#MAKMAAudiovisual I Entrevista a Rodrigo Sorogoyen
‘As bestas’, de Rodrigo Sorogoyen
Intérpretes: Marina Foïs, Denis Ménochet, Luis Zahera, Diego Anido, Marie Colomb, Luisa Merelas
Guion: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen
Música: Olivier Anson
Preestreno: Cines Kinépolis de València (2 de noviembre)
Estreno: viernes 11 de noviembre de 2022
Justo en el centro del metraje de ‘As bestas’, de Rodrigo Sorogoyen, se mantiene este pulso dialéctico entre Xan (Luis Zahera) y Antoine (Denis Ménochet), en un intento por tratar de resolver las violentas discrepancias surgidas con motivo de la posible implantación de aerogeneradores de energía eólica en un pequeño pueblo gallego.
Antoine: “Estuve viajando por muchos sitios, haciendo el tonto. Una noche iba tan borracho que tuve que parar, me tumbé y vi el cielo lleno de estrellas. Cuando me desperté, estaba aquí, en este valle, y me pasé toda mi vida pensando en que cuando fuera un viejo estaría aquí y sería libre”.
Xan: “Y serías libre justo aquí. Es una historia preciosa. Tú llevas dos años aquí jugando a las granjas y yo llevo aquí 52, este [por su hermano Loren -Diego Anido-] 45, mi madre 73, y estamos hasta los cojones de ser unos desgraciados. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que no sabíamos que éramos unos desgraciados hasta que llegaron esos de las eólicas y nos pusieron sus números encima de la mesa”.
En ese contexto, a favor de las eólicas por parte de Xan y Loren, y en contra por parte de Antoine y su mujer Olga (Marina Foïs), se desarrolla la trama de ‘As bestas’, que se estrenará en cines de toda España el 11 de noviembre, después de que los Cines Kinépolis de València ofrecieran un adelanto de la película, con la presencia del director, atraído por la violencia humana que atraviesa toda su filmografía.
“Antes me costaba reconocerlo y reconocérmelo, pero la verdad es que me interesa mucho la violencia. Soy consciente de que existe en nosotros y en la civilización de la que formamos parte, pero me fascina esa violencia porque me da miedo, me asusta y me afecta tanto que no puedo entenderla”, subraya Sorogoyen.
“Cuando lo veo en las noticias, no puedo entender” -continúa diciendo- “que un hombre haya matado a su mujer, un padre o una madre hayan matado a sus hijos, o un policía haya propinado una paliza a alguien. Cómo puede ser todo eso, cuando los seres humanos no deberían tener el poder para infringir esa violencia a nadie, pero ahí seguimos, 10.000 o 15.000 años después, haciendo lo mismo. De manera que mi interés por la violencia surge de esa fascinación, una fascinación negativa, evidentemente”.
Fascinación que aflora en ‘As bestas’ de una manera sublime, por cuanto la violencia que va in crescendo entre los hermanos Anta y el francés Antoine deja momentos memorables, por intensos, profundos y, sobre todo, reveladores de la tragedia que subyace entre dos posiciones monolíticas -hastiada la una y romántica la otra- que resultarán devastadoras.
Sorogoyen repasa esa violencia en su cine: “‘Que Dios nos perdone’, por ejemplo, nace de intentar entender a esos seres violentos, y entender no significa justificarlos, por supuesto. ‘Stockholm’ surge también de ese porqué a veces somos violentos con alguien con quien hemos tenido una relación amorosa. ‘El reino’, otro tanto, en este caso para intentar comprender la corrupción, que es otro tipo de violencia sistémica. Y, por último, ‘As bestas’, donde la violencia es manifiesta”.
El politólogo Yascha Mounk, en una entrevista en ‘El País’, decía lo siguiente: “Somos tribales. Con los ajenos al grupo podemos ser muy crueles”. Reflexión que trasladamos a Rodrigo Sorogoyen: “Totalmente. La película va de eso”, reconoce.
“Uno de los temas es precisamente la xenofobia, el miedo al extranjero, que proviene de un miedo a sentirte fuera de esa tribu. Cuando estoy dentro de la tribu me siento a gusto y cuando viene alguien de fuera, sospechas que viene a quitarte algo. Ha pasado desde los tiempos de las cuevas y sigue ocurriendo”, añade.
‘As bestas’ arranca con una secuencia, a cámara lenta, en la que se ve a tres hombres intentando derribar a un caballo, de entre una manada. “Cuando nos pusimos a hacer la película, descubrimos esta tradición centenaria en Galicia, en la que una vez al año se cogen a caballos salvajes y se les inmoviliza para que se dejen cortar las crines, sanearles y desparasitarles, y todo eso se ha convertido en una fiesta”, apunta el director de ‘Antidisturbios’.
Hay cierto paralelismo entre esa secuencia del arranque del film y la que luego veremos como desencadenante de la violencia más extrema entre los hermanos Anta y Antoine. Sorogoyen explica el desarrollo de la técnica utilizada para tumbar al caballo salvaje, en la que solo pueden ser tres hombres los que lo hagan, uno yendo al cuello, otro a la cabeza y otro a la cola.
“Entonces, vimos que había algo muy potente y muy relacionado con las bestas; en Galicia, caballo salvaje se dice besta. De manera que ahí estaba entrelazado el tema de quién es la bestia, quién es el caballo salvaje, quién domina a quién, y había algo de toda esa danza que nos gustaba mucho”, resalta.
Esa bestialidad, inherente al título, atraviesa la narración espoleada por el odio que manifiestan los hermanos Anta hacia el francés, quien, perplejo por tamaña agresividad contra él, busca una solución razonable, aunque no exenta de una misma visceralidad soterrada fruto de su romanticismo hacia una naturaleza salvaje de la que poco sabe. “Alguien que se rige por las normas racionales, a lo mejor es incapaz de entender o de concebir que alguien pueda llegar a ser tan violento”, precisa Sorogoyen con respecto al papel que encarna Ménochet.
La que irá ganando protagonismo es la mujer del francés, en principio así, siendo la mujer del francés, para después convertirse en una especie de Antígona resistente y reacia a dar por perdido el cadáver de su marido asesinado y desaparecido. “Olga es un personaje escondido que va poco a poco apareciendo hasta hacerse con toda la película”, destaca el director.
“Además, queríamos destacar su papel, porque a lo largo de la historia del cine siempre está el héroe y la mujer de alguien, de forma que cuando el héroe moría se acababa la película. Aquí no, aquí la película se interesa por esa mujer que no se rinde ante las adversidades”, agrega.
La aparición de Marie, la hija de Antoine y Olga, añadirá más carga dramática al relato, en este caso centrada en las diferencias entre madre e hija. “Marie es como el espectador que se pregunta, como ella, qué hace su madre ahí, en medio de toda esa violencia. También queríamos plantear cómo solemos juzgar mal a nuestros padres. Es tan fácil acostumbrarse a que te lo den todo y a reprochar a los padres lo mal que lo hacen, que nos interesaba mostrar esa otra cara de una hija que descubre poco a poco el amor entre sus progenitores”.
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