Marilyn and Me and More. América en los 60, por Lawrence Schiller
Kir Royal Gallery
Reina Doña Germana, 25. Valencia
Hasta el 23 de noviembre
“Su piel mojada brillaba. Sus ojos centelleaban. Su sonrisa era provocativa. La curva de su espina dorsal complementó las suyas naturales, mientras se reflejaban en el agua las luces y toda la escena brillaba”. Así recuerda Lawrence Schiller aquella sesión de fotos junto a la piscina donde se rodaba la última película inacabada de Marilyn Monroe, Something’s Got to Give (1962). No sólo eso. Schiller, que ya había fotografiado a la actriz durante el rodaje de El multimillonario (1960), se quedó esta vez atónito. “Ella fue la que se quitó el bañador. Nadie le dijo que lo hiciera. Sabía que eso le daría publicidad en todo el mundo. Se explotaba a sí misma y nosotros éramos sus instrumentos”.
Será la primera vez que esas fotografías se vean en España. La galería Kir Royal, tras pasar por Mondo Galería de Madrid, acoge una selección de aquellas imágenes. Imágenes en color y en blanco y negro de una Marilyn arrebatadora. “Marilyn era el sueño de todo fotógrafo: imponente con la ropa puesta, pero más sin ella”. La imagen en que aparece desnuda de espaldas, sentada al borde de la piscina, está valorada en 6.000 euros. Forma parte de la exposición Marilyn and Me and More. La América de los 60 que hoy se inaugura en Kir Royal. Pero no se hagan ilusiones: todas las copias de esa imagen están ya vendidas.
“CON AUDREY HEPBURN SIEMPRE ERA LA MISMA FOTOGRAFÍA”
Lawrence Schiller recuerda el magnetismo que desprendía Marilyn Monroe cuando se ponía delante de una cámara. “Había sido fotografiada por los grandes. Sabía cómo posar. Con ella, todas las fotografías eran diferentes. Con Audrey Hepburn, por ejemplo, era siempre la misma fotografía”. Cuando Schiller se encontró con ella por primera vez “estaba muerto de miedo”. Tanto es así que decidió ponerse a hablar para tapar sus inseguridades. “Me dijo: ‘Hola, Larry de Look. Yo soy Marilyn’. Y yo le contesté: ‘Soy el lobo malo’. Creo que le gusté. Era una persona muy profesional, sabía lo que quería y cómo aparecer en las fotografías”.
– ¿Pero era tan bella? ¿Dónde residía su belleza?
– “Le sacaba la sonrisa a los hombres cuando contoneaba las caderas mientras caminaba. Sabía cómo hacer esas cosas que la hacían única. Parte de su magia era que sabía cómo ser una persona diferente para cada uno de nosotros”.
“MARILYN SABÍA CÓMO SER ADORABLE, ABRAZABLE”
Cuenta Larry Schiller que Marilyn estaba tan segura de sí misma delante de la cámara que su seguridad era contagiosa. “No había ningún indicio en esa mujer que hiciese pensar que había tenido problemas durante la mayor parte de su vida”.
– ¿Era tan tentadora como frágil?
– “Sabía cómo ser juguetona, cómo guiñar un ojo, cómo ser deseada. Sabía cómo ser adorable, abrazable, follable. Pero también fue alguien que sobrevivió, que aguantó tantas palizas, que fue de casas de acogida a orfanatos, y que miró el matrimonio cuando tenía dieciséis años como una manera de salir de la miseria y la inseguridad. Pero un matrimonio feliz, con éxito y duradero no estaba escrito para ella”.
Schiller afirma que a Marilyn nunca le faltó compañía masculina, desde fotógrafos como Sam Shaw y Milton Greene, “que la adoraba”, hasta actores como Marlon Brando, Frank Sinatra, Yves Montand y Tony Curtis, pasando por poderosos ejecutivos de estudio, directores o políticos como Jack y Bobby Kennedy, “que puede que la explotasen”. Y agrega: “Fue una mujer que luchó por mantenerse viva y que no tenía confianza en sí misma para triunfar”.
“A ROBERT MITCHUM LE ENCANTABA PERSEGUIR A LAS MUJERES”
La exposición de Kir Royal es Marilyn and Me, referido al propio Larry Schiller que la fotografió, pero algo más. Y ese algo más (and More) tiene que ver con las numerosas estrellas de Hollywood que Schiller inmortalizó y que también aparecen en la muestra: Paul Newman, Robert Redford, Bette Davis, Barbra Streisand, Robert Mitchum o Clint Eastwood, entre otras. Estrellas de las que guarda singulares recuerdos.
“La que más me sorprendió fue Bette Davis. Era una mujer lista, franca, directa al grano. Las arrugas de su cara contaban la historia de su vida. Me enseñó que no se entiende nada de la vida hasta que no te has divorciado varias veces”. De Paul Newman recuerda que era “un bromista; quería divertirse y, con él, las cosas más difíciles eran fáciles”. Robert Redford era “un hombre de negocios, familiar, leal, un auténtico ecologista”. Y de Robert Mitchum recuerda que, además de un gran actor, “le encantaba perseguir a las mujeres”.
A Larry Schiller, a sus 77 años y con decenas de exposiciones alrededor del mundo, no sólo le gusta “recordar el pasado”, sino “trabajar duro cada día, defender los derechos de autor, pasármelo bien y ser mejor”. Siempre termina diciendo que “lo mejor está por venir”, aunque las fotografías de Marilyn Monroe desnuda en aquella piscina le persigan de por vida.
Salva Torres
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