#MAKMAEscena
‘Galdós enamorado’
Texto y dirección: Alfonso Zurro
Con María José Goyanes y Emilio Guitiérrez Caba
Teatre Talía
Caballeros 31, València
Hasta el 6 de febrero de 2022

“La lectura de los epistolarios de escritores es sumamente reveladora no sólo de su personalidad literaria y humana, sino por las posibilidades que ofrece de esclarecer su obra”, aseveraba la filóloga y folclorista Carmen Bravo Villasante en su artículo ‘Aspectos inéditos de Emilia Pardo Bazán (Epistolario con Galdós)’ (1971).

Porque la epístola (y su corolario), instituida en valioso documento histórico y tentación para el subgénero literario, ha alimentado, en calidad de fornitura o refriega de celulosa, el devenir (no solo) cultural desde las orillas del Éufrates del periodo arcaico hasta nuestra contemporaneidad. Un dilatadísimo período (a orondas pinceladas) por el que asoman el verbo una heteróclita caterva de escribas, autores y plumillas con sus penurias entre legajos.

Y, sin embargo, qué decir cuando el amor se cuela, impetuoso, entre el aparente y sucesivo intercambio de cuitas profesionales, como una desconcertante mancha entre los pliegues de reyertas bibliófilas inapetentes y cédulas hostiles, o transmuta en anhelo la más elemental comunicación entre colegas.

Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán
Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán.

Es entonces cuando la mera ficción que palpita en las bibliotecas se torna incauta y meliflua novela romántica, porque la genuina turbación no se perfila en la diégesis melodramática entre personajes (zaheridos por el frenesí del amor), sino que acontece vívida y fidedigna bajo el lacre de las misivas (a menudo clandestinas, encubiertas, subterráneas…).

Qué aseverar, por tanto, cuando el arrebato alumbra su naturaleza furtiva y sustenta una enardecida relación entre figuras análogas y eximias. En semejante escenario entre notables, aquel documento primero –acaso solo estimable por la relevancia de los remitentes– cobra, aquí, hechuras de acontecimiento indubitable.

Por ello, tan paradigmática como excepcional debemos entender la relación epistolar entre dos conspicuos autores de aquellas/nuestras decimonónicas haciendas literarias: Benito Pérez Galdós (1843-1920) y Emilia Pardo Bazán (1851-1921).

Una afinidad arquetípica en la pulsión confidente que caracteriza a este tipo de idilio por correspondencia, cuyo carácter inusitado no debemos atribuir en exclusiva al contenido de lo que de ella se desprende, sino al hecho mismo de contar únicamente con las rubricadas por Pardo Bazán.

Algo más de 90 cartas recopiladas, hace casi una década, en la muy sugestiva edición razonada ‘“Miquiño mío”. Cartas a Galdós‘ (Turner Libros), ampliando, en número y determinación, la edición procurada por la citada Bravo Villasante en 1973, titulada ‘Vida y obra de Emilia Pardo Bazán. Correspondencia amorosa con Pérez Galdós’.

Una documentación efectivamente reveladora (e incompleta) a la que el dramaturgo Alfonso Zurro le hubo hincado el diente proposicional, con motivo de la celebración, en 2020, del centenario del autor canario, para traer a escena ‘Galdós enamorado’.

Centuria conmemorativa (en la que debemos incluir la de la propia Pardo Bazán) abanderada por dos ínclitos, Emilio Gutiérrez Caba y María Jose Goyanes, cuya gira por provincias (inaccesibles los teatros capitalinos si no muta en musical, matizaba un sarcástico Guitérrez Caba) recala en el Teatre Talía de València hasta el domingo 6 de febrero.

Una obra de oníricas intenciones, “un sueño en el que hemo colocado a Don Benito Pérez Galdós y a Doña Emilia Pardo Bazán para que dialoguen, charlen, y nos cuenten cosas sin los encorsetamientos de fingidos realismos decimonónicos”, fantasea en la vigilia Alfonso Zurro, porque “soñamos y amamos su literatura, su capacidad de fabular, ficcionar, inventar historias… y conseguir despertar el interés del espectador”.

Una inquietud, la de quienes asistimos a la representación de este ensueño, que el director de escena salmantino se encarga de mantener en el vilo de los supuestos, evitando caer, muy lúcidamente, en la compleja tentación de poner en pluma de Galdós lo que no existe o, más bien, lo que, tal vez, reaparezca.

María José Goyanes (Emilia Pardo Bazán) y Emilio Guitiérrez Caba (Benito Pérez Galdós) durante un instante de ‘Galdós enamorado’. Fotografía cortesía del Teatre Talía de València.

Quemadas o no en las chimeneas del Pazo de Meirás por la beata y acaudillada cónyuge Carmen Polo; desatentidas o encubiertas entre el legado del crítico literario y académico Agustín González de Amezúa, a mediados del siglo pasado; o emergiendo, inopinadamente, entre pulverulentas carpetas y papeles a subasta, las cartas que el miquiño Galdós hubo remitido a su (incógnito apelativo) Bazán permiten a ‘Galdós enamorado’ mirar al vacío y construir desde la nada, para fabular con el teatro.

Y muy notablemente lo procuran María José Goyanes (con su limpia y contundente prosodia) y Emilio Gutiérrez Caba (de veraz y basculante verbo), auxiliando a dotar de enjundia al raquis quimérico de una ficción excesivamente ligera cuando abunda en lo cómico, sencilla y correcta en su escenografía e inane en su vestimenta audiovisual.

No obstante y a pesar de estos desequilibrios, ‘Galdós enamorado’ entretiene, pero, sobre todo, ilustra y nos trae al presente de las predilecciones la sicalíptica e insospechada relación de dos imprescindibles, a cuyas obras respectivas acudir, ahora, con ánimos renovados y celebrativos.