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‘Tardes de soledad’, de Albert Serra
Concha de Oro
72ª edición del Festival de Cine de San Sebastián
El Festival de Cine de San Sebastián acogió la tarde del lunes 23 de septiembre el estreno de la que ha sido la película más polémica del certamen donostiarra: el último filme de Albert Serra, conocido director por ‘Pacifiction’ o ‘Liberté’ y al que siempre le gusta rozar los límites de lo ético, ganador, a la postre, de la Concha de Oro por ‘Tardes de soledad’.
Presente en la inauguración de tan controvertido trabajo, pude contemplar cómo mucha gente no aguantó toda la película. Incluso hubo una manifestación fuera del teatro donde se proyectó el filme como protesta por su inclusión en el certamen cinematográfico. Serra, tras recoger el máximo galardón del festival, animó al público a que la viera “porque el mundo en el que vivimos es más complejo que estar en contra o a favor de algo”.
#72SSIFF 🌟 Tardes de soledad · Albert Serra
— Donostia Zinemaldia – Festival de San Sebastián (@sansebastianfes) September 28, 2024
🏆 #ConchadeOro a la Mejor Película
🏆 Flim Onenaren #UrrezkoMaskorra
🏆 #GoldenShell for Best Film
Albert Serra 🗣️ “Quiero agradecer el premio al jurado formado por gente que respeto y aprecio y al Festival por haber seleccionado… pic.twitter.com/L5LwqHjhfz
El jurado, por boca de su presidenta Jaione Camborda, destacó el “poder artístico” de la película de Serra “porque, a través del lenguaje cinematográfico”, el documental “otorga un amplio espacio al espectador para juzgar”.
Camborda añadió que la película “permite reflexionar sobre los límites de la creación artística, sobre el miedo y la brutalidad, sobre la tradición y la masculinidad, entre otros muchos aspectos”.
‘Tardes de soledad’, yendo al grano, es una película de no ficción que trata sobre la tauromaquia y en la que se muestran varias corridas de toros exquisitamente filmadas y sin dejar de lado los más escabrosos detalles; cuando no vemos las corridas de toros, vemos al torero peruano Andrés Roca Rey en el autobús, sentado y en silencio, en un solo plano secuencia que puede incluso llegar a durar los diez minutos.
La pregunta que ronda por la cabeza de mucha gente podría formularse así: ¿es todo esto ético? ¿Se puede considerar una película sobre la tauromaquia únicamente desde el punto de vista estético, obviando el considerado maltrato animal que encubre la tauromaquia y, en este caso, el propio arte cinematográfico?
Hay algunos críticos que hablan de esta película como propaganda antitaurina, pero ¿sigue siendo ética la propaganda manchada con la sangre de las corridas a las que supuestamente se critica?
Albert Serra ya ha dejado claro que a él la polémica por abordar un tema tan controvertido como la tauromaquia no le afecta. En FlixOlé declaró que le parecía “un poco reduccionista y absurdo debatir sobre una película solo por el contenido, y además un contenido que ni siquiera en la película tiene mucha presencia. Es lo que hay y ya lo sabíamos desde el principio”.
La película se mueve por los registros del cine de autor, con los ya comentados planos largos y tediosos en los que vemos diferentes facetas del torero e, incluso, el primer plano de los ojos de un toro negro en cautiverio, antes de llegar a la plaza. El filme se caracteriza por una muy buena fotografía, con unos colores muy vivos.
‘Tardes de soledad’ cuenta, además, con escenas muy explícitas de violencia realizadas mediante planos muy cercanos para captar con todo lujo de detalles las estocadas a los toros. Todo ello, con una cámara que persigue al toro por donde va, con pocos cambios de plano y persiguiendo muy de cerca a la criatura con una precisión envidiable. Apenas hay música ni profundidad de campo; todo está filmado a una distancia que pocas veces se había visto antes.
Entonces, ¿se puede considerar arte ‘Tardes de soledad’? Sin duda, pero, ¿es un arte legítimo? Si vivimos en una sociedad con límites, ¿por qué no le pedimos a la producción de las películas que las tengan? Estas y otras muchas cuestiones afloran cuando uno sale de ver la película de Albert Serra, celuloide impregnado de sangre que, a buen seguro, seguirá vertiendo una riada de comentarios en prensa y redes.