Juan Pedro Font de Mora. Librería Railowsky

#MAKMAArte
‘Apropósitos’, de Carlos Cánovas
Gravador Esteve 34, València
40º aniversario de la Librería Railowsky
4 de octubre de 2025

A lo largo de cuatro décadas, Juan Pedro Font de Mora ha navegado entre libros y fotografías artísticas en un local de la calle Grabador Esteve de València que es un referente cultural en España. Railowsky, nombre homenaje a Cartier Bresson, ha superado marejadas, tempestades y maremotos cual frágil pero resistente navío.

Ha llegado el momento de celebrar esa larga travesía; y será el próximo 4 de octubre con la exposición ‘apropósitos’, de Carlos Cánovas, el primer fotógrafo que expuso en la galería, a cuya inauguración, a partir de las 18:00, están invitados todos los amigos de la casa. La muestra incluye una veintena de obras y permanecerá abierta hasta el 7 de noviembre de 2025.

«Jamás imaginé, cuando empezamos esta historia, que podría jubilarme en Railowsky», comenta Font de Mora, su gestor desde el año 2000 y también presidente del Gremi de Llibrers de València .«Yo era muy joven, 21 años, y pensaba que la librería iba a ser una etapa pasajera».

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Corría el mes de octubre de 1985, y junto a su hermano Pepe, un par de años mayor, e Ignacio Páes se lanzaron a la aventura en un local del Ensanche, cien metros repartidos entre librería y fotogalería.

«Nos inspiramos en Tartesos, una librería barcelonesa especializada en arte fotográfico. Mi hermano es un apasionado del tema y yo estudiaba Historia del Arte dentro de la carrera de Geografía e Historia. El nombre de Railowsky lo tomamos de un rótulo que aparece al fondo de una foto de Henri Cartier-Bresson en la que se ve un hombre saltando un charco, que simboliza el instante decisivo. Fue muy emocionante enterarnos, años después, de que el gran artista francés conocía nuestra existencia, pues nos mencionó en público».

Los primeros cuatro años fueron duros. Pepe Font de Mora tuvo que volver a la Diputación –donde trabajaba– tras tomarse un permiso, y Juan Pedro e Ignacio, con un sueldecillo de 10.000 pesetas al mes que se asignaron, se quedaron al cargo hasta que, a consecuencia de lo que se llamó ‘Efecto 2000’, Juan Pedro se quedó solo y tuvo que reinventar el negocio. Cuando las cosas comenzaban a funcionar, llegó el pinchazo de la burbuja. «Las pasé realmente canutas», recuerda. «Tuve que despedir a mi único empleado con gran dolor de corazón y recurrir a un crédito familiar, que con el tiempo pude devolver».

La pandemia de la COVID-19 fue la siguiente crisis. Un par de meses de cierre obligatorio que se consiguió compensar con las ayudas institucionales y privadas (unos bonolibros que recaudaron 10.000 euros entre los amigos y clientes históricos de la librería). Además del esfuerzo y perseverancia de Font de Mora, ellos son la clave de la larga existencia de Railowsky, algo inusual en un gremio muy sensible a los vaivenes de la economía, ya que para la mayoría de la gente los libros son un lujo prescindible cuando no se puede llenar la nevera.

«En realidad, somos un proyecto cultural más que un negocio, y cuento con mucha gente que me apoya, como Juan Fabregat. Si hemos sobrevivido es porque resistimos y mantenemos un buen nivel de calidad, algo que el público agradece en tiempos en los que se impone la basura y la vulgaridad».

La diversificación ha sido otra clave. En España no hay suficientes clientes para mantener una librería especializada exclusivamente en arte fotográfico, y, consciente de esta realidad, Railowsky incluye también libros selectos de arte, cine, diseño, comunicación y literatura en general. Hacer mucho con pocos recursos es la filosofía que le ha permitido sobrevivir.

Una programación de actividades culturales ininterrumpida, que incluye más de 300 exposiciones de fotografía, con la correspondiente difusión de los libros editados por los autores, más otro tipo de actividades como presentación de novedades, mesas redondas, veladas poéticas, etcétera.

Para funcionar a todo ritmo cuentan con la ayuda y el apoyo de un reducido grupo de colaboradores vinculados a la asociación Amics de Railowsky, y también la colaboración de instituciones privadas y públicas. En la lista de exposiciones destacan los nombres de Alberto Schommer, Ramón Masats, Xavier Miserachs, Bernard Plossu, Juan Manuel Díaz Burgos, Xurxo Lobato, Jean Dieauzaide, Koldo Chamorro Gary Winogrand, Mary Ellen Mark, Juan Manuel Castro Prieto, Ferdinando Scianna, Franco Fontana, Tina Modotti, Juan Rulfo…

Entre los premios recibidos, el de la Generalitat Valenciana a la Difusión del libro, en 2005, y la promoción de la lectura. En 2007, fueron finalistas al premio Librero Cultural que concede la CEGAL y, en 2009, se les concedió una mención especial dentro del mismo premio.

Font de Mora tiene muy claro su futuro. Tras su jubilación dentro de unos cuatro años, no piensa renunciar a la pasión que ha sido su motor este casi medio siglo. «Seguiré dedicándome a la difusión de la fotografía en la Fundación Railowsky, creada en 2018, aunque también he prometido a mi mujer que le ayudaré más en las tareas domésticas», bromea este infatigable librero con espíritu de agitador cultural.

Los ‘Apropósitos’ de Carlos Cánovas

Recreación de ‘Morning Sun’, de Carlos Cánovas.

Natural de Hellín (Albacete), pero residente en Pamplona desde poco después de nacer en 1951, Carlos Cánovas tenía 34 años y prestigio profesional cuando expuso por primera vez en Railowsky. Hoy ya es un maestro que acumula proyectos, libros y premios.

En torno a su último trabajo, ‘Apropósitos’, ha escrito estas líneas. «Contempladas a alguna distancia, las fotografías de una exposición parecen simples manchas apagadas, sin color, muertas. Cuando nos aproximamos, sin embargo, comprobamos que duermen un sueño vivo, intenso y sugestivo en su caja de cristal. Aún más cerca, se diría que las sombras tienen movimiento».

«El ojo –continúa– descubre, en la proximidad, colonias de parásitos –espectros, reflejos, brillos, resplandores, desenfoques– que viven allí, en la impostura, su vida efímera, a la vez discreta y ruidosa. Sucumbir al encanto de esos parásitos, pues también lo tienen, es convertirse en un parásito más. Cabe así la posibilidad de habitar en la imagen querida, penetrar y vivir en su misterio, ser un traidor y, a pesar de todo, desde la infidelidad, amarla para siempre».