#MAKMAExposiciones
‘Misterio modernista’, de José Juan Gimeno
Galería Alba Cabrera
Joaquín Costa 4, València
Hasta el 27 de febrero de 2022
«Y yo, el pobre pintor de la naturaleza y de Psyquis,
hacedor de ritmos y de castillos aéreos,
vi el vestido luminoso del hada, la estrella de su diadema,
y pensé en la promesa ansiada del amor hermoso.
Mas de aquel rayo supremo y fatal,
solo quedó en el fondo de mi cerebro un rostro de mujer,
un sueño azul…»
Rubén Darío (texto incluido en ‘Azul’)
El modernismo o art nouveau fue una corriente artística de finales del siglo XIX y principios del XX que se caracterizó por la necesidad de llevar el arte a todas las facetas de la vida. La segunda revolución industrial produjo cambios en las ciudades que no solo fueron patentes en la arquitectura sino también en el arte y en la literatura (Victor Horta, Antonio Gaudí, Gustav Klimt, Tamara de Lempicka, Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío fueron representantes del Modernismo en cada una de sus disciplinas artísticas).
Fue un movimiento eminentemente urbano y que influenció a trabajos artesanales como la fabricación del mueble, la producción textil o la producción cerámica en la Comunidad Valenciana.
La arquitectura modernista se caracterizó por la transformación de los edificios mediante el uso de asimetrías, curvas, motivos florales y la inclusión de materiales como el vidrio o la cerámica conformando nuevas concepciones espaciales que huían del academicismo, y también por la necesidad de empezar desde cero.
Las obras realizadas por José Juan Gimeno para ‘Misterio modernista‘ –inaugurada el pasado 20 de enero en la Galería Alba Cabrera–, de la misma forma, amalgaman diferentes técnicas y materiales (serigrafía sobre tabla, acrílico, metacrilato), mirando de soslayo a esa Valencia de principios del siglo XX en la que arquitectos como Francisco Mora o Demetrio Ribes dejaron su rúbrica. La necesidad del artista de búsqueda constante de un lenguaje plástico que exprese sus emociones se hace patente en cada una de las obras de José Juan Gimeno.
La integración del metacrilato (plástico químico) en nuestra vida cotidiana es semejante a lo que simbolizó el vidrio a finales del siglo XIX. La mixtura de diferentes materiales y técnicas en la obra de Gimeno la caracteriza y convierte en única –como ese partir de cero del modernismo–, produciendo una integración de lo pretérito en el incierto futuro (o una visión actualizada de otros tiempos, una especie de búsqueda de Arcadia).
Pude ver la exposición junto al autor y charlar con él. Fue como si viajásemos en un tren o un barco y desde un ojo de buey alcanzásemos a ver pequeños fragmentos de obra, pequeños detalles sobre los que José Juan Gimeno hubiese depositado su mirada porque tienen una historia que contarnos.
Me desveló pequeños secretos de la técnica de serigrafiado, o las dificultades para conseguir las cenefas cerámicas que forman parte de las esculturas que también están incluidas en la exposición. También me habló de la necesidad constante de buscar una manera de expresar aquello que él ha observado con su mirada afilada, una necesidad que no deja de palpitar hasta que está plasmada en una obra.
Debido a los avatares de estos extraños tiempos de la COVID y también a la gran afluencia de público, tuve que abandonar pronto la sala despidiéndome de Graciela Devincenzi y de los artistas que la llenaban y los que esperaban fuera.
La exposición puede ser una excelente excusa para revisar la estación del Norte, el palacio de Correos y Telégrafos, el edificio Monforte, la casa Noguera, el edificio Suay o la casa de Punt de Gantxo. De hecho, regresé de la galería, después de haber disfrutado de la exposición, recorriendo las calles en busca de alguno de estos edificios y contemplando cómo la visión actualizada de José Juan Gimeno había conseguido redefinir el modernismo y también esa Valencia de principios del siglo XX.
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