Un dinar un dia qualsevol
Ferran Torrent
Ferran Torrent es sin duda el escritor de la terra que más ha contribuido a poner Valencia en el mapa literario y, además, en dos idiomas: valenciano y castellano. Con una impecable trayectoria de casi treinta años y una veintena de novelas, cuatro de ellas llevadas al cine, se mantiene fiel a sí mismo en su último título, ‘Un dinar un dia qualsevol’ (Una comida un día cualquiera), donde habla sin tapujos ni medias tintas de la corrupción a gran y pequeña escala, de crímenes privados y públicos.
Con un ritmo intenso de un libro cada dos años, Torrent ha necesitado algo más de tiempo para culminar éste, que inició como un reportaje en profundidad sobre la corrupción en la Comunidad Valenciana. En vista de que “lo que contaba no se podía contar, porque no se podía demostrar”, dice, optó por la ficción en la que, en este caso, cualquier parecido con la realidad es previsible.
Así, entrelaza dos temas, la crisis del Valencia CF y la aparición del cadáver de un adolescente magrebí en un vertedero. Corrupción y basura en una doble metáfora. El veterano periodista Marc Sendra es la cámara que visualiza una realidad dura y compleja, con ayuda de un policía, un cura y un par de delincuentes de poca monta.
“Temas hay muchos y cada uno debe de escribir sobre lo que le gusta con entera libertad”, afirma Torrent. “Yo hablo de Valencia no porque haya aceptado una especie de misión, sino porque es el terreno que mejor conozco. Además, es una ciudad perfecta para hacer literatura”.
En esta ocasión Torrent no sólo visita los barrios marginales, también deja vagar su mirada por la Valencia del glamour. “Hago un recorrido gastronómico y cultural por la Valencia más digna a través de su arquitectura, del Modernismo y de la alta cocina”, comenta. La alusión del dinar del título es un referente al hecho incuestionable de que “los asuntos importantes siempre se tratan en torno a una buena mesa”.
El escritor de Sedaví no quiere entrar en el tema del caloret, que le tiene francamente irritado. “Siempre somos noticia por lo malo y el lamentable episodio del caloret se suma al asunto de la corrupción”. Habría que reivindicar la Valencia “de los creadores, enterrados por la mala política, sepultados por la marca de la mediocridad”, dice.
La mayoría absoluta de la administración pública es la causa de los males de esta Comunidad. Su origen se remonta al multitudinario mitin del PP que congregó a 70.000 personas en Mestalla, siendo presidente Zaplana. “Tengo la sensación de que en ese momento se inició el desastre”.
Cuatro de sus novelas han sido llevadas a la gran pantalla con desigual fortuna, él mismo las juzga con estas palabras: “La primera ‘Un negre amb un saxo’, resultó ser una película regular tirando a mala; luego se adaptó ‘Gràcies per la propina’, que fue buena; le siguió ‘L’illa de l’holandés’, que también me gustó; finalmente ‘La vida en el abismo’, adaptada por Ventura Pons, que pasó a llamarse ‘La vida abismal’, fue horrorosa, no me gustó nada”.
Pese a nutrir gran parte sus historias en las miserias y grandezas del poder, Torrent confiesa que no alienta ninguna ambición política, a diferencia de otros creadores valencianos, que últimamente se han adscrito al PSOE; Carmen Amoraga o Miquel Navarro.
Tampoco cree que se esté remontando la crisis, aunque la gente empieza a acostumbrarse a ella. “La ventaja de vivir en un pueblo es que te permite tomar mejor el pulso de la calle y medir la evolución de la recuperación y la crisis”, comenta. “Observo que se está gastando un poco más, el consumo se anima, pero ello no se debe a la recuperación, sino a que la gente ya se ha acostumbrado a la situación y ha perdido el miedo”, concluye Ferran Torrent.
Bel Carrasco
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