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Cultura en coma (o punto y aparte) por la DANA (II)
La función debe continuar
Se podría decir que el teatro requiere, como los sistemas informáticos, de dos componentes esenciales y complementarios, el software –texto, dirección e intérpretes– y el hardware, que incluye los elementos materiales imprescindibles para la puesta en escena: escenario, patio de butacas, tramoya, escenografías, vestuario y lo que se llama atrezzo o utilería, el variado conjunto de objetos y enseres que incluye un montaje –desde el mobiliario a los detalles de la decoración o indumentaria–.
La DANA del 29 de octubre se ensañó, especialmente, con el envoltorio físico del arte dramático, pues varias compañías con sede en València los guardan en naves y almacenes situados en las localidades de la periferia.
También han sufrido destrozos de mayor o menor gravedad salas de exhibición como el Teatro Auditorio de Catarroja (TAC), L’Horta Teatre o el centro cultural Molí de Benetússer. Y empresas de servicios técnicos como Yapadú Produccions, coproductora de la comedia musical ‘El agua de Valencia‘, que se estrenará, finalmente, el 23 de noviembre en Rambleta.
El Teatro Auditoria de Catarroja (TAC) es una de las salas más dañadas, ya que el edificio cuenta con dos sótanos que la corriente anegó por completo. «Se han destruido un par de escenografías dispuestas para dos estrenos importantes que teníamos previstos y otros muchos materiales, y la sala también se inundó y está muy dañada», dice Mª Ángeles Fayos, de Olympia Metropolitana, que, además de los teatros históricos, Olympia y Talia, gestiona el TAC y otros auditorios públicos.
«Vamos a intentar que nos presten otras escenografías, porque es momento de ayudarnos entre nosotros y arrimar el hombro. En principio, calculamos unas pérdidas de tres millones de euros, una cantidad enorme porque la economía del teatro privado es muy frágil y vulnerable. Tenemos la impresión que esta crisis va a ser para nosotros peor que la de la covid».
Ante la dramática situación, la respuesta es alzar el telón cuando y donde sea posible. «Si cesa la actividad teatral, será aún peor», afirma Fayos. «Algunas personas se sienten culpables por ir a ver una función mientras muchas otras sufren por la muerte de sus seres queridos y otras pérdidas, pero el teatro no es solo un lugar de diversión, sino también de encuentro, de compartir emociones y sentimientos. Por otra parte, si las compañías no trabajan, todavía se ahogarán más».
Lo mismo opina Pilar Almeria, de Teatre Micalet. «El teatro te cura el alma y en estos momentos es más necesario que nunca, porque todos tenemos los ánimos por los suelos». El almacén del Micalet en Picanya, cerca del barranco del Poyo, contenía las escenografías y material de gira de siete montajes que han quedado parcialmente inutilizados por el barro. Todavía están pendientes de evaluar los daños.
Tanto Olympia como Micalet predican con el ejemplo, y esta semana abren el telón con atrayentes espectáculos. ‘Poseu-me les ulleres’, de Vicent Andrés Estellés en su centenario, dirigido por Pep Tosar, se estrena el 20 de noviembre en Micalet. En el Olympia, del 13 al 24 de noviembre, ‘Poncia‘, un montaje dirigido por Luis Luque interpretado por Lolita Flores y producido por Jesús Cimarro. Y, en el Talía, ‘Roca Negra, de Ignasi Vidal, con María Adánez y Juanjo Puigcorbé, del 14 al 16 de noviembre.
«Hemos tenido que tirar a la basura el 80 % del material que teníamos almacenado en tres camiones enormes», cuenta Toni Benavent, de la compañía Albena Teatre. «Por suerte, se ha salvado el de las obras que tenemos en gira, aunque es un gran desastre». Tanto Albena como Micalet son compañías veteranas de largo recorrido que este año se han quedado sin la subvención bianual. «Y todavía a estas alturas del calendario no sabemos cuándo llegará la ayuda anual prometida», apunta Benavent.
Las compañías Bramant Teatre, creada en 1998, y la más joven, alarcón & cornelles, de 2018, han tenido pérdidas que se estiman en más de 50.000 euros, a la baja. «El 80 % de las escenografías que teníamos en Chiva ha sido destruido», dice Jerónimo Cornelles. «Solo de Bramant había cinco espectáculos, y teniendo en cuenta que una escenografía de tipo medio cuesta entre tres y cinco mil euros, diseño aparte, es fácil calcular la cifra. Ademas, hay que contar ordenadores, proyectores, etcétera».
L’Horta Teatre ha capeado mejor el temporal. Se inundó el bajo de su teatro situado en la pedanía de Castellar-l’Oliveral, pero tras las intensas labores de limpieza se pondrá, de nuevo, en marcha el domingo 17 de noviembre. «Hemos trabajado, con la ayuda de muchísima gente, en las tareas de limpieza de barro con el objetivo de volver a la normalidad escénica, tanto de la compañía L’Horta Teatre como de la sala», apunta su director, Alfred Picó.
«Es fundamental que los niños y los padres puedan volver a hacer vida juntos en el contexto de un teatro. Queremos que la Sala L’Horta, que este año celebra su treinta aniversario, sea uno de esos espacios de reencuentro».
La pieza que protagonizará el regreso a la actividad de la Sala L’Horta, dirigida a los más pequeños, es ‘L’Aneguet lleig’ (‘El patito feo’), una adaptación para títeres y marionetas del cuento de Hans Cristian Andersen que la compañía ilicitana La Carreta estrenó hace veinticinco años y sigue cosechando éxitos. «Es una de esas producciones clásicas que no podemos quitar de nuestro repertorio porque gusta muchísimo y siempre nos piden reponerla», comentan desde la compañía.
En cuanto a los espectáculos en gira, la compañía se reactivará también este fin de semana. El viernes 15 de noviembre pondrán en escena ‘Els Villalonga’ en Montcada, ‘Toca Toca’ en Turís y ‘Croma’ en Elche, donde se ofrecerá una segunda función el sábado.
Efecto dominó
Tras el terrible temporal que asoló el pasado 29 de octubre 75 municipios de la provincia de Valencia, la actividad teatral se paralizó en señal de duelo; una serie de cancelaciones que se han prolongado en el tiempo suscitando la reacción de las asociaciones de profesionales de las artes escénicas que se ven directamente perjudicados por esta medida.
«Los políticos piensan que el teatro es solo un frívolo entretenimeinto y cuando se produce una tragedia decretan bajar el telón», dice Carlos Amador, presidente de la Associació Professional d’ Actors i Actrius Valencians (AAPV). «Ocurrió en febrero, tras el incendio de Campanar, y cancelar las funciones tiene un impacto sobre los profesionales. En este caso, nos convierte en dobles víctimas».
Sobre la dimensión de los daños, todavía es necesario «recabar y unificar datos, pero más de treinta empresas están afectadas y se produce un perverso efecto dominó porque en cada una hay cuatro, cinco o más personas involucradas».
Amador critica duramente la actuación de la Generalitat Valenciana, que hasta ahora solo ha celebrado un reunión conjunta con todos los sectores implicados. «El Ministerio de Cultura convocó reuniones con todos y cada uno de los sectores culturales por separado, y ha elaborado un decreto que contiene las ayudas destinadas. Por su parte, [la secretaria autonómica de Cultura] Pilar Tébar se dedica a visitar los lugares destruidos para hacerse la foto, cuando debería ser un ténico quien se encargara de estudiar los daños», concluye Carlos Amador.
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