Jose Antonio Picazo

#MAKMAArte
Entrevista con el artista Jose Antonio Picazo
Picazo Studio
Sevilla 17, València

A mediados de septiembre tuvo lugar la inauguración de Picazo Studio, el nuevo espacio del artista de origen francés Jose Antonio Picazo situado en la calle Sevilla, en pleno corazón del barrio de Ruzafa.

Durante años, el estudio de Picazo estuvo integrado en el Sporting Club Russafa, pero en 2023 decidió dar el salto –cuando un artista realiza estas acrobacias parece estar dando un salto al vacío– y ocupar un lugar propio en el que sus obras pueden exponerse de una forma más visual y, a su vez, puede realizar sus proyectos con más comodidad.

La obra de Picazo, con influencias del constructivismo ruso en cuanto al uso de diferentes materiales y la integración de la tecnología, ha ido evolucionando con los años y retroalimentándose (como él mismo dice) a sí misma. Ha sido expuesta en distintos países, como Francia, Irlanda, Estados Unidos y España, en museos, galerías, espacios y fábricas abandonadas.

Su mirada artística reposa en el paso y uso del tiempo y se posa en las actividades y costumbres de la sociedad, en los cambios de hábitos y en cómo el tiempo define no solo el deterioro de los espacios, fábricas y entornos, sino también los ritmos de vida. Su obra, de gran tamaño, define a la perfección la simetría, las repeticiones, los agobios y la falta de espacio de una sociedad sobreexplotada debido a la revolución industrial.

Es curioso que en toda la historia de la humanidad únicamente se reconozcan tres revoluciones: 1) la revolución agrícola o neolítica ocurrió hace más de 10.000 años y significó el cambio de una sociedad nómada cazadora y recolectora a una sociedad urbana y comerciante. 2) La Revolución Industrial comenzó a mitad del siglo XVIII y fue un proceso de transformación económico, social y tecnológico en el que se introducen las máquinas en los procesos productivos y se crean las grandes fábricas, cambian las comunicaciones y el proletariado se organiza en sindicatos. 3) La revolución tecnológica es la que está ocurriendo en la actualidad y se define, fundamentalmente, por el uso de la informática, Internet y la IA.

La obra de Picazo, inicialmente, se centró en la Revolución Industrial y cómo el deterioro creado por ella en las personas y los espacios condiciona el modo de vida. Se trata de una obra de grandes medidas expuesta, fundamentalmente, en espacios abiertos. Actualmente, su obra ha evolucionado de esos grandes formatos, que recuerdan fábricas o esqueletos deteriorados y oxidados de ellas, a pequeñas obras realizadas mediante impresión 3D. Sigue, de esta forma, ahondando en ese espacio-tiempo que acompaña al ser humano desde sus inicios como especie.

En el estudio de Picazo podemos deleitarnos con esa evolución, conversar con él o incluso entender, más si cabe, cuáles son sus motivaciones artísticas. Con suerte no nos quedaremos absortos viendo cómo una decena de impresoras se mueven de manera asíncrona realizando una especie de danza dadá que se convertirá en distintas obras futuras.

Conjunto de cajas en impresión 3D con animación en tablet, de Jose Antonio Picazo.

José, explícanos las razones que te llevaron a realizar ese cambio de soporte, que nos adelantan un par de siglos desde las fábricas textiles hasta la IA.

Es verdad que un principio pintaba (y pinto) en acrílico sobre tabla con un lenguaje propio, inspirado, efectivamente, en el constructivismo, en el movimiento geométrico de los países del Este, en artistas de América del Sur unidos por la Colección Patrica Phelps de Cisneros, pero también en artistas como Kupka, Anthony Caro, Sol Lewitt, etc. Pero el fondo reside en la observación de la sociedad y sus ritmos tan marcados por la Revolución Industrial, como bien citas, y que siguen marcando nuestra forma de vivir. Por lo tanto, ese es mi lenguaje, mi forma de expresarme y con esto me manejo en los diferentes soportes que utilizo.

El mensaje es lo que determina el soporte. Por ejemplo, en las obras que realizo sobre cartón reciclado quería hablar de la transformación de la sociedad; elegí ese material porque es un material en transformación, cogido entre el momento en el que tiramos los cartones en la basura y antes de que se prense para que quede un nuevo cartón totalmente limpio. En este punto intermedio adquiere unas curvas muy interesantes que le dan un carácter etéreo.

Por otro lado, está pintado con colores translúcidos donde las estructuras se pierden y se mezclan para así generar nuevas estructuras de la sociedad. Esto se desarrolló en una época menos convulsa, anterior a la covid y también poscovid. Está más enfocada al discurso ecológico, a un movimiento naciente de androgenización de los géneros que se perdió posteriormente, pero que me interesaba mucho sobre los caminos que íbamos cogiendo como sociedad. Pero, al final, uno se da cuenta que esa transformación es realmente permanente.

Por otro lado, tengo obras realizadas en impresión 3D y con una animación que aparece detrás en una tablet. Que pretenden hablar de la perdida de lo palpable. Es decir, que actualmente ni nos planteamos escribir cartas sobre papel, se escriben en una pantalla digital, hasta la ropa ya se compra sin ni siquiera tocarla. Es por eso por lo que he querido reunir en una misma pieza estos dos elementos, lo palpable y lo no palpable. Una parte en impresión 3D y una parte en digital.

También están las piezas trabajadas con luz, con superposición de capas de un polímero y capas de estructuras en madera, donde quería hablar de la dificultad de saber cuál iba a ser nuestro futuro, puesto que se realizó durante las épocas más duras de la covid. Lo que hacen las capas de polímero es difuminar, a la manera de un sfumato, las capas de estructura, generando así una especie de miopía en el espectador que representa esta dificultad de ver el futuro. Como anécdota, nunca se pudo ver esa exposición puesto que fue cancelada justo cuando se acabó de montar, por motivos debidos justamente a la covid.

También he usado palets para hablar del peso de nuestro sistema o telas sin preparar para hablar del aspecto primitivo de una sociedad con hábitos ya caducos. Pero no me voy a extender más para no hacer esta entrevista tan larga.

Pese a ese cambio de tamaño, técnica, soporte, materiales y ejecución, tus obras siguen mostrando esa falta de tiempo, repetición de comportamiento, ese (de alguna forma) comportamiento maquinal de la sociedad. Vistas las similitudes, ¿qué diferencias existen entre estas dos formas de abordar las mismas ideas?

Al final, la intención es siempre la misma, hacer como un paisaje abstracto de lo que observo, a la manera de un paisaje romántico inglés, pero con mi lenguaje y el soporte es clave a la hora de expresarse. También tiene otra virtud: es que te lleva por otros caminos estéticos, que son apasionantes, a descubrir, aprender a manejar y a desarrollar.

Por lo tanto, no lo vivo realmente como una diferencia entre una cosa y la otra, sino que en vez de dejarme llevar por un elemento como la pintura, me dejo llevar por los diferentes materiales o tecnologías que se cruzan en mi camino. Aún así, no me considero un artista tecnológico o digital, es más, mi intención es volver pronto a la pintura para volver a la raíz y encontrar nuevas fuentes de inspiración.

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Después de tantos años en el Sporting Club Russafa, ¿cómo te encuentras en este estudio tan grande y solo para ti?

Para empezar, el Sporting es un lugar fundamental en el tejido cultural valenciano, lleva veinte años organizando exposiciones, obras de teatro y escénicas en general, presentaciones de libros y un largo etcétera. Es, prácticamente, mi lugar de nacimiento artístico. Por lo tanto, dejarlo (aunque sigo siendo socio y animo a cualquiera que quiera apoyarlo a hacerse socio) no ha sido una decisión tomada a la ligera.

Me gustan los retos y surgió la oportunidad de poder ocupar este local que ahora es mi estudio y empezar una nueva historia, donde se plantean nuevos desafíos y el primero es poder mantenerlo, pero soy muy optimista en este sentido. Para contestar a tu pregunta, me encuentro actualmente muy a gusto y más si cabe después de la tan cálida acogida el día de la inauguración.

Desde la última vez que nos vimos en la exposición colectiva de las Atarazanas, ‘Arquitecturas deshabitadas‘, comisariada por MAKMA e inaugurada en marzo de 2023, he descubierto que tienes una cantidad enorme de impresoras 3D de diferentes tamaños. ¿Te sientes más identificado en la actualidad con este soporte y esta nueva forma de desarrollar tus inquietudes artísticas?

Realmente, lo que me llevó a la impresión 3D fue la voluntad de poder enseñar en volumen mis cuadros en la exposición ‘El pasado de nuestro futuro’, en la galería Onestudio, en el año 2016. Es decir, que aprendí esta tecnología para aplicarla al arte; a raíz de ahí, no dejé de usarla.

Dos años después, realicé, sin quererlo, la primera exposición exclusivamente creada con esta tecnología (‘Mecanizados’, en la galería de Valencia Onestudio, comisariada por Marip Guiennot), donde quería hablar del papel del ser humano en el modelo productivo y de la automatización, robotización (las IA todavía no habían aparecido con tanta fuerza). Quería hacer una exposición solo realizada por unas máquinas para hacer así hincapié en los verdaderos valores del ser humano como pueden ser su creatividad o su inteligencia emocional y no dejarlo en un papel de simple elemento productivo.

En el fondo, soy tecnófilo y creo que las máquinas nos podrían sustituir en muchos sectores para que el ser humano se pueda dedicar a ser más humano. Pero para esto tendría que cambiar el modelo económico y eso sí que lo veo más complicado.

En cuanto a identificarme más con esta tecnología, creo que me encuentro muy cómodo usándola como herramienta creativa; la considero un elemento más de expresión artística y estoy muy abierto a descubrir otras nuevas, pero la base de todo sigue siendo la pintura, es donde siento que la creatividad coge toda su plenitud.

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Observando estas impresoras trabajar no puedo dejar de pensar en el futuro incierto que le espera a la humanidad: muchas máquinas y pocas personas. ¿Crees que el uso de las inteligencias artificiales nos depara un futuro tan gris como el que nos muestran algunas series o libros?

El ser humano está en un permanente equilibrio entre el bien y el mal y las tecnologías que han ido apareciendo en el pasado lo han ido demostrando, se han usado tanto para una cosa como para la otra. Mi relación con la IA es, de momento, muy positiva, puesto que facilitan muchas cosas y, a su vez, me reconforta que en muchos casos mete la pata y demuestra todas sus debilidades, demostrando así que el ser humano todavía tiene el mando.

Cuando utilizo herramientas como MIdjourney, Dall.e o el propio Chat GPT, me fascina la capacidad que tiene la IA para generar imágenes o textos, son herramientas increíbles. Pero en ningún caso le he visto la posibilidad de aportarme algo en mi proceso creativo, es algo bastante más profundo que lo que pueden proponer estas herramientas.

Con el permiso de la cuestión ecológica, que si no se resuelve iremos contra la pared, inventemos lo que inventemos. Me sigue asustando más el big data y esta capacidad de recoger datos de nuestro día a día con tal facilidad a través del móvil, correos, navegaciones por Internet. Hace tiempo ya que hemos superado ‘1984’, de Orwell; ahora facilitamos nosotros mismos nuestros datos. No deja de ser muy sorprendente el camino que estamos tomando.

Para acabar, cuéntanos un poco qué esperas de este espacio. ¿Se trata de un lugar de trabajo, un lugar de encuentro, un espacio cultural o todo ello? ¿Has pensado desarrollar algún tipo de agenda cultural en él?

Con esta pregunta donde pasamos de cuestiones más globales a una cuestión más cercana; quiero aprovechar para hacer hincapié en la importancia tan fundamental que tiene lo cercano, lo más local y que tan poco solemos cuidar. Me gusta esta calle porque me aporta mucho más que todo lo que hemos podido hablar antes, se está convirtiendo en lugar cada vez más artístico.

Sigo tomándome el café todas las mañanas en el bar de la esquina –regentado por Nubia y su marido Alfredo–; soy aún más vecino de mi compañera de batallas artísticas Elena Martí, que tiene su estudio frente al mío; sigo teniendo a mis compañeros del Sporting cerca; sigo comprando mis materiales de pintura en Kowalski –regentado por Marcos–; sigo cruzándome con los vecinos del barrio; encuentro con mucha facilidad gente vinculada con el mundo artístico como tú, Ximo Rochera, y es un lugar donde se me puede encontrar fácilmente.

Así que, sí, espero que este sea otro lugar de encuentro. Desde luego, un espacio cultural donde se pueda generar una pequeña agenda cultural, aunque en un primer tiempo voy a tratar de levantar y afianzar este estudio. Es un espacio nuevo que todavía tiene que coger forma, pero que no ha empezado nada mal.

Jose Antonio Picazo
El artista Jose Antonio Picazo junto a una de sus obras en la exposición ‘Arquitecturas deshabitadas’. Foto: Fernando Ruiz.