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‘El cautivo’, de Alejandro Amenábar
Reparto: Julio Peña, Alessandro Borghi, Miguel Rellán, Luna Berroa, José Manuel Poga, Roberto Álamo, Luis Callejo, Fernando Tejero
Música: Alejandro Amenábar
Fotografía: Álex Catalán
España, 2025, 133 min.
Estreno: viernes 12 de septiembre de 2025
Alejandro Amenábar llegó al impresionante marco del Oceanogràfic de Valencia para presentar su última producción, ‘El cautivo’. Un espacio extraño para presentar una película, pero al que uno no puede por menos que someterse cuando deja divagar la mirada tras los cristales de las peceras en la que las distintas especies conviven en aparente armonía. Y las tortugas, sin duda las tortugas provocaron un gran impacto en el público y la prensa asistente. Son muy grandes esas tortugas.
Amenábar llegó bien acompañado del elenco de actores de este último trabajo que se estrena este viernes en salas comerciales: Julio Peña, protagonista de la cinta, el popular Fernando Tejero y la actriz Luna Berroa. A la cabeza o a un lado de este equipo se encontraba Fernando Bovaira, el fiel productor que ha acompañado al director de origen chileno en su ya larga carrera. Bovaira inauguraba la ronda de preguntas celebrando la vuelta a Valencia de esta producción rodada íntegramente en escenarios de nuestra comunidad y que ha contado con el apoyo financiero de nuestras instituciones.
‘El cautivo’ nos cuenta los años de penuria que el futuro escritor Miguel de Cervantes pasó preso en una cárcel de Argel tras ser capturado por corsarios moriscos en un viaje de regreso de Nápoles tras no pocas vicisitudes militares, incluida la famosa batalla de Lepanto en la que quedaría herido de una mano. Y aquí encuentra la película una de sus primeras complejidades.

Fue el francés Éric Rohmer quien planteó en ‘La inglesa y el duque’, su particular retrato de la Revolución Francesa, la dificultad de representar el pasado en el cine. ¿Es posible saber cómo era y representar de manera realista ese pasado? Ante dicho dilema, Rohmer respondía usando pinturas de la época como escenarios de su película, toda una declaración de intenciones en la que, de manera indirecta, venía a decirnos que todo era una representación, una impostura.
De alguna manera, Amenábar asume la impostura y nos propone una película con una factura que suena a un clasicismo muy próximo al lenguaje televisivo (planos cortos de los personajes y medios de situación). Un clasicismo sin florituras, al que, precisamente por eso, quizá uno le reproche la falta de ese algo más propio de una producción que va para la gran pantalla.
Una película limpia que parece desempolvarse el desafío al entregarse en una mezcla de géneros, entre el cine histórico y el cuento de fantasía, tal y como explicaría el realizador en la rueda de prensa y para quien abordar un proyecto como este implicaba “imaginar, atreverse a reinventar el pasado. Debía sumergir al público en ese pasado, pero es cierto que no me quedé en eso. Hay un ejercicio de elaboración. Afortunadamente, porque si no hay ninguna elaboración no hay cine.”
Las declaraciones del director no pueden sorprender a nadie. Conviene recordar que esta no es la primera incursión de Amenábar en el cine histórico. Ahí está ‘Ágora’ una de las películas más celebradas de su filmografía, una aproximación, en cierto modo, también más fantástica que realista. Historia que, como ahora, sirve en su caso como una excusa, un punto de partida, un acicate, para ir más allá, a otro lugar.
“La historia siempre me ha interesado mucho. Con Ágora intenté entender la teoría de la relatividad y eso me llevó a Einstein y de ahí a Hipatia”, dirá el director. “Yo voy buscando historias. Y en la búsqueda de historias con minúsculas encuentro historias con mayúsculas. En ‘El cautivo’, lo que tenemos es la historia de un soldado que descubre su vocación por contar historias. Sobre todo, lo que más me interesaba era la figura de Miguel.”

Esa figura humana se convierte en el centro de este trabajo. Un Cervantes que quiere alejarse de cualquier imagen canónica del escritor. Un Cervantes joven, en pleno proceso de formación personal que, de alguna manera, aún está descubriendo un mundo que se ofrece a sus ojos con la curiosidad de un niño, lo que da a la película un tono particular.
“Lo primero que me inspiró fue la idea de aventura porque lo que le pasa a Cervantes parece sacado de una novela de Alejandro Dumas. Pero luego me di cuenta de que había un trabajo humano importante. Yo quería desentrañar el alma de Cervantes”, explicaba Amenábar.
Encuentra Amenábar el alma de este joven Cervantes entre las paredes de su cautiverio. Allí conocerá a Hasán Bajá, caudillo de la plaza quien, tras una serie de sucesos, lo acogerá bajo su protección. Según el relato va avanzando, empieza entre Cervantes y su carcelero una relación que, primero, es intelectual, la de dos almas que se encuentran atrapadas en un espacio del que no pueden salir y que reclaman, de una manera u otra, la necesidad de romper con el peso de la rutina.
Más tarde, poco a poco, empezará a surgir entre ellos otra relación, ya de tipo carnal, que discurre entre la admiración mutua, la atracción física y el deseo de provocar y descubrir los límites de un hombre enfrentado a sus contradicciones, la de cumplir con su obligación militar de escapar y su necesidad de regresar a España, y la tentación de romper con todo y dejarse seducir por este mundo nuevo.
Amenábar hace suya la teoría de la posible homosexualidad de Cervantes y la pone en el centro de ese viaje personal y artístico que, sostiene la película, lo llevará a la escritura. La asunción de esta premisa ha provocado, dicen algunas crónicas y así lo sostuvo el director, una polémica que se divide entre dos ejes.

De un lado, la asunción de una teoría incomprobable, lo que apela al rigor de la película. Y, por otro lado, la de aquellos que achacan a la cinta un oportuno activismo de corte woke que Amenábar ni desmiente ni asume entre sus intenciones: “Sabíamos que iba a ser polémica, pero cuando la gente vea la película se dará cuenta de que no es para tanto. Se entenderá la película y se me entenderá a mí”, dirá el director en la rueda de prensa.
Pero este no será la única polémica que arrope (comercialmente hablando) a esta producción. De fondo, ‘El cautivo’ plantea también una confrontación entre dos civilizaciones. De un lado, la cultura cristiana y, de otro, el mundo musulmán. Amenábar es perfectamente consciente del debate contemporáneo, donde, de alguna forma, volvemos a esta vieja confrontación, y toma una posición bastante clara.
De una parte, lo oscuro, lo negro, la incultura, la necedad y la traición. Ahí queda el personaje de Fernando Tejero que representa al fraile Blanco de Paz, inquisidor que encarna dicha mirada. Por otro, una sociedad abierta y acogedora a una cierta diversidad. Es cierto que Amenábar muestra también su lado menos amable. Al fin y al cabo, aquella sociedad se sostenía en el mercado de esclavos y castigaba a aquellos que no se sometían al islam, pero su mirada es en todo momento algo más luminosa.
“La confrontación de civilizaciones forma parte de la historia de la humanidad”, dirá Amenábar. “Con Ágora ya me enfrenté a la lucha de religiones. No me gusta jugar con los arquetipos. Lo que me llamó la atención es que Argel tenía entonces una situación insólita y se convertiría en un reflejo de libertad sexual. Esto para un cristiano del S.XVI tuvo que explotarle la cabeza. Lo curioso es que en el Argel de hoy es imposible y, sin embargo, es posible en la Castilla de hoy donde se celebra la fiesta del orgullo”.
Con ‘El cautivo’ Amenábar recrea una de las etapas más desconocidas de la vida de Cervantes, un trabajo que, por momentos, se acerca más a una especie de capricho personal que a un biopic al uso, lo que quizá le haya llevado a estirar ciertos detalles llevándolos a un plano de fantasía que desconcertará a algunos espectadores. Pero, quizá el cine sea eso, poner al espectador en una situación inesperada que lo saque de la comodidad de la butaca.
Comentará el director: “Hago las películas con una mezcla de ejercicio de responsabilidad y de locura. Aplico el sentido común, especialmente en una película con un presupuesto elevado como esta. Pero busco también un punto de entendimiento con el público. No busco hablar de cualquier tema. Intento darle algo a cambio y eso es parte de mi responsabilidad.”
Y quizá sea en ‘El cautivo’ donde esa relación entre la película y el público quede expuesta de manera más patente. ¿Qué quiere decirnos Amenábar? ¿Por qué contar precisamente estos hechos y no otros de la vida del escritor? O quizá no hubiera intención alguna.
En la mirada del autor de ‘Los otros’, “el cine tiene la facultad de conectar por muchas vías con el público. Me gusta, por un lado, un cine intelectual, un cine que me rete, me gustan las películas que me ayudan a cambiar mi forma de parecer. Por otro lado, lo que busco es crear emociones. Me gusta cuando una película me provoca una cierta conmoción. Me gusta que una película me haga reír, llorar…”Ahí quedan sus intenciones. A partir de este momento, será el público el que juzgue.

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