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Sebastião Salgado (1944-2025)
Obituario
El 23 de mayo de 2025, el mundo perdió a uno de sus grandes testigos. Sebastião Salgado, fotógrafo brasileño cuya obra ha marcado la historia visual de las últimas décadas, murió dejando tras de sí un legado monumental, tanto en el arte como en el compromiso ético.
Salgado no solo documentó el mundo: lo pensó, lo caminó, lo sintió. De ‘Trabajadores’ a ‘Éxodos‘, de ‘Sahel’ a ‘Génesis,’ recorrió los márgenes de la humanidad, fijando su mirada en aquellos que rara vez son vistos. Campesinos, migrantes, refugiados, víctimas de guerras, pueblos originarios…, su cámara captó la dignidad en medio del sufrimiento, la belleza en lo extremo.
A menudo se ha dicho que su fotografía es épica, y lo es: por la escala, por la composición, por el aliento casi bíblico de sus imágenes. Pero también es profundamente humana. En un tiempo saturado de imágenes rápidas y desechables, Salgado apostó por el tiempo largo, por el blanco y negro, por la inmersión. Iba a los lugares, se quedaba, hablaba, compartía. Hacía de la fotografía un acto de presencia.
Su última gran serie, ‘Génesis’, fue también un giro hacia la esperanza. Después de décadas mostrando la herida, Salgado se volcó a retratar lo intacto: paisajes, animales, comunidades que aún viven en armonía con la naturaleza. Era su forma de decir: todavía estamos a tiempo.
Pero, tal vez, su gesto más radical no fue fotográfico, sino vital. Junto a su esposa, Lélia Wanick Salgado, emprendió hace más de dos décadas un proyecto titánico de reforestación en el Valle del Rio Doce, en Minas Gerais, Brasil. En su finca, devastada por la deforestación, plantaron más de dos millones de árboles.
Donde no había más que polvo, volvió a brotar un bosque. Lo llamaron Instituto Terra, y desde allí promovieron la regeneración del ecosistema y la educación ambiental. Salgado no solo fotografió el mundo: quiso repararlo.
Su muerte deja un vacío difícil de llenar, pero su obra permanece como una forma de resistencia: frente a la indiferencia, el compromiso; frente a la devastación, la siembra. Salgado nos mostró que la fotografía puede ser una forma de justicia, y que mirar con profundidad es, también, una forma de cuidar.
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