#MAKMALibros
Una triple travesía por la memoria de la performance
‘El vestido blanco’, de Nathalie Léger
‘Derribando muros’, de Marina Abramović
‘Pomelo’, de Yoko Ono

El 8 de marzo de 2008, la artista italiana Pippa Bacca empieza una acción performática junto a una compañera que las debe conducir de Milán a Jerusalén. Viajan en autostop y vestidas de novia como forma de defender la paz y promover el amor y la confianza en países con las heridas de la guerra todavía abiertas. Se separan a la altura de Estambul. Poco después, Pippa Bacca es violada. Tiene 33 años. El asesino se queda con la cámara de vídeo y otras pertenencias de la artista.

Una sútil reflexión sobre la vida marginal de Pippa Bacca

En ‘El vestido blanco‘ (Sexto Piso, 2023. Traducción de Vanessa García Cazorla), la escritora y comisaria de arte Nathalie Léger cuenta la vida de Pippa Bacca, así como las tribulaciones que le asaltan en el proceso de escritura de su libro. Intenta ir más allá de las interpretaciones más extendidas del gesto de Pippa Bacca: “Lo que me interesaba no era ni su intención, ni la grandeza de su proyecto, ni su candor, ni su gracia, ni su insensatez, sino que con su viaje quiso reparar algo desmesurado y no lo consiguió”.

Como en su libro anterior, ‘Vida de Barbara Loden’ (Sexto Piso), la vida de una artista marginal vuelve a darle el pie a la autora para escribir sobre su madre. En ‘El vestido blanco’ desvela la desolación y el desamparo que arrastra a causa del adulterio del marido y el divorcio en un momento en que no se podía obtener de mutuo acuerdo. Es la madre la que le pide que tome la palabra por ella y diga su versión de lo acaecido.

La hija da largas o se sale por la tangente: no quiere tomar partido. Finalmente, acepta leer los papeles del divorcio performance mediante la madre, que se los vuelve a tender ataviada con su viejo vestido de novia.

Estos hilos narrativos se entrecruzan con digresiones de la propia escritora en un melodioso ir y venir de la primera, segunda y tercera persona gramatical para alumbrar este breve libro rebosante de honestidad, clarividencia y calidad literaria. Un libro en el que el simbolismo del vestido de novia le sirve a la autora para continuar su sutil reflexión sobre la vida de artistas marginales, así como la condición femenina que inició en ‘La exposición’ (Salamandra).

¿Para qué sirve el arte? El binomio arte-vida es uno de los temas centrales de ‘El vestido blanco’. A diferencia de Pippa Bacca o de su madre –“¿para qué crees que escribes sino para hacer justicia”, le espeta–, la escritora no cree que el arte pueda salvar al mundo, evitar el horror o reparar una injusticia. Lo que sí puede es nombrar, provocar un “mínimo ajuste; eso sí que puede hacer la escritura, ajustar, ajustar a ciegas, no es mucho pero es decisivo”.

La novela es un sugestivo canto a la performance. “Aunque los artistas sean torpes, sus ideas sean confusas o sus actuaciones no siempre lleguen a buen puerto, las performances dicen obstinadamente algo que es verdad”. Respecto a la aparentemente descabellada propuesta performativa de la artista italiana, Nathalie Léger escribe: “Lo que probablemente Pippa Bacca quería documentar era la viva y cálida voz de la generosidad, la voz original de la bondad y la valentía, recoger los testimonios de una poderosa afirmación que se encarna sin cesar en pequeñas epifanías”.

La escritora intercala breves descripciones de un puñado de performances emblemáticas de la historia de esta disciplina que le añaden profundidad al relato y, al mismo tiempo, apuntalan su tesis, entre ellas ‘Cut pieze’ (1964), de Yoko Ono, y ‘Ritmo 0’ (1974), de Marina Abramović. Aunque muy diferentes en cuanto a planteamiento estético, ambas artistas tienen en común haber firmado dos de los libros de referencia sobre las prácticas artísticas performativas: ‘Pomelo’ y ‘Derribando muros’.

El ‘Pomelo’ de Yoko Ono: cuando cada página es una propuesta performática

Pomelo‘ es un librito mítico del arte de acción. Originalmente publicado en Japón en 1964, volvió a editarse en 1970 en Estados Unidos con nuevas piezas, dibujos y reflexiones de Yoko Ono. John Lennon fue el autor del lacónico prólogo: “¡Hola!, soy John Lennon / y les presento a Yoko Ono”.

El libro fue publicado por primera vez en español en 1971 por Ediciones de la Flor, en la traducción de Pirí Lugones, una mujer radical y comprometida social y políticamente que pasó a engrosar la lista de desaparecidos durante el mandato del general Videla. Pasado el tiempo, esta edición casi desapareció. Por fortuna, hace unos años, el Centro de Creación Experimental de la UAM Cuenca lo recuperó revisado y ampliado en la traducción de Pilar Vázquez.

El libro se sitúa en el contexto social y político de los años 60, una época en que se quisieron subvertir todos los valores de la mano de movimientos como el pacifismo, el feminismo o el hipismo. A nivel artístico, cristalizan movimientos como el arte conceptual y tendencias como Fluxus en la que suele inscribirse a Yoko Ono junto a otra de las pioneras del arte de acción, Carolee Sheemann.

Más que un movimiento, Fluxus es conceptualizado como una comunidad internacional de artistas particularmente activa en Estados Unidos, Japón y Alemania. Como es sabido, Fluxus se declara en contra del objeto artístico tradicional; frente a la solemnidad, virtuosismo y formalismo del arte preconiza el antiarte. Sus miembros, provenientes de las artes visuales, la música, la literatura o la danza, defienden la interdisciplinariedad y el recurso a cualquier tipo de medio o lenguaje para producir un concepto renovado del arte –el arte total–, un arte que aspira a disolverse en la vida cotidiana.

‘Pomelo’ puede ser leído como un poema, un libro de partituras o una recopilación de instrucciones que pueden ser ejecutadas o imaginadas por cualquier persona: cada página es una propuesta performática. Aunque imbuidas del espíritu de los 60, son piezas plenamente contemporáneas. No son pocos los artistas que las reactualizan. En 2020, pese a que las cerillas no son hoy de uso corriente, el artista sonoro Llorenç Barber y la soprano Montserrat Palacios realizaron una de las acciones más celebradas: ‘Pieza encendida’ –“Enciende una cerilla y obsérvala hasta que se apague”–.

El libro encabezaba la retrospectiva ‘Anton’s Room’, organizada con motivo de la concesión del León de Oro concedido a la artista en la Bienal de Venecia de 2009. La exposición estaba planteada como los recuerdos que guarda un hijo de su madre artista. A propósito de esta exposición, un periodista le preguntó: “¿Se considera una buena madre?”. “¿Qué es una buena madre?”, respondió. En la vida real, Yoko Ono es madre de dos hijos.

Uno de los aspectos más llamativos que Marina Abramović cuenta en sus memorias es la durísima relación que mantuvo con su madre, una comunista fervorosa, estricta y estoica a la que nadie escuchó gritar de dolor. Si bien esta alentó sus deseos de dedicarse al arte, no dudó en arrojarle un cenicero cuando supo que había protagonizado una performance desnuda. Nunca la besó. “De ella aprendí la autodisciplina, y siempre le tuve miedo”.

La energía de Marina Abramović «para llevar mi cuerpo lo más lejos posible»
Derribando muros. Performance

Publicadas en 2020 por la editorial Malpaso, en una cuidada edición que incluye abundante documentación gráfica, ‘Derribando muros‘ abarca las cinco décadas de trabajo artístico de la creadora serbia y una vida tan extraordinaria y rompedora como su carrera.

Aunque seguramente se trata de unas memorias dictadas, la característica oralidad de la artista se deja sentir en todas las páginas del libro. En ellas se muestra franca, directa, honesta, vulnerable y, por momentos, diva, mientras repasa el arco temporal de su vida, desde su infancia en la Yugoslavia comunista de Tito, hasta su actual condición de referencia internacional de la performance, pasando por su formación académica y su descubrimiento de la performance.

El escándalo que provocan sus primeras acciones; su decisivo encuentro con Ulay y la cada vez mayor resonancia de las acciones que protagonizaron juntos; los años de precariedad económica y su habilidad para las inversiones inmobiliarias; los galardones y reconocimientos que obtiene su trabajo a partir de los años 90, sus tres abortos, la habilidad de su agente para comercializar la documentación gráfica y audiovisual de sus obras; el enorme impacto alcanzado no solo en el público, sino también en los medios de comunicación con ‘The artist is present’, la pieza representada en el MOMA durante tres meses.

Sus viajes espirituales a la India y a Brasil; la creación del método y el Instituto Marina Mabramovic; su amistad con algunas de las personalidades más reconocidas del mundo cultural y artístico contemporáneo –Susan Sontag, Laurie Anderson, Lady Gaga, Willem Dafoe, Bob Wilson o la deriva teatral de sus obras más recientes–.

‘Derribando muros’ constituye un revelador testimonio de su apuesta por llevar su cuerpo y su mente al límite y utilizar su propio físico para conectar con el público. Al contrario que otros creadores reacios a hablar de su obra, Marina Abramović ofrece una visión detallada de sus acciones: describe con claridad el planteamiento y desarrollo y el modo en que se complementan e interactúan entre sí.

Sobre el propósito que late en su trabajo, escribe: “Los seres humanos temen cosas muy simples: le tememos al sufrimiento, le tememos a la mortalidad. Lo que hice en ‘Ritmo 0’, así como en mis demás performances, fue desmontar estos miedos para el público: utilizar su energía para llevar mi cuerpo lo más lejos posible. En el proceso me liberé de mis temores y, conforme eso ocurría, me convertí en un espejo para el público; si yo podía hacerlo, ellos también”.

Además de proporcionar información interesante sobre un género denostado e incomprendido en sus inicios y hoy en el top de las artes visuales, tanto la novela de Nathalie Léger como el libro de Yoko Ono o las memorias de Marina Abramović son de lectura amena y entretenida. Especialmente recomendables a las personas interesadas en la performance y el arte contemporáneo del último medio siglo.