Transilvania

#MAKMAArte
‘The Saxons of Transylvania’, de Vicent Sáez y Pascual Martínez
Comisaria: Mónica Lozano
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert
Casa Bardín
San Fernando 44, Alicante
Hasta el 28 de octubre de 2022

Vicent Sáez y Pascual Martínez son dos fotógrafos asentados en Murcia que colaboran juntos desde 2014, cuando, gracias a una residencia artística en Bucarest, descubrieron todo lo que Rumanía podía ofrecerles.

Su concepción de la fotografía parte de la exploración de las relaciones humanas. Así, desde una perspectiva predominantemente antropológica, exploran la sociedad y sus realidades. Durante la residencia antes mencionada, el dúo investigó la conexión de los habitantes de aquellos territorios con su naturaleza más próxima y salvaje.

Surgió así ‘The tree of like is eternally green’, que obtuvo como resultado un interesante fotolibro compuesto de imágenes en el que el paisaje –árido e industrial al mismo tiempo– se posiciona como protagonista, pero que explora las intrínsecas costumbres que ahondan todavía hoy en sus habitantes. Desde la inmersión de este proyecto más centrado en lo natural, pasaron a ‘The Saxons of Transylvania’, cuyas vertientes e interesante recorrido puede disfrutarse en Casa Bardín, hasta el próximo 28 de octubre, gracias al V Concurso de Arte que convoca anualmente el Instituto Juan Gil-Albert.

Así es como surge ‘The Saxons of Transylvania’, un proyecto que muestra las ideas de los artistas tras una estancia en Rumanía muy ligada al territorio. Tras el tiempo pasado allí, les fue inevitable fijarse en las cruces y crucifijos que pueblan casi todo el país y donde la gente, asiduamente, coloca ofrendas. Según cuenta la hoja de sala, los artistas averiguaron que se trataba de “un testimonio de la confianza en Dios de los rumanos”, un modo de ofrecer seguridad espiritual a “aquellos que no tenían una cruz sobre sus cabezas”.

A través de la investigación sobre estos símbolos, Vicent Sáez y Pascual Martínez se fueron adentrando en territorio inhóspito (en diversos sentidos) hasta encontrarse con los últimos sajones de Transilvania, una pequeña comunidad luterana que resistió en Rumanía tras una persecución en masa que llevó a más 70.000 personas a los gulags de Siberia, al ser acusados de colaboración con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

La exposición relata estos hechos de manera cronológica y cómo afectaron a la vida actual de aquellos transilvanos a través de documentos, fotografías, objetos de época, testimonios y otro tipo de materiales que aportan a la muestra un cariz donde lo documental y lo artístico se entrelazan. Se trata de un trabajo multidisciplinar que incide en la historia familiar de los Baltes a través de un archivo personal que, a modo de objeto encontrado, se expone fragmentado, rasgado y sobre un fondo fotográfico intervenido. Ese fondo de tonos rojizos refleja el contexto de opresión durante la época del Terror Rojo.

Marlene Stanciu. Cincu (2017). Fotografía cortesía del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert.

Mediante los audios y las imágenes, los artistas y la comisaria, Mónica Lozano, crean una narración documental para acercarnos a gran cantidad de referencias. Por ejemplo, al inicio se realiza una comparativa con el cuento tradicional del ‘Flautista de Hamelin’, leyenda muy arraigada en la zona por explicar, en algunas de sus versiones, el éxodo de alemanes jóvenes hacia el este de Europa entre los siglos XII y XV.

Relatos relacionados con las colonizaciones y el arraigo que cuentan los orígenes de Transilvania, su importante contexto natural; pero también el contexto multicultural, ya que rumanos, húngaros y romaníes no solo pueblan actualmente los territorios, sino que tienen una historia común desde época medieval.

En formato video se recoge un curioso ritual, de raíces paganas, al que se van superponiendo imágenes documentales de corte bélico. No parece insinuarse posición política, solo una forma de contrastar lo cotidiano con el horror de la guerra. Más adelante, Sáez y Martínez adjuntan testimonios, libros e, incluso, datos de ventas de personas ilegales en los años 60. No es de extrañar que, en el audiovisual, a modo de estructura básica de documental, uno de los entrevistados declare: “Los sajones siempre están asustados”.

En contraste, en un segundo nivel, la exposición continúa hacia las vidas actuales de los últimos sajones que se dedican a recuperar sus raíces con el objetivo de proteger su patrimonio –mueble e inmueble–. Marlene Stanciu, personaje recurrente en varios momentos de la muestra, es sin duda una figura que representa la valentía. Ella y su marido se vuelcan, día a día, en recuperar sus tradiciones.

A través de ellos, el testimonio se vuelve escrito en un último audiovisual en el que varias frases se encadenan bajo un paisaje claramente identificable con la zona. Este hecho redondea una exposición con un marcado carácter reivindicativo en la recuperación de la memoria. En un último resorte, se colocan imágenes de la boda de los jóvenes protagonistas, a la que los artistas fueron invitados de honor.

Al explorar estas situaciones reales –esta especie de microhistoria emocional–, Pascual Martínez y Vicent Sáez dibujan un pulcro relato sobre la identidad sin caer en clichés, ahondando en la objetividad histórica desde la perspectiva artística, esa que amplifica la emoción de descubrir nuevas realidades en territorio lejanos.