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‘Retratarte. Cuando cada mirada es una historia’, de Carlos del Amor
Editorial Espasa, 2022
Carlos del Amor es un explorador de territorios fronterizos entre el periodismo y la literatura, entre el cine y las bellas artes. Este murciano de 46 años, asentado en Madrid desde 2000, lleva más de dos décadas dando la cara en los informativos culturales de RTVE y, al mismo tiempo, componiendo relatos de ficción en la intimidad de su estudio.
Una doble faceta que le obliga, por una parte, a sintentizar al máximo los temas que trata en cápsulas informativas que duran menos de dos minutos y, por otra, a explayarse cuando navega en alas de la imaginación. En 2013, debutó en la literatura con el libro de cuentos ‘La vida a veces’, uno de cuyos relatos, ‘El trastero’, fue llevado al cine. En 2015, escribió su primera novela, ‘El año sin verano’, y, en 2017, ‘Confabulación’.
Hace un par de años saltó al ensayo acuñando lo que podría considerarse un nuevo género híbrido entre lo pictórico, literario e histórico con ‘Emocionarte: La doble vida de los cuadros’, un viaje tridimensional por 25 obras de arte que mereció el Premio Espasa.
Este otoño repite la fórmula, pero centrándose en el primer plano de los personajes en ‘Retratarte. Cuando cada mirada es una historia‘ (Espasa), una colección de efigies bajo una doble visión que infunde a cada rostro relieve y profunda humanidad. Una, en clave imaginaria, evocando diálogos y pensamientos en torno a la ejecución de la obra y las personas involucradas en ella; y otra, informativa e histórica, con todos los datos pertinentes para ilustrar al lector de forma amena.
Analiza, así, 36 retratos en 35 obras, puesto que los retratos de Federico de Montefeltro y Battista Sforza, de Piero della Francesca, se consideran una sola: el ‘Díptico del duque de Urbino’. En total, 33 autores, ya que dos de ellos -Gustav Klimt y Miriam Escofet- cuentan con dos obras cada uno, lo que delata la comprensible debilidad que el autor siente por ellos. Se incluyen cinco autorretratos, todos ellos del siglo XX, el periodo más ampliamente representado.
Carlos del Amor no se ha guiado por la popularidad de las obras, sino por las historias que encierran, tanto del personaje retratado como del artista que lo retrata, o de su relación a partir del cuadro que los une. Las obras seleccionadas van desde el Renacimiento hasta la actualidad cubriendo un arco temporal de siete siglos, desde el XV al XXI. La más antigua es el mencionado ‘Díptico del duque de Urbino’, de 1472; la más reciente, ‘Sumajestad la reina Isabel II’, firmando por Miriam Escofet en 2020.
La mujer como artista y como modelo tiene un protagonismo especial, a modo de compensación por haber sido ninguneada en su faceta artística por el simple hecho de pertenecer a ese género.
Dicen que no hay dos sin tres. ¿Estás maquinando ya un tercer proyecto entre literario y pictórico?
La verdad es que no. El libro acaba de salir, lo estamos dando a conocer y quiero disfrutar este momento.
¿En qué parte te empleaste más a fondo, en la imaginativa o en la histórica?
En ambas por igual. Es un verdadero deleite investigar y corroborar las increíbles historias que atañen tanto a los artistas como a los modelos. Por otra parte, al adentrarse en el terreno de la ficción, aunque parezca mentira resulta que en muchos casos la realidad es todavía más inverosímil que lo imaginable.
¿Por qué precisamente 35 retratos?
Es un número como otro cualquiera, el mismo que usé en ‘Emocionarte’ porque quise seguir la misma pauta. Podrían haber sido más o menos, pero me convenció el 35, y había que fijarse un objetivo.
El orden en el que aparecen desconcierta. No es cronológico ni alfabético. ¿A qué criterio responde?
Responde a las sensaciones o, digamos, a las emociones. No es un orden racional. Mi único criterio fue que las historias encajaran unas con otras, que dejaran respirar al lector entre una y otra, que se dieran la mano… o no.
¿Has elegido estos retratos por devoción al respectivo artista o, más bien, por las historias que encierran?
Sobre todo, por las historias. El primer requisito es que supiera algo sobre esa obra determinada que me llamara la atención. Sin una gran historia detrás no me hubiera interesado incluirlo.
Hay muchos nombres de mujer. Supongo que es un propósito deliberado de visibilizar a las pintoras. ¿Todavía quedan muchos nombres en el olvido?
El protagonismo de las mujeres es una consecuencia lógica de los tiempos que vivimos. Estos últimos años, los historiadores y los museos han hecho una gran labor de recuperación de sus nombres, que fueron ignorados por una simple cuestión de género –sin contar a todas esas artistas cuyo talento no se dejó germinar–. Quedan todavía muchos nombres de pintoras por descubrir y muchas obras de autoría femenina que merecen colgar de las salas por su valía.
Las tres historias que más te han conmovido.
La de la granadina Aurelia Navarro, que tuvo la valentía de retratarse desnuda ante un espejo en homenaje a Velázquez, cuya ‘Venus del espejo’ fue destruida en la National Gallery de Londres por una sufragista. Su obra ganó un premio importante y despertó la atención del público incluso de la Reina Isabell II, que quiso conocerla.
Preocupado por las consecuencias de su éxito, su padre la presionó para que volviera a Granada y allí su carrera languideció hasta acabar en un convento. También me conmueve Caravaggio, cuya vida es una novela imposible. Y [Miriam] Escofet, por ser nada menos que una retratista real y por la extraordinaria sensibilidad con la que plasmó a su madre en ‘Un ángel en mi mesa’.
Tres retratos que colgarías de tu salón.
Creo que ninguno. Los elegí por los dramas y tragedias que cuentan y por eso mismo no me resultarían agradables de ver en la intimidad. Todos ellos son el polo opuesto al retrato complaciente.
Del siglo XXI solo hay dos retratos. ¿No eres muy fan del arte contemporáneo?
Sí, claro que lo soy, pero el siglo XXI está en pañales y el XX fue muy intenso para las artes plásticas.
¿Qué te pasa por la cabeza cuando se produce un acto vandálico contra una obra de arte?
Este tipo de actos me parecen siempre condenables e injustificados. Los últimos que se han producido, se podría decir que responden a una causa loable, pero se equivocan en la manera y los medios, que, además, perjudican el mensaje de salvar el planeta que lanzan.
¿Cómo surgió en ti la pasión por el arte y su divulgación?
Llevo más de veinte años trabajando en el mundo de la cultura, lo que supone un gran privilegio. Estudiar obras de arte, dialogar con los artistas hizo brotar ese amor. Mi objetivo es aprovechar el poco tiempo del que dispongo en los medios para transmitir lo que me apasiona. Con mis libros tengo la posibilidad de profundizar más a fondo que en la televisión, ir más allá de lo que vemos en las carteleras de los museos.
Mi objetivo es despertar la curiosidad en el lector neófito, o potenciar la de los ya motivados con el deseo de profundizar y ampliar sus conocimientos. Quisiera que mis libros sobre arte fueran como guías, como ese amigo con el que igual puedes pasar media hora, dos o tres días, adentrándose en los vericuetos de la historia del arte y comprendiendo así cada vez mejor sus matices.
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