Diego del Pozo

#MAKMAArte
‘Oído odio’, de Diego del Pozo
Premio a la mejor exposición de Abierto València 2022
House of Chappaz
Caballeros 35-2º, pta. 3, València

Hablar de odio es hablar de vacío. De malestar. De una superficial manera de calmar los espectros internos. De un acto desatado en su expresión máxima. O, tal y cómo dice Carolin Emcke, de un sentimiento que se cultiva. Su crecimiento es de lo más complejo y, por qué no, rebelde. El odio es capaz de dominar un cuerpo, de pegarse a otros; de desenvolverse en el espacio, de esparcirse, de ensancharse en forma de una sustancia densa y pegajosa capaz de insensibilizar todo aquello que toca. De esto y más, nos viene hablar ‘Oído odio’.

Diego del Pozo Barriuso es el artista ganador de la Beca Leonardo de Artes Plásticas y Arte Digital de 2019, con la que ha podido llevar a cabo este exorbitante proyecto. Este año, con motivo de la celebración de la décima edición de Abierto València, impulsado por LAVAC (Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de la Comunidad Valenciana), se ha llevado el premio a la mejor exposición con el mencionado proyecto ‘Oído odio’, exhibido en la galería House of Chappaz, conocida anteriormente como Espai Tactel.

Vista de la exposición ‘Oído odio’, de Diego del Pozo, en House of Chappaz. Foto: Nacho López Ortiz.

La obra en cuestión, a través de un lenguaje intermedial, se vale de diversos recursos como el vídeo, el arte de acción, la fotografía, la escultura, piezas instalativas y archivos de documentación, con todos ellos buscando componer la materialidad del odio. De esta forma, se muestran las capas, sensaciones, texturas o vacíos que conforman la fugacidad de la expresión del malestar del odio. 

El componente crítico aquí es clave: el cortometraje se constituye en la pieza que enlaza todas las demás. Se trata de una proyección que recoge y muestra las expresiones de odio de nuestro país durante las últimas décadas de la segunda mitad del siglo XX. A través de lo proyectado, se exalta el boom mediático y la circulación de unas imágenes que muestran aquello atroz que el odio es capaz de desencadenar, pero que, dentro de esa mirada colectiva, su impresión quedaba totalmente palidecida.

“No debería suponer un ‘nosotros’ cuando el tema es la mirada al dolor de los demás”. Es lo que declaraba Susan Sontag en ‘Ante el dolor de los demás’. Y tanto su crítica como la de Diego del Pozo, se dirigen al mismo punto: la preocupación por el sentido de la vista, una mirada y unos ojos, desatendidos de lo que ven.

Vista de la exposición ‘Oído odio’, de Diego del Pozo, en House of Chappaz. Foto: Nacho López Ortiz.

Aquello que resulta fascinante en la obra de Diego del Pozo, es la capacidad de ir más allá de las fronteras en las que se han encajonado las emociones. Una apuesta por curiosear las profundidades del odio, para, así, explorarlo idóneamente y dar lugar a nuevas perspectivas. Es una estrategia claramente eficaz para experimentar todo eso que es el odio; para cuestionar la supremacía de la vista y apostar, tal y como muestra un grupo de performers, por potenciar y construir una revolución contra el odio.

Teorizar de esta forma puede llegar a ser para los espectadores una experiencia casi abstracta. Sin embargo, Diego del Pozo lo hace totalmente accesible: a través del material audiovisual de archivo, nos muestra con hechos reales el punto criminal al que es capaz de llegar el odio cuando se desata contra otros sujetos totalmente inocentes: véase el caso de Lucrecia Pérez, primera víctima de odio racializado en España. Con la instalación colgante ‘Línea de tiempo. Cuerpos, explosiones y armas’, se proyectan cinco de los crímenes desatados por el odio.

Vista de la exposición ‘Oído odio’, de Diego del Pozo, en House of Chappaz. Foto: Nacho López Ortiz.

En House of Chappaz, también se han expuesto otras obras puntuales: una colección de dibujos de siluetas o unas esculturas de silicona. Estas últimas, mostraban el momento violento y preciso de colisión entre dos cuerpos. La particularidad reside en que, a priori, dado su color, tratamiento y bagaje cultural asociado a la técnica escultórica, se asume que se tratan de piezas duras, pero, realmente, son todo lo contrario: son blandas y flexibles gracias a la silicona. Diego del Pozo utiliza esta técnica para insinuar que el odio, de forma parecida, circula, se pega y se aloja entre todos nosotros.

El odio es soberbio. Y se alimenta del llano horizonte que permiten las redes sociales. La ventana web 2.0 y el panóptico digital funcionan como una especie de escaparate virtual de libre acceso para mirar sin más. Esto, según Byung Chul-Han, siembra la indiferencia y la banalidad en nuestra sociedad del cansancio: una sociedad que acaba entregándose a ese discurso cultivado, que esquiva la complejidad y diversidad del mundo, y que, además, no se pregunta qué quieren las imágenes.

A pesar del terreno poco explorado que es la mentalidad, acercarse a una emoción tan compleja es posible. Diego del Pozo nos lo demuestra a través de su análisis interdisciplinar y colaborativo en torno al odio. Asimismo, en su obra, podremos encontrar todo un espacio libre para reflejar las subjetividades, visiones y sensaciones del mundo.

Diego del Pozo
Una de las obras de la exposición ‘Oído odio’, de Diego del Pozo, en House of Chappaz.