Mario Pera

#MAKMALibros
‘sombría /estrella/ fugaz’, de Mario Pera
Eolas Ediciones, 2023

“Hay muchos mundos en el cosmos, pero hay más
dentro de nosotros”
Jean Giraud (Mœbius)

Sumergirse en un buen libro de poesía requiere, en ocasiones, de un esfuerzo por parte del lector. Se trata de un esfuerzo que suele traer asociada una recompensa.

Yo comparo la lectura del poemario ‘sombría /estrella/ fugaz’, de Mario Pera (Lima, 1981) como un viaje espacial particular. Debería el astronauta-lector prepararse para semejante experiencia; estar dispuesto a aceptar las propias contradicciones a las que se enfrentará. No será un vuelo fácil, pero la belleza que se encontrará cuando se encuentre este insólito astronauta en la mitad del cosmos no tendrá parangón.

Existe una suerte de determinismo cosmológico en este libro. Permanentemente, nos vemos enfrentados a algo, cuestionados: fauna/cosmos, vida/muerte, amor/dolor, deseo/fuego, astros/origen, negritud/vida, palabra/oráculo, poema/semilla…

'sombría /estrella/ fugaz'. Mario Pera
‘Rumbo solar’

“Vuelve a mí tu rostro sin ojos
vuelve el ruido del lápiz
arando una partitura en el papel
los límites de tu sombra en el abecedario de la sangre
disco negro que gira como un aura
en torno a tu cabeza
con el peso implacable del amor en tu pulso
y la mueca del armadillo moribundo
sobre tus labios
se acumulan nubes en la ventana y flores podridas en tu cuello
el galope de mi aliento busca tu origen
bajo mi cuerpo
danza la estrella
hace erupción
entre las ramas que atraviesan el cielo
como una escalera
hacia lo inevitable

Cae el trinar del ave
el humo del crepúsculo
en latigazos que se sumergen en la espalda
Puebla el rayo solar el sendero
la lentitud del nuevo día contra el suelo
ese bostezo que se abre como un grillete
al concluir la noche
arrugados los párpados por tu oscuridad
lavo las cenizas en tu dorso y descubro
el número áureo del lenguaje
de los cuerpos que se hallan en la luz de las partículas condenadas a fluir
a cavar por largo tiempo una sombra
en el vacío de la chispa

Vuelve a mí tu rostro sin ojos
el ruido del lápiz quebrando tu esqueleto
para sacar el polvo de la estrella
a distancia truena tu respiración
los átomos blancos que revolotean
abro pausado y alevoso una grieta entre tus piernas
y en ellas
alzo el puñal como un almendro de bronce
a punto de florecer”

Mario Pera
El poeta Mario Pera. Foto: Stephanie Bienes Granito.

Lo primero que se encuentra un lector siempre es el título. Como Arturo Borra comentó en la presentación del libro en València, se trata de un oxímoron muy sugerente y, a la vez, potente. Cuéntanos cómo llegaste a él.

Empiezo agradeciéndote por el interés en el libro. Los títulos de mis libros suelen causarme un dolor de cabeza casi siempre. No así de los poemas, que me suelen salir más rápido. Puede que se deba a una dificultad por englobar en una sola palabra, o conjunto de ellas, todo lo que encierra un grupo de poemas, por más que tengan un evidente vínculo entre sí sea de concepto, estilo, tiempo o temática.

Además, no me gustan los títulos directos o planos en su interpretación, me parecen aburridos. No llegué al título fácil. Es más, deseché un par de títulos que eran más comerciales, justo para evadir ello y el encasillamiento del libro por los lectores.

Es cierto que el libro contiene textos cuya mayoría giran alrededor de lo signado por los hados, la estrella propia que alumbra u oscurece nuestro camino y hasta diría del destino, pero no creo en este último como algo estanco, sino como algo que modelamos según nuestras decisiones y posibilidades.

El oxímoron me dio, entonces, la posibilidad de jugar con la metáfora, que es una de mis principales búsquedas en lo que escribo; y, siendo así, se trata de un título que se revela a los lectores de modos tan disímiles como la imaginación de cada uno dé.

Cuando los astronautas que han viajado al espacio son preguntados por su experiencia, una de las frases más repetida es que la negritud del universo es acongojante, sin embargo, de una belleza inimaginable. Sumergirse en la lectura de este poemario tiene algo de viaje espacial, quizá por todos los referentes astrológicos que utilizas combinados con la acongoja que provoca la vida misma ¿Cómo fue el proceso creativo?

Escribir textos con vocación poética tiene esa misma sensación, pues ingresas en un viaje interno casi a ciegas, reconoces a tientas lo que te viene a la mente y eso puede ser tan oscuro y acongojante, como bello y maravilloso. Así como la negritud y vastedad del universo presumo que aqueja a los astronautas (a mí, sin duda, lo haría, como la profundidad de los mares), tuve esa misma sensación porque, al escribir, también te sumerges en la vastedad de la hoja en blanco, pero, peor aún, te enfrentas a su claridad.

Si vas a romper la luminosidad del papel (o soporte digital) rayándolo con símbolos, más vale que sea por algo bueno, si alguna intención artística tienes. Y si ello, asimismo, no te acongoja, pues tenemos un problema. Muy serio, diría.

Este libro apela a una búsqueda del camino propio en lo que, supuestamente, está signado por el destino (que, por lo general, pensamos situado en el cosmos, las estrellas o sus constelaciones), pero que, al no considerarlo una pauta inevitable, una trayectoria ineludible, nos podemos rebelar e intentar crearlo, recrearlo, curvarlo al menos hacia donde queremos ir, o creemos que queremos. Tenemos el potencial para quebrar el álea iacta est.

El proceso creativo involucró mis experiencias vitales entre 2015 y 2019. De pensar todo perdido, irrecuperable, a recobrar ciertas expectativas volcado en la literatura, en la poesía. Intentar escribirla, pero, sobre todo, leerla, estudiarla, difundirla. No para salvarme, sino para mantenerme. Luego vino el trabajo de darle mil vueltas a lo escrito, cortar, cortar y cortar (porque menos siempre es más) hasta darle la mejor forma y ritmo que pude a los textos que presento. Reconstruir un horóscopo, oscuro, ennegrecido, en la luminosidad de la hoja en blanco para torcer las circunstancias y salir, seguir aún aquí, casi ileso.

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Existen en estos poemas algunos versos que he recibido como meteoritos estrellándose contra mi cabeza: “como una carnaza que alborota a los peces”, “como el escarabajo que apelotona el estiércol arrastrando el hedor de los días”, “cuesta ver morir a los árboles al escribir”, “herida que se abre como el maíz que se lanza a las palomas”. El lector no puede dejar de ver al escritor como el causante de esta especie de lluvia de meteoritos, pero quizás es el escritor el primero en recibir los impactos…

Me gusta la metáfora de los meteoritos, muy acorde con el libro. El escritor recibe primero los impactos, y no es fácil. Después limpia lo mejor que puede los escombros en la escena y la presenta al lector, como cualquier muestra artística plástica, solo que plasmada en grafía sobre el papel. Sin embargo, cabe al escritor recibir el impacto, luego trabajarlo, pulirlo, afinarlo para transmitirlo potenciado al lector en un segundo impacto, el que debe devastarlo pero no matarlo para obligarlo, o al menos inspirarlo, a que sea este último quien construya algo para sí desde la ruina. Sea un aprendizaje, emoción o sensación. Algo que lo transforme.

El escritor es la malla que asimila los meteoritos que vienen desde el universo externo, o el interno, pero, como una red elástica, debe generar un efecto de rebote que incremente el impacto de aquellos versos-meteoritos en el lector. No busco que lo que escribo le guste al lector. Busco que lo transforme. Así sea en lo mínimo, pero que lo cambie.

En los poemas, existe una confrontación permanente de la oscuridad con la luminosidad, de la negritud con el brillo. Este trayecto de la sombra a la luz lo he percibido como un grito del planeta. ¿Se trata de un grito-queja del poeta?

Dicotomías. De la total oscuridad sale la claridad y viceversa. Se contienen una en la otra, se necesitan, viven de la otra. Todo depende de tu enfoque.

Hay muchas cosas por las que quejarse, tanto por el poeta como por el autor. Haces bien en diferenciar la voz poética del autor. Los lectores suelen creer, sobre todo cuando se trata de poesía, que autor y voz poética son lo mismo, y no es así. La voz poética toma cosas del autor, pero el autor suele enmascararlas, usa la voz poética para expresar lo que no quiere decir o quiere decir de modo distinto o que dice alguien más, incluso hasta para contradecirse. Es el juego de la poiesis, crear máscaras para dar a conocer algo.

En todos mis textos hay algo mío, más algo exagerado o subrepticio. También algo de los otros que tomo para hacerlo pasar como mío. A veces, son cosas que me perturban, otras que me dañan, las menos cosas que me entusiasman, pero todas que me interesan porque incuban en mí el fermento desde el que luego escribo. A veces, lo expreso en un simple grito liberador, otras como queja, advertencia, premonición, muchas como pregunta, pocas como sentencias. Un autor puede y debe contener múltiples voces poéticas, sino ¡qué aburrido y predecible!

En este libro, es evidente el estado de constante oscuridad en que se encuentra la voz poética (aclaro, no yo), pero por paradoja no se encuentra en una búsqueda de la claridad, sino de modificar esa oscuridad, cantando desde el amor, desde la insatisfacción, el recuerdo, o el deseo rotos por un sino que se empeña en malograrlo todo y, como en una pulseada, hay que torcerle el brazo a esa estrella o zodiaco negro que pretenden dirigirnos. Entonces, sirva la poesía para ello, ¿para qué mejor?

La finalización de un poemario suele dejar exhausto al poeta. ¿En qué estadio creativo te encuentras? ¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo, ahora que te has trasladado definitivamente a València?

Concuerdo. Tras acabar un poemario quedas exhausto, más en lo anímico-emocional que en lo físico, obvio. El ser antena que recibe los rayos cansa. Con cada proyecto siento un desgaste. Siempre lo asemejo a ser como un tanque de agua que se vacía a presión y, después, muy lento, vuelve a llenarse por años hasta que tiene que vaciarse de nuevo.

Este es un libro cuyo proceso creativo terminó en lo mayúsculo en 2019, antes de partir a vivir en Barcelona, y en su afinamiento al máximo en 2022. A la par que este proyecto culminaba, empecé otro, allá por 2021, en el que me encuentro trabajando a destajo hasta hoy, y en el que intento una variación estético-estilística respecto de lo que he venido escribiendo hasta ‘sombría /estrella/ fugaz’, aunque no sé si lo consiga, veremos. Y coincidió con que viniese a vivir a València, por lo que, sin duda, las vivencias valencianas de estos últimos casi dos años son un ingrediente más en el fermento del proyecto.

La vida siempre nos sorprende. En el medio, he trabajado otro proyecto poético en el que funjo de seleccionador y editor de una muestra de poesía, que está listo y espera su publicación este año, ojalá, pero para no salar el proyecto no menciono más. En esto estoy, de momento. No sabemos cuándo y cómo pueden variar las cosas, he aprendido a disfrutar eso de la vida.