Las hermanas de Manolete. Alicia Montesquiu

#MAKMAEscena
‘Las hermanas de Manolete’
Texto: Alicia Montesquiu
Dirección: Gabriel Olivares
Con Alicia Montesquiu, Alicia Cabrera y Ana Turpin
Producción: El Reló en colaboración con TeatroLAB Madrid
Teatre Talía
Caballeros 31, València
Del 12 al 16 de abril de 2023

“Ah, si Manolete sonriera”, suspiraba Lupe Sino entre las páginas de la revista Dígame. La actriz de cine, que debutaría con Fernando Mignoni en el drama lírico ‘La famosa Luz María’ (1942), habría de pasar a la posteridad como la infausta amante del malogrado torero cordobés, herido de muerte por el miura Islero el 28 de agosto de 1947 en la plaza de Linares.

“Yo me vuelvo loca aplaudiéndole cuando torea. Mire: en la corrida de Beneficencia, después de aquello que hizo de no retirarse cuando el toro se arrancó hacia el engaño, se me descompuso el reloj de pulsera de tanto aplaudir. Y luego pasaba por el callejón y le grité. ‘Eres el más grande del mundo’. Me miró, me dio las gracias muy atento… ¡pero sin sonreír! ¡Ah sí “Manolete” sonriera!”.

Y a Manolete, que jamás procuró al respetable una mueca de regocijo, se le congeló el gesto en su plaza de Córdoba cuando al paso del último tercio, durante la Feria de la Salud de 1943, alguien le profiere desde el tendido: “¡Manolete, tus hermanas ayer me hicieron mejor faena que la que estas haciendo tú hoy!”.

Una acibarada sorna, hendida como una estocada sobre las entrañas familiares del espada, que la actriz y dramaturga Alicia Montesquiu habría de encontrarse en las crónicas de la época al paso documental sobre la figura del diestro y a partir de la que alumbrar una historia con inequívoca voluntad de restitución: ‘Las hermanas de Manolete‘.

Las hermanas de Manolete

Una tragicomedia que recala en el Teatre Talía, del 12 al 16 de abril, portando consigo seis nominaciones a los Premios Max –incluyendo mejor espectáculo (El Reló Producciones), mejor dirección de escena (Gabriel Olivares), actriz y mejor autoría teatral (Alicia Montesquiu)– con las que asentar el refrendo cualitativo a sus cruentos orígenes.

“Esta función habla sobre las mujeres que rodearon la muerte de Manolete y los últimos años de su vida. Se centra en dos de sus hermanastras, hijas del primer matrimonio de su madre, y en Lupe Sino, la que fue su gran amor y con la que se iba a casar”, sintetiza Montesquiu, sobrecogida entonces por las hechuras de un relato familiar tan descarnado como sugestivo.

“Descubrí que, efectivamente, la familia había hecho todo lo que fuera para que Manolete se convirtiera en la gran figura que fue”. Un héroe nacional cincelado por la omnívora determinación de su madre, doña Angustias, quien entregaría a sus hijas al descampado lupanar con el que alimentar las arcas y uniformar de luces y capote al circunspecto matador.

“Para poder contar la historia de estas mujeres –refiere la autora– tenía que contar la historia de Manolete y bucear también en sus inicios, cuándo ganó su primer sueldo como torero. Como decimos en la obra, los aperos de los toreros cuestan dinero” y a carta cabal que sus hermanas pagaron la necesidad a costa de aquella ignominia en la arena cordobesa en la que el espada jamás volvió a citar de perfil.

Una aproximación a las cuitas de aquellas y otras afrentas tratadas “con muchísimo respeto, sin juzgar a nadie, de una manera muy feminista, pero viendo cómo era la época y lo que estaba pasando”, advierte Montesquiu. “Aunque tengamos un posicionamiento muy claro sobre las cosas, no intentamos imponérselo al espectador”, confiesa Gabriel Olivares. “La función es tan rica, tiene tantas capas, que cada uno la mira y ve una constelación diferentes. Ese es el teatro y el cine que me gusta”.

A la postre, un implacable contexto, sociológico y familiar, que impidió a Manolete y Lupe Sino rubricar su amor sobre el altar exiliado de México, hacia donde tenían pensando dirigir su huida un par de meses después de dar estoque a aquel insigne quinto de la tarde que finiquitó su destino.

“Manolete era un adelantado a su época, como Lupe Sino”, perfila Montequiu. “Era inteligente, muy moderno y muy buena persona. Lupe Sino era muy trabajadora. Hizo todo lo posible por sacar adelante a su familia, a todos sus hermanos les puso negocios. Ambos estaban profundamente enamorados. Es una de las historias de amor en España más bonitas que he leído”.

Una lectura a partir de la que Gabriel Olivares sitúa a sus tres personajes –Manuela (Alicia Montesquiu), Remedios (Alicia Cabrera) y Lupe Sino (Ana Turpin)– en una ficticia habitación de hotel tras la muerte del torero para cimentar una “pequeña historia de amor, sangre y rabos de toro en clave de humor negro” con la que elucubrar el envés de un sueño frustrado e imposible.

“Es un trabajo de imaginar”, asevera el dramaturgo. “La historia siempre se ha contado desde el punto de vista masculino. Hay que imaginar esa España brutal, en la que las mujeres eran inexistentes. Estas mujeres fueron muy importantes para que Manolete llegara donde llegó”.

Un fatalidad cuya distancia “te permite desdramatizar. El teatro es igual a la desdramatización. Y esta obra tiene un lenguaje muy metateatral” que elude cualquier pretensión de maniqueísmo. «No me interesa ver quiénes fueron los buenos y los malos; eso sería dramatizar”, advierte el director y productor teatral, quien instituye este trayecto escénico como “un viaje apasionante, modélico. Nos pusimos con un laboraotrio y talleres de investigación para tratar de descubrir cómo contar esta historia; encontrar esto que está oculto y revelarlo”.

Una revelación edificada con un “lenguaje muy cercano al cinematográfico. Esta manera de contar la historia, que no es nada convencional, ha sido uno de mis trabajos de dirección más especiales, más mimados”, confiesa Gabriel Olivares.

Un cuidado no exento de una bienvenida dosis de comicidad, en tanto que en “España, todo lo que nos pasa, siempre tiene un toque de humor. Somos Berlanga puro”, radiografía Alicia Montesquiu. “Nuestra intención era hacer una tragicomedia. La tragedia con comedia golpea dos veces”.

Una doble conmoción cuya morfología “es un auténtico transgénero”, perfila Olivares. De tal modo que ‘Las hermanas de Manolete’ “pasa por todos los géneros: tragedia, comedia, thriller”, incluso “documental ficcionado. Sin duda, la función más documentada que he hecho”, a partir de la que “se podría hacer un análisis sicológico de los personajes, pero también de la España del momento, porque son casi arquetipos de un país y de una época que sigue apareciendo de alguna u otra manera”.

“Tendemos a rechazar lo que somos, a tirar piedras al espejo que nos refleja quiénes somos realmente. De eso habla la función, de la sororidad real que es: acepta a la mujer que tienes enfrente, sea como sea, porque tú quizás eres parte de eso”, concluye Alicia Montesquiu.