VIVA LA LIBERTÀ (Roberto Andò, 2014)

Discurre en Italia pero podría ser en cualquier otro país europeo en el que la clase política está en entredicho aunque cierto es que existen connotaciones que le van más al pelazo si se trata del país transalpino. Evidentemente «Viva la libertà» es ficción pero tiene ese puntillo de actualidad que la hace más atractiva. Más de uno (o una) de los que estamos hasta las santas pelotas (u ovarios) de tanto político infame, impostor y decadente, podemos llegar a sentir goce, e incluso aprecio, por esta película de Roberto Andò.

Cartel de la película
Cartel de la película

Ojo, no es que sea una obra maestra del cine ni mucho menos pero es entretenida, está bastante bien montado un guión, digamos, rocambolesco y bastante inverosímil y, por qué no decirlo, estoy seguro que a más de uno nos agradaría que sucediera algo así entre tanta hipocresía, falsedad y degradación de la “buena casta política democrática” y de su entorno mediático.

A esta especie de quimera política se le podrían reprochar algunas cosas, empezando por esa pasividad que envuelve a la mayoría de personajes que aparecen. Pero ahí esta él, Toni Servillo (“La gran belleza”, “Il Divo”, “Gomorra”,…) que, con su doble papel, consigue hacer bastante atractivo este film. Esa doble representación consiste por una parte en ser el Jefe del partido de izquierdas en la oposición y por otra su hermano gemelo, filósofo e intelectual recién salido de un psiquiátrico.

Viva la liberta 2

Es precisamente este último, el supuesto “chiflado pensador”, como medida de solución del entuerto por parte del partido político quien recoge mayor centro de interés y de morbo al sustituir a su hermano que, hastiado y agobiado, ha dejado a un lado sus responsabilidades para refugiarse en Paris junto a la familia de una novia de la juventud.

Y es ahí, en ese cambio, cuando su mensaje y sus respuestas, muchas veces improvisadas y sorprendentes, que en un momento determinado podrían evocar al discurso de Chaplin en “El gran dictador”, calan de forma esperanzadora en una buena parte del pueblo tanto por su sinceridad como por su inmediatez y, muy posiblemente en cosecuencia, sobre los espectadores de turno. La clave, el mensaje de la peli podría ser algo así como que la libertad debe tener un precio, y ese precio a nivel político está en la veracidad y en la proximidad con la gente.

Puede que lo peor sea un final que queda algo impreciso y confuso sobre la línea a seguir, y no porque el futuro es impredecible sino porque desluce lo más labrado de esta ilusionante fábula basada en una suplantación original y honesta, y es que si no hay regeneración clara parece que pierda sentido tanta historia rocambolesca, o quizás no.

Sea como fuere, lo mejor, sin duda, me reitero, es el trabajo de Toni Servillo, especialmente en la referida parte ilusionante de una de sus dos caras del personaje para un ansiado cambio dentro de una revolución que nunca llega, con frases enormes tales como “la única alianza posible es con la conciencia de la gente” o “los políticos son mediocres porque los electores son mediocres”.

Juanjo Mestre