Las investigaciones de Laura Ramírez, Paz Rojo y Elena Córdoba en el ciclo ‘Radicantes. Danza y otras especies’ del IVAM

#MAKMAArte
Radicantes. Danza y otras especies
IVAM Institut Valencià d’Art Modern
Guillem de Castro 118, València
Enero de 2023

‘Radicantes. Danza y otras especies‘, siete años después de su primera cita en el IVAM, se ha consolidado como uno de los grandes encuentros de las artes vivas en la ciudad de València. Un dispositivo que busca alimentar la reflexión en torno al acto creativo, desprender la danza (en el sentido más amplio de la modalidad) de su predisposición escénica y facilitar la transmisión de conocimiento.

Sus comisarias, Tatiana Clavel, Rocío Pérez y Mireia Ferrer, invitan cada año a artistas referentes del panorama nacional, que por lo general no tienen la oportunidad de acudir a València, y les ofrecen las instalaciones del IVAM como residencia para sus laboratorios. Durante la estancia, se fijan ciertos momentos de apertura de los procesos para poder compartir y reflexionar con el resto de la comunidad artística.

En la última edición, el IVAM acogió las investigaciones de Laura Ramírez, Paz Rojo y Elena Córdoba. Tres artistas de tres generaciones distintas que ponen el cuerpo para profundizar acerca del tiempo, la construcción, la memoria y el olvido.

Las artistas, junto a las comisarias del proyecto, se reunieron el pasado 20 de enero para orbitar estos conceptos y, de paso, presentar el libro de ‘Radicantes. Danza y otras especies‘, que recoge las experiencias de las ediciones de 2019 y 2020, con Idoia Zabaleta, Macarena Recuerda Shepherd, Amalia Fernández, Olga Diego y María Muñoz.

Paz Rojo es, de las tres, la que abarca una concepción del tiempo más transversal. ‘Morir bien’ (título de su investigación) es ‘‘una práctica para pensar a largo plazo la continuidad de nuestras prácticas, y los saberes que éstas generan’’.

Se extiende en la línea temporal por ambos extremos, acudiendo, por un lado, a la genealogía, y, por el otro, traspasando la concepción finita, pensándose en un después. ‘‘Pensar un futuro que no es nuestro futuro. Es un futuro impensable, en contacto con lo que está a la espera. Pensar cómo podemos dejar ruinas fértiles’’.

‘Una vez vi un cerebro en un tupper’, es la anécdota que desató la curiosidad de Elena Córdoba y, por tanto, el título de su práctica. Cuenta que cuando vio aquella masa tan blanda, tan poco consistente, flotando en formol, entendió la fragilidad de la memoria. ‘‘He aprendido que los recuerdos y los pensamientos son conexiones que igual que se establecen pueden desaparecer’’. Elena Córdoba se apoya en la anatomía y en la neurociencia para enmarcar sus prácticas.

De sus estudios concluyó que ‘‘la memoria no es lo que almaceno, sino que es lo que me permite hablar, actuar, tragar. Es el punto de partida para cualquier acción del futuro’’. Así, convergiendo esta perspectiva analítica con las herramientas que hereda de la danza, en ‘Una vez vi un cerebro en un tupper’ se detiene a observar lo que ella llama el ‘‘tiempo herramienta’’, el tiempo que tarda el calor en desprenderse del cuerpo o una imagen de la retina.

Laura Ramírez abre una nueva línea de investigación dentro del proyecto que viene articulando desde 2015. ‘Oasis of Serenity’ es un paisaje transmedia que le permite seguir profundizando en el lenguaje de ‘Serenity Rave’.

Podríamos ubicar su práctica en un tiempo futuro dados los códigos sci-fi que adopta, pero más allá de su estética, la manera de abordar el lenguaje es plenamente contemporánea. Laura Ramírez acude a la música techno, a las narrativas de ciencia ficción y al cuerpo fragmentado para la construcción/destrucción de su identidad.

‘‘Se trata de plantear una investigación con los bordes llenos de grietas y fisuras por donde poder colarse, usando la fragmentación y el desdoblamiento del cuerpo para abrir un espacio intermedio, para sus narrativas e imágenes; para resignificar todo el rato’. Sobre todo, es el paisaje sonoro el que funciona como canal vehicular de la memoria, que activa la memoria corporal a la vez que nos genera un olvido narcótico sobre todo lo que se escape de ese presente inmediato.

El tiempo es un factor elemental a la hora de configurar nuestras prácticas. La danza y esas otras especies que implican el cuerpo tienen la característica de ser unas artes efímeras, que duran lo que dure la acción, y después solo queda en la memoria y en los archivos. La exhibición es casi su muerte. La vida está en la fase de investigación, en el proceso.

Desde la danza se reivindica de manera continuada la consolidación de estructuras que permitan habitar procesos de larga duración. Impulsar proyectos sostenidos en el tiempo. Y por esta labor lucha también ‘Radicantes’. Aunque los tiempos de los laboratorios no son los deseados, Tatiana Clavel, Rocío Pérez y Mireia Ferrer luchan con las herramientas que tienen para prolongar la vida (o el recuerdo) de las prácticas que han ido acogiendo.

Así, el libro que presentan en el marco de esta séptima edición trae al presente prácticas de hace 4 y 5 años. En este catálogo encontramos testimonios de las personas que participaron y acompañaron a las artistas en sus laboratorios. Encontramos material fotográfico. Pero lo más interesante: encontramos la propia narración por parte de las artistas de cómo fueron sus investigaciones, sus preguntas, sus pautas, partituras, conclusiones…

En estos siete años, ‘Radicantes. Danza y otras especies’ ha experimentado con su propio formato, intentando adaptarse a las necesidades de sus invitadas y acercarse a los objetivos planteados. Flexible en sus maneras pero fiel a su propósito. Y sobre todo, comprometido.

‘‘[…] radicante: término que designa a un organismo que hace crecer sus raíces a medida que avanza. Ser radicante: poner en escena, poner en marcha las propias raíces en contextos y formatos heterogéneos, negarles la virtud de definir completamente nuestra identidad, traducir las ideas, transcodificar las imágenes, trasplantar los comportamientos, intercambiar en vez de imponer’’ (N. Bourriaud, ‘Radicante’, 2009).