Juanma Bajo Ulloa
‘Baby’, de Juanma Bajo Ulloa
Con Natalia Tena, Harriet Sansom Harris, Charo López y Mafalda Carbonell, entre otros
104, España | Frágil Zinema, La Charito Films, TVE, 2020


Lo primero que se nos viene a la mente al pensar en cine quizá sea acción, epicidad y movimiento constante, una amalgama de emociones sin descanso. Sin embargo, si reducimos el ritmo nos daremos cuenta de que podemos encontrar esas sensaciones, igualmente, sin necesidad de colores intensos ni fuegos artificiales. Un ejemplo de ese detenimiento es el largometraje ‘Baby’, de Juanma Bajo Ulloa, presentado el pasado 18 de diciembre en los Cines Lys de València, tras su estreno en el País Vasco y su concurrencia en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges (premio a mejor banda sonora original).

Esta película ya ha sido divulgada en varias ciudades, en festivales, pero bajo géneros distintos, pues la indefinición de este filme –cuestión que parece perturbar al público irracionalmente– es algo que en sí mismo lo caracteriza. Además, se trata de un trabajo totalmente cuidado, “hecho con las manos”, tal y como refirió el director, que “ha llevado cuatro años terminar”.

Ya eran muchos los años en los que no hemos podido disfrutar del cine de Ulloa; sin embargo, declara que “no se ha ido”, pues realmente no ha estado ausente, sino que también ha trabajado en otros proyectos, en cortos, en pelis más íntimas… Juanma es un creador nato, vinculado a lo audiovisual de muy joven (y damos gracias por ello). Su aportación al cine es un destello para las miradas, consiguiendo atraparnos en su universo.

Pero volviendo a su continuidad en las pantallas, ‘Baby’ evoluciona a partir de una joven con adicción que entrega, a cambio de dinero, a su hijo recién nacido. Una narrativa que gira –siguiendo la estela de ‘Alas de mariposa’ (1991) y ‘La madre muerta’ (1993)– en torno a la maternidad y al tráfico de niños, apelando directamente a los miedos, al mundo de la infancia, al amor con esa capacidad de dañar o de curar.

Y, desde luego, no solo el propio creador, sino el espectador es quien puede llegar a percibir que no hay una narración predeterminada. Es este, precisamente, el objetivo (o “no-objetivo”) del director, quien simplemente crea. Ulloa no busca nada determinado; no hay nada establecido. La percepción de cada individuo frente a la película es totalmente distinta, creándose así infinidad de interpretaciones de las que el propio director se desliga.

El cineasta no pretende crear para vender, ni tampoco para gustar; sencillamente, se mueve por instintos, que plasma audiovisualmente. Esto queda claro cuando le preguntamos en qué se inspiró para ‘Baby’: “En mis impulsos y en mis sueños”. Parece ser que su subconsciente está presente, también, cuando nos introduce imágenes impactantes o elementos visuales como, por ejemplo, elementos naturales, insectos, aves o caballos, que gozan de un singular protagonismo y cuya presencia remite a su mundo onírico y a una simbología expuesta e interpretable: los cuervos como símbolo de mal augurio, la cigüeña en relación con la maternidad o la araña en referencia a los miedos –incluidos los del director–.

Dentro de esa lectura subjetiva hay algo en lo que muchos espectadores parecen coincidir: la idea de dualidad que se repite durante el filme; la disputa entre qué está bien o qué está mal (quién es la buena y quién la mala de la película). El tipo de narración, que alimenta este cuestionamiento, deja la puerta abierta a la indefinición, como cuando vemos el mismo crucifijo en dos personajes opuestos (el interpretado por la gran Charo López y el realizado por Harriet Sansom Harris). Una antítesis generacional formulada como una proyección de la dualidad y de la percepción social en torno a la religión –una combinación de elementos y temas repetitivos en la filmografía de Ulloa–.

No obstante, el único mensaje que el director deja claro es que se conduce sin juicios de valor. Asevera, simplemente, que la película “trata sobre las segundas oportunidades”, remarcado, a su vez, por el eslogan del póster: “Del temor al amor”.

“Mi película ideal es una película sin diálogos”, declara. ‘Baby’ cumple con ello. Durante el proceso de creación advirtió que le sobraba atrezzo, personajes, figurantes y diálogo. Prescindió de todo. Deseaba ser puro con la narración, evitando la tentación del exceso, del innecesario barroquismo tan característico en múltiples películas.

Una determinación que nos permite afirmar que es algo con lo que él se encuentra bastante cómodo y que, además, remarca su gran capacidad para transmitir y contar sin decir nada, únicamente usando las herramientas visuales y sonoras que le ofrece el cine. Tal vez por ello ‘Baby’ sea para los espectadores uno de los más relevantes hallazgos de la cartelera navideña.

Juanma Bajo Ulloa
Juanma Bajo Ulloa durante la promoción de ‘Baby’. Fotografía cortesía de los Cines Lys de València.

Beatriz Milla