Todo pasa en la noche, de Casey Tang
Galería Charpa
C / Tapinería, 11. Valencia
Hasta finales de junio
Sucede que Casey Tang exhibe su obra en la galería Charpa de Valencia y prácticamente nadie ha caído en la cuenta. Pero ahí esta, mostrando uno de sus cotizados proyectos y pasando de puntillas. Salvo para Vicente Todolí, ahora en el Hangar Bicocca de Milán, maravillado con la propuesta artística del norteamericano de origen chino. Museos de medio mundo le ofrecen sus espacios con el fin de que los transforme con sus singulares intervenciones. Charpa lo descubrió en Brooklyn, donde actualmente vive Tang, magnetizada por unos papeles pegados a los cristales de su domicilio.
Una de esas enigmáticas hojas forma parte de la exposición que hasta finales de junio acoge Charpa, perpleja todavía por el descubrimiento. Acudió a Nueva York para ver una exposición de Xu Bing y éste, abrumado por la concurrencia, delegó en su asistente para que la acogiera en su casa. Cuando llegó, vio los papeles y fue conociendo a quien negaba ser artista. “Esos papeles son cosas que quiero olvidar, las escribo y espero que el sol queme las letras”, explicó Tang a Charpa. A partir de ahí, se fueron sucediendo los descubrimientos, algunos de los cuales expone en su galería de Valencia bajo el título de ‘Todo pasa en la noche’.
Y lo que pasa es que Casey Tang, becado por el Gobierno de China de entre un número de 50 artistas residentes en el extranjero, lleva camino de convertir en oro todo lo que toca. “De la tragedia hace poesía”, señala Charpa. Tragedias cotidianas que él va traduciendo a propuestas e intervenciones. Como la de esa lámpara rota, fruto del malestar que le supuso verla encima de una chimenea compitiendo su luz con la del fuego. Luego se arrepintió, al apagarse el fuego y verse sin luz alguna, y decidió fotografiar los pedazos. Esa fotografía de la lámpara rota es la que reconstruye en Charpa con todo lujo de detalles, mediante planos donde se enumeran los pedazos por minúsculos que estos sean a modo de coordenadas para el montaje.
También está el único papel que, de momento, resiste a la quemazón del sol, aunque prácticamente veladas las palabras. Y frente a lo que trata de olvidar, está a su vez lo que pretende guardar por tratarse de pensamientos agradables: una camiseta con un agujero a la altura del corazón por una quemadura de cigarro, o las fotografías de las ruedas del coche, prestado por un amigo, con el que tuvo un accidente camino de una heladería. Hay en Charpa otra pieza, realizada por el científico Mark Whittle en comunión con Tang, donde se registran los sonidos del Bing Bang que originó el universo hace 14.000 millones de años. La casa Steinway & Sons de Nueva York les ha cedido el edificio para que reproduzcan ese sonido mediante una serie de pianos.
‘Todo pasa en la noche’, la pieza que da título al conjunto expositivo, es una pantalla en negro tras la cual, después de mucho acercarse, se pueden ver portadas de periódico anunciando una serie de crímenes ocurridos en Nueva York. Primero uno se ve reflejado en esa pantalla, para después caer en la cuenta de lo que hay tras nuestro propio reflejo. A Casey Tang le fascina esa turbiedad de la existencia; ese carácter siniestro de las cosas aparentemente normales, cotidianas. Todo lo que él hace, sin darle importancia, es hurgar en la pantalla protectora de nuestra conciencia, para advertir los sueños y pesadillas que la pueblan. Parte de esa controvertida existencia es la que Charpa muestra como reflejo del universo de un artista por el que Vicente Todolí, sin ir más lejos, siente especial atracción. Milán, Nueva York, Londres, Berlín y… ¿Valencia?
Salva Torres
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