Volkan Diyaroglu

#MAKMAArte
‘La versión primera era de otro’, de Volkan Diyaroglu
Galería Jorge López
Pare Jofré 26, València
Hasta el 2 de junio de 2023

“Yo que anhelé ser otro, ser un hombre / de sentencias, de libros, de dictámenes, / a cielo abierto yaceré entre ciénagas”, rubricaba Jorge Luis Borges en su libro de poemas ‘El otro, el mismo’ (1966), instituido, acaso, como una aspiración al encuentro indómito consigo mismo a través de su alter ego.

Una racional (y lírica) búsqueda de la identidad que Volkan Diyaroglu (Estambul, 1982), secundado por las ambiguas batidas del escritor argentino, revela a través de los ecos recursivos de su pintura en ‘La versión primera era de otro‘, con la que el artista español de origen turco retorna al horizonte expositivo de València de la mano de la Galería Jorge López.

“Debería haberme ido muchísimo antes de aquí”, confiesa un siempre caústico Diyaroglu, quien recala, de nuevo, en la ciudad a verbo libérrimo y en mangas desnudas y mediterráneas, portando consigo una beca del presupuesto de la ciudad polaca de Gorzów Wielkopolski, a cuyas orillas del río Varta –en el occidente del país– hubo encaminado las haciendas tras la primera convulsión de la pandemia, en 2020, dejando tras de sí dos intermitentes décadas junto al cauce del Turia, edificadas al paso de las obras completas de Mallarmé, algunos delacages y oscilantes vértigos.

Volkan Diyaroglu. Galería Jorge López
El artista Volkan Diyaroglu tras uno de los ventanales de la Galería Jorge López. Foto: Fernando Ruiz.

Entre medias y cronologías, una ubérrima trayectoria curricular que ha pisado el cosmos galerístico e institucional de Estambul, Oporto, París, Bruselas o Berlín, amén de la travesía en aguas colectivas e intercontinentales, cuya marejada venal ha sido generosa con su producción de grandes formatos y filosofemas.

“En España hay grandes pintores, técnicamente muy buenos, pero con lagunas para defender reflexivamente su trabajo. Es mi crítica hacia la pintura española contemporánea”, confiesa sin ambages un artista que, a carta cabal, se encuentra autorizado para esgrimir semejante radiografía.

“En Polonia, por ejemplo, debes defender teóricamente tu trabajo al inaugurar una exposición y todo el público permanece muy atento. En ‘Guernica’ tuve que impartir una conferencia posterior, incluso. Allí les interesa muchísimo más”, puntualiza Diyaroglu, evocando los afeites discursivos que hubieron acompañado a la exposición ‘Guernica Every Day‘, clausurada el pasado marzo en MOS, centro de arte de Gorzów Wielkopolski.

Volkan Diyaroglu
Volkan Diyaroglu junto a una de las obras de ‘La versión primera era de otro’. Foto: Fernando Ruiz.

Una vasta arquitectura en la que expandir, con carácter premonitorio –“entré en la programación un año y medio antes de la guerra de Ucrania”, matiza–, su iracunda presentación psicogeográfica de las guerras internacionales y la economía global, entre neblinosos retratos de Adam Smith y Milton Friedman y la febril y pustulante mercantilización ultracapitalista.

“En Polonia tenía las dimensiones adecuadas para hacer esta locura de giros. Cuando tú expones importa el espacio, especialmente en mi trabajo”. No en vano, “lo que más me gusta es dar giros. Si no das giros, ¿qué haces?”, se interroga el artista. “Si no, es como estar cuarenta años haciendo lo mismo… Además, no vivimos en un mundo así, como antes. No vivimos en un mundo sensato; estamos bombardeados con imágenes e información”. Por esa razón, “¿cómo voy a estar obsesionado solo con una cosa y dando pequeños pasos?”.

Una derivación, la de Volkan, sustentada por un natural sentido de la entropía, cuyo (des)orden adquiere sugestiva semántica al fragante paso de las inquietudes y el tiempo. “Al cabo de dos o tres años, al tomar distancia, se crean series” tras las que aquellos giros posibilitan el discernimiento. “En Occidente hay una forma de pensar muy lineal: todo tiene que ser lógico, sin contradicciones… En mi obra tampoco hay, pero es cuestión de invertir el proceso. Algunos pueden sentirse incómodos trabajando así”.

Volkan Diyaroglu. Jose Ramón Alarcón
Volkan Diyaroglu y Jose Ramón Alarcón durante un instante de la entrevista. Foto: Fernando Ruiz.

Tal vez por ello, donde otros creadores se extravían, Diyaroglu encuentra una lucidez primera que conduce, inexorable, a revisitar su propio trabajo. Un retorno que trasciende al eterno y cíclico de los estoicos para encamarse junto a Hegel y tratar de resolver aquello de que el final afecta al proceso. Un modo de tomar refugio, entonces, bajo los conceptos de materialidad y alteridad como “idea que me ha acompañado en los últimos años”.

Una obsesiva búsqueda plástica de magras certezas, henchidas de dubitaciones: “¿Qué es una imagen? ¿Qué es un cuadro?”, se interpela el artista ante ‘La versión primera era de otro’. Si en su anterior exposición en España, ‘Alienación‘ –que acogió el Centro de Arte Tomás y Valiente (CEART) de Fuenlabrada en 2022–, de la imagen evisceraba una virulenta crítica –perfumada por Herbert Marcuse y la Escuela de Fráncfort– hacia los pensamientos únicos totalitarios, en la Galería Jorge López, por contra, la imagen se torna recursiva y adquiere una categoría conceptual que merodea el ‘efecto Droste’: una narración imbricada sobre sí misma en la que todo es repetición –matemática y morfológica–.

Acaso un mise en abyme, una reproducción perpetua de nosotros mismos. “Siempre somos nosotros, pero tenemos un imaginario observador, el otro (la figura paterna, el poder, la sociedad) que siempre nos acompaña”, anticipa Volkan. “Al mismo tiempo, también otro (yo) que, mientras pinto, también soy otro yo”. Un vesánico y fascinante punto de partida que porta a cuestas la gran incógnita: “¿Cómo reflejarlo en pintura? ¿Cómo conceptualizarlo?”.

Volkan Diyaroglu. Lost Horizon + Self-Portrait
‘Lost Horizon + Self-Portrait’, de Volkan Diyaroglu. Imagen cortesía la Galería Jorge López.

“Miramos fuera del mundo a través de una pantalla, pero también estamos contemplados por la cámara. Por eso empecé a hacer reflejos de mi pintura: porque todo es reproducción, copia”. Volkan Diyaroglu se enconmienda, entonces, al hallazgo de su propia obra como pura imagen digital. “Pinto mis cuadros, los fotografío, los guardo y luego los veo, por ejemplo, en un ordenador o en el teléfono. Por eso digo que mis cuadros son como copias vistas a través de una pantalla”, afirma junto a pieza ‘Lost Horizon + Self-Portrait’ (2021-2023).

“Salió de ahí, planteándome cómo sería un triple cuadro, en formato responsive. Cómo los vería en una pantalla pintados así”, asevera de una obra con la que formula un planteamiento escenográfico a partir de una pintura precedente reconfigurada, ahora, como una tentación surrealista –“Magritte, uno de mis favoritos”– desde la que henchirse de razones. “La pintura, en verdad, es una escuela de filosofía. Por eso solo quiero hacer pintura y no salirme mucho de ella”.

‘The Big Other’, de Volkan Diyaroglu. Imagen cortesía la Galería Jorge López.

Un inasible camino que enfoca sus únicas convicciones posibles sobre sí mismo: “Soy un hiperrealista de mi propia realidad. Pinto cuadros hiperrealistas de mis propios cuadros”. Un itinerario autorreferencial para acercar su pintura al cobijo del pensamiento lacaniano, erigido aquí como un ‘The Big Other’ de patrones arlequinados y amarillos con el que designar la alteridad radical que trepida en sus persuasiones expositivas.

¿En qué medida afecta, entonces, el imperio de la razón sobre la urgente fisicidad del trabajo en el estudio? “Antes no podía pintar un cuadro en más de un día. Todo era muy rápido e intenso. Ahora es un proceso más racional, intento conceptualizar, pero sin hacer obra conceptual. Tiene que ser mi obra y desde fuera conceptualizarlo. Y luego llevarlo a las pantallas. Eso hace que el proceso sea ahora más lento: porque mientras hago, pienso”.