Coloquio entre José Luis Berlanga, Rafael Maluenda y Antonio Santamarina
50 aniversario de ‘El verdugo’ (1963)
Sala Berlanga de La Filmoteca
Exagerados o no, lo cierto es que todos ellos coincidieron. Natural, tratándose del hijo, José Luis Berlanga. Lógico, si tenemos en cuenta que Rafael Maluenda dirige el Berlanga Film Museum. Y comprensible, puesto que Antonio Santamarina era el crítico encargado de presentar la película El verdugo, cuyo 50 aniversario de su estreno reunió a los tres en la Sala Berlanga de la Filmoteca de Valencia, moderados por José Antonio Hurtado. ¿La coincidencia? Pues que los tres vieron concentrada en el cine de Berlanga la historia de nuestro convulso país, antes por culpa de la guerra fratricida y ahora porque, a rebufo de ella, se siguen alentando las irreconciliables diferencias.
“La historia de este país se cuenta bien por las películas de Berlanga”, afirmó Santamarina. José Luis Berlanga fue mucho más allá: “El siglo XX completo lo abarca desde Novio a la vista, con la guerra de 1914, a París Tombuctú”. Rafael Maluenda, encargado de acoger en el museo virtual toda esa historia contenida en las películas de Berlanga, abundó en ello subrayando la importancia de la parte documental: “Presumía de caótico, pero lo cierto es que tenía infinidad de documentación bien organizada de su obra en su casa de Somosaguas”.
Antonio Santamarina, incrédulo con quien llegó a afirmar que no se podía vivir sin el cine de Roberto Rossellini, sí se atrevió a manifestar que lo realmente difícil era “vivir en este país sin Berlanga”. Y, desde luego, que sin su cine España sería un país “más oscuro y más triste”. En todo caso, si el cine de Berlanga fuera únicamente reflejo de cierta coyuntura histórica, perdería el atractivo que sin duda suscita su filmografía más allá de nuestras fronteras. José Luis Berlanga lo tiene claro: “En las películas de mi padre se habla del individuo víctima de la sociedad y eso es lo que lo hace universal”.
Si Luis García Berlanga viviera, como lo hacen todavía hoy sus películas, continuaría reflejando en su cine la vida actual. “Por desgracia no tenemos su mirada para mostrarnos ahora la crisis que padecemos, y yo echo en falta esa mirada”, señaló Santamarina, quien volvió a incidir en esa capacidad de Berlanga para dejar testimonio fílmico de cuanto sucedía en la calle. “Es difícil explicar la Transición sin la trilogía del Patrimonio” [La escopeta nacional, Patrimonio Nacional y Nacional III], agregó Santamarina.
José Luis Berlanga subrayó lo “gran narrador” que era su padre. Narraciones que estaban siempre “al servicio del espectador”. “Nunca militó ni pudo militar en nada”, de ahí el “reproche” que en su día le hiciera el guionista Cesare Zavatttini, que intentando hacer cine social no había manera con Berlanga porque siempre tenía que meter humor. “La única vanidad de mi padre”, recordó José Luis Berlanga, “es que el término berlanguiano no fuera aceptado en la RAE”.
Salva Torres
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