Mordiendo la manzana

Centro del Carmen

Inés Parcero, Marta Pina, Cecilia Segura

Valencia

C/Museo, 2

Hasta el 12 de mayo

El 75 cumpleaños de la Blancanieves de Walt Disney ha servido de excusa para revivir el clásico popular de los Hermanos Grimm. Hasta tres adaptaciones cinematográficas, protagonizadas por Julia Roberts, la crepuscular Kristen Stewart y Maribel Verdú, han coincidido en las pantallas. El Consorcio de Museos no se ha quedado atrás. Su Proyecto 3CMCV, de apoyo a autores emergentes, ha tenido igualmente a Blancanieves como pretexto temático. Inés Parcero, Marta Pina y Cecilia Segura, de entre un total de 39 propuestas, han sido las seleccionadas. Sus trabajos pueden verse en el Centro del Carmen hasta el 12 de mayo.

Y como Blancanieves, al igual que muchos de los cuentos infantiles, está siendo objeto de las oportunas adaptaciones a los tiempos actuales, Parcero, Pina y Segura han hecho lo propio. Así, los príncipes azules ahora resulta que “destiñen”, lo mismo que Caperucita roja es más bien “la roja”, luchadora en lugar de sumisa, según mandan los cánones de nuestra contemporaneidad. Tan luchadora que, en el caso de la propuesta de Cecilia Segura, titulada Snowy invaders, Blancanieves se convierte en una suerte de Lara Croft despiadada que asesina a los machistas enanitos.

SEGURA: TAPICES Y VIDEOJUEGO

A partir de una serie de tapices de punto sobre cáñamo, Segura representa a Blancanieves en tres “viñetas”. Y lo hace tomando como referencia la frase de los enanitos que más o menos vienen a decir: “Si cocinas, haces las camas, lavas, coses, tejes y mantienes la casa limpia y ordenada, entonces puedes quedarte con nosotros”. Blancanieves, en lugar de aceptar, monta en cólera y… “En el video juego que complementa a los  tapices, Blancanieves se dedica a matar enanitos”, señala Cecilia. El video juego sigue la estética del famoso Space invaders de los 80, sólo que en lugar de marcianitos hay enanos, y la nave espacial es Blancanieves. “No hay final feliz, porque a la heroína también se le acaban las tres vidas de que dispone”.

La corrección política que edulcora los cuentos populares se centra en la violencia, pero el machismo, a juicio de Segura, sigue imperante. “No se cambia el papel pasivo de las mujeres”. Nada que ver con Snowy invaders, ni con las otras dos propuestas: Mordiendo una manzana (Parcero) y Blancanieves versus Margarethe (Pina).

PARCERO: MANZANAS TRAIGO

En la instalación de Inés Parcero, la fruta deseada, tan roja como apetitosa, es la que propicia la interactividad con el cuento. El espectador, al coger una de las manzanas apiladas en un cesto y morderla o no, es el que desencadena las secuencias proyectadas en una pantalla. Secuencias pertenecientes a la película de Walt Disney.

La manzana y su letárgico veneno permiten a Inés Parcero recrear el efecto alucinatorio del cuento. Incluso la propia artista se ve inmersa en las imágenes, como si hubiera comido la manzana. Así, el cuento va y viene, del sueño a la pesadilla, movido por los sucesivos mordiscos del proyecto expositivo. También hay una referencia homenaje al padre de la computación moderna. “Turing también murió tras comer una manzana envenenada”, subraya Parcero. Lo de Alan Turing, más que para un cuento, da para una novela. Pero esa es otra historia.

PINA: INVENCIÓN VERDADERA

Como otra bien distinta es la historia que plantea Marta Pina en torno al personaje real en que pudieron basarse los Hermanos Grimm para crear Blancanieves. “Vi que había una serie de datos que se repetían”. Pina los tomó como punto de partida para su Blancanieves versus Margarethe, una recopilación de documentos y fotografías que simulan ser el rastro que llevaría de la ficción a la realidad. El álbum fotográfico privado de Erwin Schoeller sobre la condesa alemana Margarethe Von Erthal, la supuesta Blancanieves, es la base de esa ficción documental.

Para ello, Marta Pina se sirve de documentos por ella misma creados y de viejas fotografías. “Utilizo recursos del documental para crear una ficción”. Una ficción acerca de Margarethe o Blancanieves, tanto monta, para conectar en bucle lo aparentemente verídico con lo irreal. Y aunque la artista subraye que “todo es finalmente inventado”, el recorrido por su montaje expositivo deja la sensación de verdad a partir de una mentira. Como los cuentos mismos, a los que Marta Pina, Inés Parcero y Cecilia Segura ajustan las cuentas. 

Salva Torres