Diez años no son nada cuando pensamos en términos históricos, pero para el IVAM estos últimos diez años han representado una agónica bajada a los infiernos.

Era evidente que el Consell había retirado su confianza a la hasta ahora directora del IVAM, el último gesto fue la politización de su Consejo Rector para tomar las riendas de la institución. Ahora se abre una nueva perspectiva con el anuncio de un concurso internacional para cubrir la plaza de dirección, a la vez que surgen interrogantes. Todos sabemos que hay muchas formas de abrir concursos públicos y que algunos llevan la resolución del jurado escrita antes incluso de ser convocados. No se trata de ser desconfiados, pero lamentablemente la política cultural de los últimos veinte años en la Comunitat Valenciana no invita a otra cosa. A estas alturas, una convocatoria de ficción sería un gran desacierto político.

El concurso público que se plantea, reclamado desde hace años por las organizaciones representativas del sector profesional de las artes visuales valencianas, debe responder a criterios de transparencia, profesionalidad y apartidismo con el objetivo de seleccionar el mejor proyecto. Para ello es necesario, entre otras cosas, contar con un jurado compuesto por profesionales independientes, en el que las asociaciones de artistas, críticos de arte y galerías deberían disponer de la capacidad de proponer el nombre de algunos de los integrantes del jurado, ajenos a las mismas.

El devenir errático en la gestión del IVAM hace aconsejable, o más bien imprescindible, la realización de una auditoría en profundidad y sin maquillajes que informe de un modo fehaciente a la ciudadanía de dónde han ido a parar los recursos públicos. Es necesario conocer la situación económica real de la institución, racionalizar el estado de su últimamente engordada plantilla, el trasfondo de las reiteradas contrataciones con ciertas empresas, el coste de los viajes tropicales de la exdirectora, sus caprichosas adquisiciones y cómo se ha confundido el intereses general con la persecución de beneficios personales. Merecemos una explicación. Esa herencia debe ser depurada, publicada y conocida por los contribuyentes para establecer las herramientas de control necesarias que eviten que se repitan en el futuro episodios de descontrol como el que tristemente hemos conocido.

Los votos en las urnas no debieran ser entendidos como un salvoconducto que permite a los gobernantes la toma de decisiones no formadas; es un hecho que la falta de asesoramiento y el desprecio a los especialistas ha marcado la forma de hacer política del partido que gobierna. Me gustaría creer que somos capaces de aprender de nuestros errores, pero en cualquier caso la responsabilidad no acaba con el cargo, por lo que sería un síntoma de madurez democrática e institucional que los responsables de la mala gestión de los recursos público pagaran por una vez sus culpas.

Los perjuicios producidos durante estos años sobre el sector creativo, productivo, comercial e intelectual del arte contemporáneo en la Comunitat Valenciana ya no tienen vuelta atrás, de nada servirá lamentarse. Es el momento de crear un nuevo panorama a partir de un reseteo en profundidad del IVAM, pues son muchas las malas prácticas que en él se han normalizado mientras la institución perdía la autonomía con la que fue constituida. Todo eso ha de ser desterrado para comenzar un nuevo proyecto que cuente con los profesionales, priorizando los beneficios de la sociedad a la que debe prestar servicio.

José Luis Pérez Pont
Presidente de la Associació Valenciana de Crítics d’Art (AVCA)

Bufalo Bill Romance, de Carlos Pérez. Editado por Media Vaca. Su presentacion en la Librería Barthleby de Valencia justo en un día que nos habría gustado compartir.
Buffalo Bill Romance, de Carlos Pérez. Editado por Media Vaca. Su presentación en la Librería Barthleby de Valencia justo en un día que nos habría gustado compartir con él.

 

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