Cervantina, de Compañía Nacional de Teatro Clásico y Ron Lalá
Teatro Talía
C / Caballeros, 31. Valencia
Hasta el 12 de febrero de 2017
“No nos pasa en España con Cervantes lo que les pasa en Inglaterra con Shakespeare, lo cual es radiografía del estado cultural de un país que no dedica atención a sus creadores”, lo apuntó Juan Cañas, que junto a Iñigo Echevarría, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher y Álvaro Tato traen al Teatro Talía de Valencia su Cervantina, dirigidos por Yayo Cáceres. La compañía Ron Lalá, de la que forman parte, se ha empeñado en mostrar las excelencias de nuestro rico patrimonio cultural, rescatando el genio y el ingenio del ilustre escritor manchego, como continuación de su anterior trabajo En un lugar del Quijote.
“Deberíamos hacer una reivindicación continuada de nuestro patrimonio. Nos estamos perdiendo una auténtica maravilla”, insistió Cañas. Lo dicen al unísono todos tras haber visto el entusiasmo con el que se recibe en otras partes del mundo la obra de Cervantes. “En India, en Estados Unidos, en Canadá, en Colombia…Siempre ha sido una fiesta en todos los lados”, señala Cáceres, para quien falta una estrategia política decidida a favor de los creadores que tiene este país. “Es una cuestión cultural, porque no se hace ni con Cervantes, ni con Valle Inclán, ni con Lorca”, de manera que a su juicio “estamos perdiendo nuestra propia riqueza”.
“Creemos que Cervantes es urgente y necesario”, indicó Tato. Por múltiples razones, entre ellas ésta: “Su discurso, que deberíamos interiorizar, suena avanzadísimo, porque habla de mujeres libres, de la libertad de pensamiento…Nos pone ante un espejo”. Y en ese espejo, colocado en la sociedad del siglo XVI, aparecen subvertidas muchas de las ideas que hoy tenemos acerca de tan lejanos tiempos. Como se interroga Cáceres en el dossier del espectáculo: “¿Cómo puede hacer decir a una mujer que es libre hace cinco siglos?”. Pues lo hacía, de ahí la “incorrección política” que subrayaron los componentes de Ron Lalá.
Lo que hace la compañía, y podrá en el Talía hasta el próximo día 16, es acercar tan rico legado literario mediante una visión contemporánea. “No creo que estemos desvirtuando el lenguaje de Cervantes con nuestra propuesta, porque lo que hacemos es entrar en el juego cervantino, lleno de personajes que mutan en otros, se travisten y son libres”, subrayó el director. Cervantina es un espectáculo hecho con fragmentos de diversos textos del autor del Quijote, a los que Ron Lalá pone música transformándolo en diversión y fiesta.
“Antes no había televisión como ahora y el mejor de los encuentros del pueblo se producía en el teatro”, sostuvo Cáceres, que calificó a Cervantes de “humanista, humorista”. Humanista por su forma de entender al ser humano liberado de prejuicios y humorista por la manera que tenía de darlo a entender. “Es más juguetón de lo que habitualmente se piensa”, añadió el director. De ahí la fiesta, lo popular, como eje central del espectáculo que se refiere tanto al Quijote como a otros textos de Cervantes menos conocidos, como El hospital de los podridos, El coloquio de los perros o El celoso extremeño.
Echevarría señaló que la gente se sorprende con Cervantina, porque rompe con la idea que tenemos de la literatura clásica “tal y como la leíamos en el Instituto”. En este sentido, Ron Lalá reivindica a su vez la palabra diversión con la que se asocian sus espectáculos. “Está infravalorada, porque diversión es literalmente ofrecer otra versión. El teatro ha de divertir, lo cual, por eso que decimos, no está reñido con la reflexión”, explicó Cáceres. Diversión que permite acercar tanta riqueza literaria a los más jóvenes, de ahí que tengan previstas dos matinales a escolares “ya llenas”, advirtieron.
“No es verdad que la gente sólo quiera fútbol, sino que vivimos en una espiral que sólo ofrece eso, pero cuando ofreces otra cosa interesante, la cosa funciona”, dijeron los actores. “Nuestra obligación es que el teatro sea tan divertido como el fútbol”, sentenció Cáceres.
Salva Torres
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