sentimiento de impotencia viendo la deriva de los ecosistemas y la biodiversidad y a la vez entiendo que todo es cíclico. Todo en la Naturaleza y en nuestras vidas tiene un movimiento de expandir y encoger, desde nuestra respiración hasta el universo, estamos en continua transformación.

¡Ojo! Este entendimiento no significa que no proteste y me rebele ante mentiras e injusticias a nivel político, social y medioambiental. Quizás la Naturaleza nos lo puede explicar mejor con un ejemplo: un árbol muerto se transforma en una explosión de vida, una reserva de microorganismos.

Estos son el último eslabón de la cadena alimentaria y, a su vez, el primer eslabón del ciclo de la vida. La muerte es una parte esencial de la vida, es una fuente inagotable de transformación y regeneración.

El entorno paisajístico de Alarcón es un contenedor maravilloso para una exposición tan relacionada con la Naturaleza. Pese a no tratarse de una intervención del paisaje, en cierta forma, es como si sí que lo fuese. Uno siente que ha merecido la pena recorrer estos kilómetros para ver la exposición. ¿Cuáles son tus nuevos proyectos y cómo podemos saber de ellos?

Es innegable que el entorno natural de Alarcón conecta perfectamente con la exposición, pero también lo hace el entorno arquitectónico circundante. Una imagen que personalmente me encanta es el conjunto de la exposición vista desde el exterior en combinación con la fachada de la galería.

Tengo varios proyectos previstos, tanto en el extranjero como cerca de Valencia. Ya los iré publicando en Instagram.

www.moniquebastiaans.com

Instagram: @moniquebastiaans

Monique Bastiaans, en su exposición ‘El resto del mundo’, en Galería MOA de Alarcón. Foto: Alba Eva.