Kara Walker

#MAKMAArte
‘Kara Walker. Burning Village’
Comisariado: Rosa Castells
Hasta el 22 de febrero de 2026
‘Habitar las sombras’
Comisariado: Rosa Castells y Blanca de la Torre
Hasta el 18 de enero de 2026
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM)
Guillem de Castro 118, València

‘El elogio de la sombra’ es un ensayo de Junichiro Tanizaki, cuyo título, reconoció Rosa Castells, comisaria de la exposición ‘Kara Walker. Burning Village’, estuvo a punto de ser el que guiara la muestra de la artista californiana. Muestra que ha servido, a su vez, de “punto de partida” para ‘Habitar las sombras’, la otra exposición presentada por Blanca de la Torre, directora del IVAM y comisaria junto a Castells de esta segunda muestra. Ambas, pues, ligadas por esa sombra elogiosa de la que fueron dando cuenta al explicar sus respectivos universos.

En el ensayo de Tanizaki se dice cómo, en Occidente, el más poderoso aliado de la belleza fue siempre la luz, mientras que en la estética tradicional japonesa lo esencial era captar el enigma de la sombra. Un enigma que, en el caso de Kara Walker, tan pronto da pie a mensajes un tanto reduccionistas de su obra, como a la más efectiva traslación de esas sombras enigmáticas que atraviesan su trabajo.

De manera que el enigma desaparece cuando se dice de forma palmaria y sin ambages que la obra de Kara Walker revela el trágico legado de la esclavitud, sin duda presente allí donde prima el mensaje claro y diáfano, para aflorar con toda su intensidad cuando la sombra se convierte, efectivamente, en el territorio de la interrogación.

IVAM. Kara Walker
Vista de la exposición ‘Kara Walker. Burning Village’, en el IVAM. Foto: Miguel Lorenzo.

De hecho, como dice la propia artista –recogido en la nota de prensa–, las famosas siluetas que caracterizan su trabajo parten de “la paradoja de retirar una forma de una superficie en blanco que, a su vez, crea un agujero negro”. No para tapar, sino para dar forma a ese agujero negro –la experiencia real que angustia a la artista–, es como Kara Walker se adentra en el reino de las sombras del que, a su vez, habló Maksim Gorki.

“La noche pasada estuve en el reino de las sombras. Si supiesen lo extraño que es sentirse en él”, anotó el escritor ruso. Y es precisamente esa extrañeza la que siente el espectador que se adentra en la obra de Walker, en consonancia con la propia de la artista subyugada por sus más íntimas experiencias: “Hago arte para cualquiera que haya olvidado lo que se siente al luchar”, recuerda Kara Walker en otra cita recogida en la nota de prensa.

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En este sentido, diríase que en su trabajo lo que hace es tener presente lo apuntado por el poeta Rilke, cuando afirmó: “Todo lo que los hombres olvidamos, con el fin de hacer posible la vida, el artista lo descubre y agranda”.

Y lo que solemos olvidar, y Kara Walker revela, es la violencia que nos habita y de la que ella se hace eco mediante dibujos, grabados, esculturas, instalaciones y videos: un total de 44 piezas de la Colección Michael Jenkins y Javier Romero cedidas al Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), de donde viene la exposición ahora presentada en el IVAM.

Una violencia que, si bien ella localiza en el pasado esclavista de los Estados Unidos, allí donde el poder queda definido por su abuso –aunque para Michel Foucault abuso de poder fuera un pleonasmo–, lo extiende a todo tipo de prácticas –domésticas, sociales, sexuales– en las que el poder carece de límites provocando el dolor y la angustia de quien ocupa el lugar de la víctima.

“Mi trabajo siempre ha sido una máquina del tiempo que me catapulta hacia atrás a través de décadas y siglos para llegar a comprender de algún modo mi ‘lugar’ en el momento contemporáneo”, apunta la artista. Un lugar repleto de las sombras que, mediante las siluetas recortadas que trabaja de un modo poético, configuran escenas donde la violencia emerge como una de las constancias mayores en el devenir humano.

Una de las piezas de Kara Walker en la exposición ‘Kara Walker. Burning Village’, en el IVAM.

Sorprende, de entre todas ellas, un dibujo en el que una mujer toma a un hombre atado por las muñecas para su disfrute sexual, invirtiendo los términos del esclavismo, en una pirueta que refleja cómo el vaciado semántico de la palabra esclavitud puede ser llenado según quien posea el poder en determinado momento. Con ello, Kara Walker ­–en tanto artista imbuida de esas sombras repletas de claroscuros– reflexiona en su obra sobre las contradicciones que nos habitan.

De ahí, como señaló Blanca de la Torre, “el poder metafórico de la sombra”, con sus “claroscuros, penumbras y grises”. Claroscuros siempre relacionados con el propio cuerpo sometido a los vaivenes de la naturaleza humana, ya sea en forma del poder ejercido contra él por las fuerzas sociales –en este caso, esclavistas– o por la energía pulsional que aflora desde el interior del propio ser.

En una de las ilustraciones de la fábula ‘Freedom’ (‘Libertad’), una mujer negra medita bajo una palmera que parece la prolongación de su cuerpo, en ese juego de sombras chinescas que induce a la duda. El texto que acompaña a la imagen resulta, en este sentido, elocuente: “Creyendo que su acción ya estaba hecha, ella se sumerge profundamente en una meditación sobre la naturaleza de su nuevo mundo”.

Ilustración de la fábula ‘Freedom’, en la exposición ‘Kara Walker. Burning Village’, en el IVAM. Foto: Miguel Lorenzo.

Kara Walker no deja de interrogarse sobre esa dualidad de la violencia, tan pronto apuntando hacia el exterior de la observada en forma de abusos del poder, como hacia dentro, en tanto placer que, llegado a cierto punto, desencadena un similar goce destructivo. “Su obra no es complaciente. Fue una bomba visual sobre las narrativas de poder que escandalizó al mundo del arte en los 90”, subrayó Rosa Castells.

‘Habitar las sombras’, exposición planteada como una especie de prolongación natural de las tensiones lóbregas reflejadas en la obra de Walker, reúne más de 100 piezas de casi un centenar de artistas de la talla de Joseph Beuys, Tony Bevan, Louise Bourgeois, Carmen Calvo, Joan Cardells, Gilbert & George, Miquel Navarro, Isabel Oliver, Cindy Sherman, Susana Solano, Eulalia Valldosera o Santiago Ydáñez.

IVAM. Habitar las sombras
Vista de la exposición ‘Habitar las sombras’, comisariada por Rosa Castells y Blanca de la Torre, en el IVAM. Foto: Miguel Lorenzo.

Todos ellos –en una gran variedad de estilos y formas– siguiendo esa misma estela de indagación en “todo aquello que permanece en la penumbra”, según apuntó De la Torre. La muestra está salpicada de citas que subrayan ese carácter dual de la sombra, cuyos grises ponen en tela de juicio las categóricas sentencias de quienes asumen el poder de la palabra reducida a razón instrumental, allí donde el sujeto queda subsumido en cierta abstracción colectiva.

Así, la poeta y ensayista argentina Alejandra Pizarnik señala: “(…) todo en mí se dice con su sombra y cada sombra con su doble”, para, en otro apartado de la exposición, subrayar cómo “alguien proyecta su sombra en la pared de mi cuarto. Alguien me mira con mis ojos que no son los míos”.

¿No es esto mismo lo que hace Kara Walker con sus siluetas y sus sombras chinescas? ¿No refleja lo que ve, en ese universo marcado por la violencia de los tiempos de la esclavitud en Estados Unidos, ahora igualmente desplegada por los conflictos bélicos de difícil extirpación a lo largo de la historia, con ojos que tan pronto son de los otros como los suyos propios? El IVAM alumbra, con esa doblez expositiva, lo real de la violencia que se cuela por las grietas de tanto claroscuro.