#MAKMALibros
‘Por si las voces vuelven’, de Ángel Martín
Editorial Planeta, 2021
Fundació Caixa Castelló
Coloquio organizado en el Salón de la Cámara de Comercio de Castellón el pasado miércoles 23 de febrero de 2022

El pasado miércoles, el Salón de Actos de la Cámara de Comercio de Castellón acogía el coloquio ‘Por si las voces vuelven’, organizado por la Fundació Caixa Castelló, en el que el periodista y comediante Ángel Martín relataba su experiencia tras pasar por un brote psicótico en 2017. A finales de 2021 publicaba el libro que da nombre al coloquio, y en sus páginas reflexionaba acerca de la salud mental y el proceso de recuperación y reconstrucción de su persona.

Ángel Martín decidió escribir el libro que él mismo buscaba en aquellos momentos. ‘Por si las voces vuelven’ cuenta en primera persona su proceso para remontar hacia la estabilidad, entendido, a la par, como una mano tendida a quien haya pasado por una situación similar. Una mano que normaliza el poner sobre la mesa los trastornos mentales.

El periodista aclara que el episodio psicótico “se sembró de forma lenta y delicada” a raíz de escuchar por primera vez una voz en su cabeza, tal vez el aspecto más llamativo del trastorno y que Ángel Martín, a pesar de la dureza del mismo, revela como “fascinante”. Cuando sus familiares se percataron de que algo le estaba sucediendo, le llevaron al ala de psiquiatría del Hospital Puerta de Hierro de Madrid.

Provisto de buen humor, narraba en el coloquio las realidades paralelas en las que, por la química descompensada de su cerebro, Ángel Martín coexistía, comparando la habitación del psiquiátrico con una scape room, y otras ideas que, junto al impulso de escapar, le llevaron a ser atado a una cama. Aunque un brote psicótico es un momento de fragilidad mental, Martín habla de la gran fuerza física que puede tener una persona durante estos episodios.

Ángel Martín

Frente al interrogante de si es eficaz la preparación de las enfermeras y enfermeros en psiquiatría, el escritor del libro plantea que es cuestión de “la capacidad y el interés que los mismos tengan para comprender la mente del paciente”, aunque reconoce necesario “poner una barrera” entre ambas partes. Ángel Martín cuenta que, después de publicar su libro, recibió la respuesta de algunos psicólogos que consideraron revelador “el matiz de que lo que está sucediendo en la cabeza del paciente es real”.

Para el periodista, el brote psicótico conllevó un caos de significados que hacían tambalearse a la realidad, momento en el que abandonó las redes sociales; Twitter se había convertido para él en “el comando de una nave espacial”. Sin embargo, por decirlo de algún modo, este cambio en el funcionamiento de su cerebro también le hizo experimentar con gran viveza ciertas cuestiones de la vida.

Durante el ingreso psiquiátrico, la rutina y la medicación restauraron su cerebro al punto cero, desde donde partiría en la reconstrucción del «puzle». Tras el alta, Ángel Martín cuenta que algunas personas habían desaparecido de su vida y, sin culpabilizar a nadie, subraya el valor de la simpatía y el amor que genuinamente sentimos hacia alguien, independientemente de su situación. Tras el potente altibajo emocional, como razona el periodista, sus sentimientos hacia los demás también habían cambiado, y las piezas de su antiguo puzle no encajaban en la nueva realidad.

Martín explica que este episodio le permitió, a continuación, reconfigurarse de forma mucho más consciente y describe un punto clave en su proceso: “Asumes lo sucedido en cuanto al cambio en las emociones, sin ni siquiera plantearte qué ha podido pasar, si antes los querías más, si antes los querías menos… Te preguntas qué sientes ahora mismo hacia ellos”.

Durante mucho tiempo, la salud mental se ha considerado un tema prácticamente tabú. Ángel Martín asegura que es habitual, aún a día de hoy, que quien se siente mal reciba respuestas como “no es para tanto”, si no otros comentarios emocionalmente invalidantes. Además, destaca los prejuicios hacia las personas que sufren o han sufrido trastornos mentales, aludiendo a las “representaciones esperpénticas de la locura” que hemos conocido tradicionalmente.

Ángel Martín reseña como necesarias las herramientas para la salud mental, también reconociendo “psicólogos buenos” y “psicólogos malos”, y explica que lo primero es un círculo cercano que permita un espacio de comunicación donde tanto las emociones positivas como las negativas tengan cabida, posibilitando el entendimiento y la identificación.