Zelda

#MAKMALibros
‘Zelda. Luces y sombras de Zelda Fitzgerald’, de Nancy Milford
Bamba Editorial, 2022

La necesidad de sumergirse en la historia de Zelda Fitzgerald fue la simiente que dio vida al proyecto de Bamba Editorial. Corría el 2020, eran tiempos de confinamiento y Raquel Bada soñaba con materializar Bamba Mag, la revista digital de divulgación cultural iniciada en 2019.

Desde hace unos años, Raquel viene trabajando en la revalorización de la vida y obra de mujeres implicadas en la cultura. Actualmente, se rodea de un equipo formado por Cristina Pórtela, Laura Baufalc, Ana Herguedas, Paula Martins y Natalia Bosques. Aunque, de momento, la revista no goce del soporte físico, esta nueva vertiente de Bamba continúa la misma misión con un enfoque más ambicioso y arriesgado.

No solo hablan de libros, sino que los devuelven a la vida. Bamba ha pasado de rendir homenaje a resucitar a estas mujeres castigadas por la historia. El primer nombre en desvelarse fue el de Elena Quiroga. Le siguen Zelda Fitzgerald y Silvia Plath.

Zelda Fitzgerald

«Zelda es compleja, es errática, desborda». Una mujer que venía del futuro, se comenta. Como es habitual en la historia del arte, Zelda fue una de esas mujeres detrás de un gran genio, en este caso, de Scott Fitzgerald. Una mujer con talento, enigmática, perseverante hasta la extenuación, que no cabía en los moldes de su tiempo y hubo de autocensurarse para sobrevivir.

Cuentan en su biografía, escrita por Nancy Milford, que las grandes obras firmadas por Scott se basaban en los diarios personales de su compañera. Este, a su vez, se encargó de impedir que la obra personal de Zelda se publicara, puesto que haría peligrar la originalidad de sus novelas. Ella llegó a anunciar en un artículo que «el plagio empieza en casa».

Hacer esta revisión es una cuestión de honor y de justicia. Durante la presentación del ‘Zelda. Luces y sombras de Zelda Fitzgerald’ en la Librería El Imperio de València, el pasado 22 de diciembre, Raquel Bada no dudó en afirmar que, si el matrimonio Fitzgerald fuese contemporáneo, ella le ganaría la carrera en popularidad. Su talento es innegable y lo podemos apreciar ahora gracias a la traducción y reedición de Bamba. Más vale tarde que nunca. No podemos cambiar la historia, pero en nuestras manos está construir un presente más justo.

«Zelda venía del futuro, pero no pasa nada, la leemos ahora». A través de la vida de Zelda, aparecen temas tan actuales como las consecuencias de la autoexigencia, la brecha de genéro en los tratamientos psiquiátricos, la cara oculta (quemada) de la élite artística y la lucha por la independencia económica.

Zelda Fitzgerald, junto a Francis Scott Fitzgerald.

Aunque fuese este el libro que impulsó el proyecto editorial, el catálogo fue inaugurado por una reedición de ‘Tristura’, de Elena Quiroga. «Fue la primera mujer narradora en entrar en la Real Academia Española, en 1984, y sus libros no estaban disponibles. Eso me producía rabia a título personal», señala Bada.

Ambas, Zelda y Quiroga, comparten esa visión adelantada que se traduce en la ruptura de las formas lingüísticas. La diferencia es que Quiroga sí que llegó a disfrutar en vida de una valoración justa de sus obras. Fueron el paso del tiempo y la construcción de la historia desde una perspectiva masculina los que le arrebataron el prestigio que ya había ganado.

De este modo, Bamba se propone revalorizar el legado de la novelista y continuar con la reedición de su obra, con los títulos ‘Viento del Norte’ (Premio Nadal 1950) y ‘Escribo tu nombre’, la segunda parte de ‘Tristura’.

Siendo el sector editorial tan precario, hay que ser valiente para iniciar un proyecto como el de Bamba. Raquel Bada es de esas personas que arriesgan por sus sueños. Y ese cariño que vuelca en cada publicación se convierte en una librería llena de gente, muchas de pie, porque no hay sillas suficientes, todas impacientes por volver a la literatura del siglo XX, mientras nos rodean estanterías con los últimos Best Sellers de los gigantes editoriales.

En pequeños rincones (de la Librería El Imperio) se testan pequeñas revoluciones, cosecha de años trabajando por una cultura con perspectiva de género. Por último, otro indicador positivo: Raquel Bada afirma que, al contrario de lo que esperaba, están recibiendo un público bastante paritario: «Hemos interiorizado que las historias narradas por mujeres interesan solo a un segmento de la población, mientras que las historias narradas por hombres se presuponen universales».

Pero esta tendencia parece corregirse. Este es el inicio de un camino por la igualdad de género. Si tenemos voluntad de escucharnos, de leernos, de comprendernos, estaremos más cerca de concebir la humanidad en su totalidad.