Padre Nuestro. Migro Danza. Carme Teatre

#MAKMAEscena
‘Padre Nuestro’
Dirección general: Edu Migro

Interpretación: Edu Migro y Raúl Lledó

Asistencia coreográfica: Ana Luján

Dramaturgia: Javier Sahuquillo
Una coproducción de Migro Danza y Yapadú


Sala Carme Teatre

Gregorio Gea 6, València
Hasta el 21 de junio de 2025

La nueva pieza dirigida por Edu Migro profundiza en cómo la homosexualidad ha sido tratada en nuestro país en los últimos cien años y cómo se ha construido su relato. En esa búsqueda han aparecido desde las terapias de conversión, la ley de vagos y maleantes, pasando por el imaginario de Almodóvar o Los Javis.

Pero la figura que ha emergido con más fuerza es la del mítico poeta, absoluto y sacrosanto, incansable río de metáforas y evocaciones, el nunca suficientemente reverenciado Federico García Lorca. Cuando parece que no se puede decir más sobre el escritor granadino, su profundidad y su magnetismo vuelven a propiciar nuevas obras de arte. ‘Padre nuestro’ es la muestra palpable.

Y, para que esto suceda, se tiene que dar un buen caldo primigenio. Después de dos años, Migro Danza vuelve a estar ente las ‘Residencias de Creación’ de Carme Teatre, tras las muchas alegrías que le proporcionó hace dos años la pieza ‘Nardo’. En aquella ocasión, en la que contaba con un equipo bastante similar, le llevó a obtener el galardón a mejor bailarín en los premios del IVC.

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Sin embargo, parece que los premios no cambian nada y si bien, como admite el propio director, suponen un reconocimiento no solo a él, sino a todos sus colaboradores, con ‘Padre nuestro’ han tenido que volver a la casilla de salida.

En esta nueva pieza, la plasticidad recurre al universo taurino y no deja al espectador que se despiste. Las imágenes se suceden, una tras otra, soportadas por la solidez de los intérpretes. Un burladero, una chaquetilla de torero, unos zancos que junto con el cuerpo de Edu crearán un toro de carne y hierro, el galán, las muletas, el capote… Los elementos van encajando como un rompecabezas del mismo modo que volvemos a asistir, como en ‘Nardo’, a la perfecta sintonía que desempeña el equipo artístico. Con algunos de sus miembros hemos podido hablar después del estreno.

Raúl Lledó es su partenaire en el escenario. Formado como actor en Escuela Off, ha participado en varias producciones de Yapadú artística. Él carga sobre sus hombros gran parte del inicio de la obra. Su registro está más en el teatro musical, pero no le falta control corporal y no desentona al lado de la potencia visceral que es Migro.

Raúl explica que conoció el trabajo de Edu a través de redes sociales y que le atrajo por su enfoque original y expresivo. El proceso creativo, según relata, fue orgánico y fluido desde el inicio: Edu ya tenía muchas escenas pensadas y había explorado previamente con su propio cuerpo, por lo que, al integrarse al proyecto, Raúl se sumó a una dinámica de prueba y juego físico, con propuestas directas del director.

Aunque ya tenía experiencia en danza, al principio sintió cierto respeto por el reto corporal que implicaba la pieza. Sin embargo, el acompañamiento de Edu y la libertad para aplicar sus conocimientos previos facilitaron la adaptación. Define el proceso como agradable, natural y enriquecedor, una experiencia de aprendizaje desde el cuerpo, la confianza y la creatividad compartida.

Padre Nuestro. Migro Danza. Carme Teatre
Un instante de ‘Padre Nuestro’, de Migro Danza. Imagen cortesía de Carme Teatre.

En conversación con Javier Sahuquillo, nos explica que la dramaturgia de ‘Padre Nuestro’ se ha desarrollado en dos fases claramente diferenciadas. La primera consistió en un proceso de documentación exhaustiva sobre las temáticas propuestas por Edu Migro: las terapias de conversión, la influencia de la Iglesia en la sexualidad y el preocupante aumento de los ataques homófobos en España (un 33 % más en el último año).

A partir de esta investigación, Sahuquillo le planteó al director la necesidad de tejer un puente entre la España contemporánea y la España de los años 30, viendo claras resonancias entre ambos contextos históricos. Para articular ese diálogo entre épocas, propuso como eje central la figura de Federico García Lorca, símbolo de represión y deseo truncado.

Durante su investigación, descubrió a Juan Ramírez de Lucas, actor amateur de Albacete y presunta última pareja de Lorca, con quien el poeta planeaba huir a México. Al ser menor de edad (hasta los 21 años en la II República), Ramírez tuvo que volver a casa a pedir permiso paterno, momento en que Lorca quedó esperando en Granada… y fue asesinado. El dramaturgo destaca la última carta de Lorca a Juan, cargada de ternura y esperanza, escrita el mismo día de su muerte.

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Ana Luján describe su labor como asistente de coreografía destacando el carácter colectivo y orgánico del proceso. Partieron de las imágenes iniciales propuestas por Edu Migro, su foco principal estuvo en conectar y entrelazar esas escenas físicamente, buscando coherencia y fluidez en el desarrollo escénico de principio a fin.

Uno de los mayores retos fue equilibrar el lenguaje físico entre el bailarín y el actor, ya que, a diferencia de otras piezas anteriores como ‘Nardo’, en esta ocasión el elenco incluía perfiles distintos. Esto exigió encontrar un término medio entre danza y teatralidad, con un trabajo físico más híbrido que no respondiera a estructuras clásicas de coreografía como frases de ocho tiempos, sino que emergiera de la intensidad corporal y emocional.

El resto del equipo artístico lo componen Manel Ferrándiz en la composición musical y Joan Ipala como productor del tema ‘Jeremías 33:3’; Pablo Fernández en el diseño de iluminación, con Florín Badilici como técnico de luces, Edu Soriano en el diseño de sonido, Heidi Prada en la escenografía, y Modis Studio, Satanasa, Claudina García y Migro Danza en el vestuario y atrezo.

Hasta el 21 de junio, el casticismo kitsch, el deseo y la entraña se podrán disfrutar en la Carme Teatre, en esta creación única y digna de ser vista para tener presente que la historia (y, muchas veces, lo peor de nuestra historia) puede volver a repetirse. Que sea el arte nuestro antídoto.