Alejandro Amenábar

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Festival Internacional de Cine de Alicante
Encuentro con Belén Rueda y Alejandro Amenábar, Premio Lucentum 2023
20 aniversario de ‘Mar adentro’

El cine nos alude de una forma que todavía no podemos entender. Su lenguaje, cercano a la mayoría del público y sus amplías posibilidades, hacen que prácticamente cualquier persona tenga un gusto formado y basado en sus experiencias vitales. El cine nos interpela de una manera inmediata y sincera.

El Festival de Cine de Alicante, como ya anunciábamos en un artículo anterior, cumplió su 20 aniversario. Un día antes de comenzar, tuvo lugar uno de los eventos más especiales de esta edición: la proyección de la película ‘Mar Adentro’ y un encuentro posterior donde Belén Rueda y Alejandro Amenábar estuvieron charlando con el público asistente.

“Muchas gracias por venir a las salas de cine”, agradecía Belén Rueda antes de comenzar la película a una sala prácticamente llena –algo, por desgracia, no muy común hoy en día–. Pero es que estábamos ante un evento excepcional, una oportunidad única, como bien recordó el presentador y actor Luis Larrodera.

Y es que Alejandro Amenábar, Premio Lucentum 2023 a toda su trayectoria, no suele asistir a este tipo de actos, si bien Vicente Seva, director del festival, llevaba mucho intentando contar con él hasta que lo ha conseguido. Y no podía ser en mejor marco que en el visionado de ‘Mar Adentro’, uno de los grandes filmes de nuestro cine que, además, celebraba, al igual que el festival, semejante celebración cronológica.

Han pasado 20 años de una película que rompió récords, siendo el título que más Premios Goya ha conseguido (14 en total), el Globo de Oro y el Óscar a la mejor película extranjera, y todavía sigue sorprendiendo en su revisionado. Una película que, aunque en aquel momento trataba un tema de rigurosa actualidad, hoy en día se siguen interpretando todas esas lecturas transversales: la amistad, el amor, la muerte y, sobre todo, la vida.

Al acabar la proyección, Belén Rueda confesaba: “Es muy impactante verla, pero os aseguro que cuando leí por primera vez el guion tardé un rato en asimilarlo. ¿Cómo puede escribir algo así una persona con 32 años, algo tan profundo y con tanta vida? Me acuerdo que él [Amenábar] me dijo: ‘Quiero que esta sea una película de vida y no de muerte’. Y lo es. Por eso el final de la película es la familia, la vida…”.

El tema y las intenciones del filme fueron, sin duda, temas a tratar durante el coloquio, pues Amenábar aseguró haber querido hacer una película “sobre grandes temas: la muerte, el amor, la libertad… Y queríamos hacerla en minúscula, para que fuera muy accesible a la gente”, es decir, tratando los temas desde la honestidad que el propio Sampedro transmitía en sus escritos.

“Sampedro era muy contradictorio, una persona, de alguna manera, muy vital, un bicho raro”, recordaba el cineasta, dejando patente el gran trabajo de documentación previo a la realización de la película.

También de los poemarios del propio Ramón Sampedro surge su título, un libro que Alejandro Amenábar descubrió y le ayudó a hacerse una idea del personaje cuya historia trataba de transmitir: “Cuando empiezas a rascar en una historia es como una veta, no sabes si esa veta te llevará a algún sitio o no; y para mi fue clave entrar en contacto con la parte de Galicia de él, de su familia… También con la de Barcelona, la de la asociación. Esta última me permitió conocer la historia de Julia, que fue una parte que tuvimos que tratar de forma muy delicada”.

El filme no solo cuenta una historia de una persona tetrapléjica buscando una muerte digna, sino que nos narra toda una vida llena de vivencias y también las de aquellos que le rodean. Así, confiesa el director que “yo quería que tuviera esa mezcla de risa y lágrima, por eso bebí de ‘El Hijo de la Novia’ y de ‘Cinema Paradiso’… Y sí que he visto esas reacciones en las proyecciones”.

Además, tras empaparse del libro y de la situación de aquel momento, la historia surgió de manera casi espontánea, puesto que “el guion que escribimos Mateo Gil y yo salió relativamente rápido, era complejo por la documentación, pero lo que yo llamo el click, el dar con la historia, con el tono, los diálogos, eso salió rápido”, rememoraba el director.

Luis Larrodera, Belén Rueda y Alejandro Amenábar durante un instante de la conversación.

Y aunque parezca que esa documentación debía ser tan exacta y precisa para no dejar espacio al error, también hay hueco para la fantasía en esas ganas de elevarse que tenía Sampedro. Aménabar explica que “aunque era la historia de un señor en la cama, teníamos que sacar a Ramón de la cama. Al final, se le conocía a través de los personajes que le rodeaban, pero siempre buscábamos la excusa de sacarlo afuera, aunque fuera saltando por la ventana…”. Inolvidable, por supuesto, esa mítica escena en la que Ramón vuela hacia el mar mientras suena Turandot.

Julia y Ramón tienen historias paralelas que al final acaban de manera diferente. En muchas ocasiones, los planos de uno y otro casi se superponen. Destaca una secuencia en la que Julia está viendo unas fotos del pasado de Ramón; mientras tanto, diversas escenas del accidente se intercalan hasta que la tensión dramática aumenta entre los dos, encontrándose en habitaciones cercanas, pero separadas. El pasado, esas personas que formaban parte del mismo y los recuerdos se entretejen hasta que las sonrisas y las lágrimas de ambos se funden en los velados pensamientos de cada uno.

Julia es, sin duda, un personaje clave, ya que su historia transcurre paralela a la de Ramón y también se superpone, se complementa. De hecho, Rueda rescató una anécdota sobre esta escena que ocurrió durante el rodaje. El plano secuencia quedó muy bien a la primera, “todos estaban contentos con el resultado”, pero al día siguiente el director de fotografía quería darle otra luz y quería repetir. “Había tan buen ambiente que al final la volvimos a repetir, y tuve que volver a llorar con el ojo izquierdo”, recordaba entre risas.

“Hay algo de catarsis en esos momentos en los que vuelves al rodaje, no solo objetivamente a aquello que estaba pasando, sino también emocionalmente. Creo que los actores tenemos mucha memoria emocional, y que es lo que más hay que potenciar. La guardamos y, cuando la necesitamos, la sacamos”.

Además, Belén Rueda relató los entresijos de la preparación del personaje y cómo fue para ella enfrentarse a esta historia en su primera película: “Alejandro se empeñó en que fuera yo y me cambió la vida. De hecho, antes había una gran diferencia entre los soportes (cine, televisión, teatro) y había miedo de que solo se viera el personaje de Lucía de los Serrano. Por eso llevo mucho tiempo preguntándole a Alejandro ¿por qué yo?”.

Amenábar contestó que él deseaba una cosa en especial en esta película: “Que yo pudiera cerrar los ojos y, cuando escuchara a los actores y actrices no estuvieran recitando un texto. Belén tiene esa cualidad. Habla y suena todo a verdad. Lo que os decía de traer estos conceptos tan grandes a algo más minúsculo y directo para el espectador, Belén me daba eso, me lo daba mejor que ninguna otra actriz. Cuando hicimos la prueba, me encantó y, para mí, fue la más real”.

El resultado de todas estas sensaciones es, por supuesto, una película que arrasó en premios y menciones. Belén Rueda recordó que “cuando dijeron mi nombre en los Goya, me quedé bloqueada, pero lo peor fue que cuando salgo a dar las gracias, al único que se me olvidó dárselas fue a Alejandro, al que debo mi vida en el cine”. Amenábar resaltó: “Me lo recuerda cada vez que me ve”.

Dejando atrás anécdotas, el director insistió en que “fue un rodaje muy espiritual, aunque suene cursi. Había una comunicación de todo el equipo. Recuerdo que, el día antes de rodar el accidente, salí al mar, a hablar con Ramón… Había una sensación muy especial”. Y la actriz confirmó que “como era mi primera película, yo estaba emborrachada de toda esa emoción, de haber vivido algo muy especial, pero mucha gente del equipo me decía que no me creyese que en todas las películas hay este ambiente. Incluso, todo lo que me pasó después lo sentí como un todo, sentíamos que la película iba bien, sentíamos que era un conjunto”.