Jorge Carla

#MAKMAArte
‘Carne picada’, de Jorge Carla
Cosín Estudio
Denia 3, València
Del 7 de abril al 12 de mayo de 2022

‘Carne picada’ es la metáfora gastronómica que utiliza el artista Jorge Carla para describir su forma de trabajar, al tiempo que el título de la exposición que acoge Cosín Estudio de Valencia. “Es una metáfora del proceso de trabajo mediante el cual voy rescatando materiales y cosas que se quedan por ahí en el olvido, que la gente desecha o que me encuentro por la calle y que son todavía útiles”, señala quien lo que hace después “es destruir la pieza o reconstruirla para crear una nueva”.

El olvido, el desecho, los restos, en definitiva, aquello -diríamos- que se queda en el subsuelo de la conciencia, para que el inconsciente lo recoja y se ponga a jugar con todo ello durante su actividad onírica. Carla hace lo propio, convirtiendo su trabajo diurno en una suerte de noctambulismo que le lleva, mediante la elaboración de esa ‘carne picada’ realizada con materiales pobres e inútiles, al arte rupestre; un pasado ignoto desde el presente más esquivo.

Vista de la exposición ‘Carne picada’, de Jorge Carla, en Cosín Estudio.

“El proceso es un poco anárquico, de ahí lo de ‘Carne picada’, porque meto un poco de todo para la creación de un objeto descontextualizado y con cierta finalidad estética. También hace referencia al material pobre, aludiendo de nuevo a la carne picada, que haces con restos de carnes diferentes, porque si tienes un buen filete no lo picas”, apunta con cierta retranca.

Le gusta trabajar sin premisas –“porque ya tenemos las que tú mismo te pones en el día a día”-, de manera que Carla libera la mente ya suficientemente cuadriculada por la disciplina cotidiana, aplicando una “total libertad” para crear algo: “Al final es, en cierto modo, un juego con el espectador”.

Utiliza marcos antiguos, trozos de madera de una cesta o restos que aluden a la historia del arte primitivo –“al arte rupestre de las cuevas de Altamira”-, porque admite que ese “rollo atávico” está en toda su vasta producción: “Me atrae la búsqueda de lo primario. Si una cosa se puede solucionar de forma simple, no me gusta ir hacia piezas más recargadas”.

‘Carne picada’, de Jorge Carla, en Cosín Estudio.

Al igual que le atrae el dadaísmo –“el surrealismo un poco menos”-, ese juego experimental y de diálogo con el espectador, porque, si no, piensa que la obra no funciona. “Tiene que parecer que lo que haces es fresco y que no te ha costado hacerlo, aunque no haya nada de arbitrario, pero no hay que demostrar nada, sino que sea directo y que salga bien”, explica el artista.

El mensaje ecologista está implícito en su trabajo, “porque tú ves de dónde viene la materia, en una sociedad que no se para a mirar lo que tiene alrededor”. “Las posibilidades, en el fondo, son muy grandes, porque el repertorio que te ofrece la calle, con tanto material desechado, a veces incluso caro, es enorme”, añade.

‘Carne picada’ consta de alrededor de 50 piezas, algunas de formato pequeño, a modo de los tradicionales acrílicos, junto a determinadas esculturas. Y, en algunos casos, de nuevo, utilizando elementos como la cinta carrocera, “que se usa para pintar y luego la tiras, de manera que se crea como un paisaje indefinido, sugerente, a base de las marcas que va dejando ese levantamiento de la cinta tras haber pintado encima, buscando divertir a la mente”.

Una de la obras de la exposición ‘Carne picada’, de Jorge Carla, en Cosín Estudio.

Juega con el humor y la irreverencia, como en el cuadro donde la firma va por delante, ocupando todo el protagonismo. “Se trata de experimentar y de sorprender al espectador. Yo puedo tener mis ideas y contártelas, pero por mucho que te cuente, al final a ti te llegará aquello que tiene que ver con las cosas que llevas en tu cabeza, en relación, claro, con esto que ves”.

Su obra reconoce que va más por el camino de la música, “porque tiene que ver con las sensaciones, impresiones, sentimientos”. Es, subraya, “lenguaje pictórico puro; no hay una intención narrativa, sino de sorprender al espectador, que, como sucede con la música, se deja llevar por un sentimiento que va más allá de la letra, a veces incognoscible y que tú, sin embargo, entiendes inconscientemente”.

De nuevo el inconsciente, esa manera de hurgar en lo telúrico de la propia materia, conformada por un intrincado tejido onírico, con la que Jorge Carla juguetea en una suerte de viaje introspectivo al fondo de la mente. Luego están otras piezas, como la mesa con pizarra incrustada, donde el artista juega más con la dirección, la línea, los pesos; la composición en relación con el espacio, sobre todo en las piezas escultóricas, más que en las pinturas.

Una de las obras de la exposición ‘Carne picada’, de Jorge Carla, en Cosín Estudio.

“Yo soy diseñador gráfico, de ahí que en mi obra haya esa concepción de la imagen desde el diseño”, para señalar después que la inutilidad de una obra hecha con esos mismos materiales inútiles, posee, en el fondo, una enorme utilidad, valga el juego de palabras. “Esto, más que una utilidad práctica, puede ser útil para el espíritu. Y en los tiempos que vivimos parece que no hace mucha falta, pero, en realidad, la gente no puede vivir sin arte y cultura; no es consciente de su necesidad”.

Jorge Carla hurga en el inconsciente de esa necesidad artística para mostrar en Cosín Estudio una ‘Carne picada’ de lúdica creatividad. Una creatividad elaborada con múltiples desechos, cruces espontáneos de formas y colores, a modo de travesía por el interior del país que Alicia se encontró al caer por la madriguera del conejo.

Jorge Carla
Jorge Carla, autor de la exposición ‘Carne picada’, en Cosín Estudio de Valencia.