Shigeru Onishi

#MAKMAArte
‘En busca del meta-infinito’, de Shigeru Onishi
Comisariado: Vicent Todolí
Bombas Gens Centre d’Art
Colaboran: FOAM (Fotografiemuseum Amsterdam) y MEM (Multiply Encoded Messages, Tokio)
Avenida de Burjassot 54-56, València
Del 8 de abril de 2022 al 22 de enero de 2023

La historia de Aquiles corriendo tras una tortuga, sin posibilidad de darle alcance, es una de las paradojas de filósofo griego Zenón. La explicación, desde la lógica matemática, es que, al haber infinitesimales puntos en el espacio, por mucho que corra Aquiles nunca podrá abarcar todas las posiciones de ese universo infinitesimal por el que discurre la tortuga en su avance infinito. En ese universo, todas las posiciones son intercambiables y, por tanto, no hay forma, en su constante reversibilidad, de encontrar sentido alguno al flujo de aconteceres desplegados.

El artista japonés Shigeru Onishi sigue esa misma lógica a la hora de producir su obra, elocuentemente titulada ‘En busca del meta-infinito’, de la que se hace eco Bombas Gens Centre d’Art de València. Se trata de su primera exposición en Europa, integrada por 68 fotografías -nueve de la propia Colección Per Amor a l’Art- y 29 pinturas abstractas a tinta, que se muestran por primera vez fuera de Japón.

Vista de la exposición ‘En busca del meta-infinito’, de Shigeru Onishi, en Bombas Gens. Foto: Miguel Lorenzo.

“Las paradojas son parte esencial de su obra”, resaltó Vicent Todolí, comisario de la exposición que ya recoge, en ese ‘meta-infinito’ del título, el gusto de Onishi por las contradicciones. Como el gato, del físico Erwin Schrödinger -autor de otra famosa paradoja-, que podía estar vivo y muerto a la vez, en el estado de superposición cuántica descrito por el investigador austriaco, también las pinturas y fotografías de Onishi aluden a esos estados de la percepción lógica que ponen en entredicho el sentido.

De hecho, es precisamente la imposibilidad para alcanzar sentido alguno, dada la evanescencia de las formas, basadas en gestos y trazos intuitivos, a la manera de la escritura automática de los surrealistas, lo que convierte la obra de Shigeru Onishi en un territorio de sensaciones para el que no hay mapa que valga. En medio de ese desconcierto -caracterizado por “la constante experimentación y la toma de riesgos”, según apuntó Sandra Guimaraes, directora de Bombas Gens-, emerge la figura inclasificable del artista japonés.

Una de las fotografías de la exposición ‘En busca del meta-infinito’, de Shigeru Onishi, en Bombas Gens.

“No le gustaba formar parte de ningún movimiento artístico”, señaló Todolí, por mucho que se le adscribiera a cierta vanguardia japonesa o al género conocido como bokusho. Su obsesión por las matemáticas, le llevó en todo momento a querer trascender los límites del espacio y del tiempo introduciendo en su obra proposiciones lógicas, a modo de las incógnitas que hay que despejar en cualquier ecuación.  

Un matemático, dejó dicho Charles Darwin, es un hombre ciego en una habitación oscura buscando un gato negro que no está allí. Onishi diríase, como Aquiles o ese hombre ciego darwiniano, perseguido por una misma obsesión de encontrar en el sinsentido, el sentido mismo del arte. De hecho, el arte -al menos para él y para cuantos lo entienden como el espacio de interrogación por antonomasia- es el lugar idóneo para explorar, mediante las formas puestas en juego, el interior de uno mismo y del universo en el que se ubica.

‘En busca del meta-infinito’, de Shigeru Onishi, en Bombas Gens. Foto: Miguel Lorenzo.

“Onishi creía en el azar y la incerteza”, dijo Todolí, al igual que en la topología que le permitía ceñir el caos hacia el que se aventuraba. “La topología requiere de gran concentración y soledad. El concepto de desvanecimiento también es importante en su trabajo”, añadió el comisario. Desvanecimiento de las formas, tras las cuales se adivinan -sobre todo en sus fotografías- algunas figuras que parecen emerger de algún fondo onírico, cuando no de la más oscura pesadilla.

Y es que el riesgo asumido por el artista -por todo buen artista- consiste en ir al encuentro de ese fondo real, allí donde la materia se ofrece en su sinsentido poniendo a prueba la valentía de quien asume el desconcierto de la existencia. Por eso, como apuntó Todolí, Onishi ejercía cierta violencia sobre los negativos de la película fotográfica aplicando pinceles, esponjas o vertiendo líquidos que desvirtuaban su color, con el fin de arrancarle a la materia las formas que se le resistían.

Fotografía de la exposición ‘En busca del meta-infinito’, de Shigeru Onishi. Imagen cortesía de Bombas Gens.

En su búsqueda de ese ‘meta-infinito’, Onishi no dudaba en ir “más allá de sus propios cálculos”, como indicó Susana Lloret, vicepresidenta de Bombas Gens, para someterse a los dictados de las propias incógnitas que afloran en su obra, abriéndose paso por entre gestos, manchas y trazos hacia “lo que no se puede aprender, lo que se desvanece y lo que se aleja, como la luz en el universo”, señaló Todolí, utilizando palabras del propio artista.

‘En busca del meta-infinito’, que Bombas Gens acoge hasta enero de 2023, es una oportunidad única para descubrir la obra singular de Shigeru Onishi. Una obra basada en la experimentación con los materiales fotográficos y pictóricos -el frágil papel de arroz y la peculiar tinta sumi-, en ese anhelo por parte del artista japonés de ampliar los límites de la percepción; sin otro objetivo que desencadenar la perplejidad de quien asiste a la emergencia de una belleza desconcertante.

Shigeru Onishi
‘En busca del meta-infinito’, de Shigeru Onishi, en Bombas Gens. Foto: Miguel Lorenzo.