Santiago Posteguillo

#MAKMALiteratura
‘Maldita Roma’
Entrevista a Santiago Posteguillo
Ediciones B
Tapa dura. 896 páginas

Menos ingenuo o, al menos, más realista. Así es el Julio César de Maldita Roma (Ediciones B), la segunda entrega de la saga que Santiago Posteguillo dedica al más conocido de los políticos de la antigüedad. Con la vista puesta en el horizonte de la Guerra de la Galias, en esta entrega (de un total de seis) Julio César huye al exilio, pero con una idea en la cabeza: volver a Roma. En total, una novela de casi 900 páginas que es imposible dejar de leer.

Coincide la publicación de ‘Maldita Roma’ con el estreno de ‘Napoleón’, de Ridley Scott, y le están dando hasta en el DNI por las licencias que se toma. ¿Hacer ficción sobre la historia es un campo de minas?

Yo creo que la gente suele confundir la forma de evaluar una película o una novela histórica. Que yo opte por hacer unas novelas históricas muy fieles a la realidad no quiere decir que sea la única forma de hacerlo. Scott es un gran director, y aunque de ‘Napoleón’ no opino porque aún no la he visto, sí puedo hablar de ‘Gladiator’, que la conozco y me toca más de cerca.

En ella hay escenas que me llaman la atención, como cuando Cómodo (Joaquín Phoenix) asesina a su padre, Marco Aurelio (Richard Harris), que en realidad murió de una enfermedad. Seguro que los guionistas pensaron que la mejor forma de retratar la maldad de Cómodo es que matara a su padre, pero yo creo que es innecesario desde el punto de vista histórico, ya que se ve a lo largo de la película lo miserable que era.

Russell Crowe, en ‘Gladiator’, de Ridley Scott.

Pero desde el punto de vista del entretenimiento, ‘Gladiator’es una maravilla, muy bien hecha… La escena vista así puede tener sentido. Yo distingo entre esas cosas y cuando vaya a ver ‘Napoleón’ no consideraré que es buena o mala en función de su fidelidad a la historia, sino de si me engancha y si es una buena narración. Personalmente, como autor, prefiero ser más fiel, pero otros no, aunque hay que asumir que habrá un grupo de gente que te juzgará por lo fiel que eres a la Historia.

¿Dónde se pone el límite en la ficción literaria?

Hay una cuestión previa. ¿Cuál es la verdad histórica? ¿Qué pasó realmente? Hablando de Roma, ¿acaso Tito Livio es la Biblia? ¿No era subjetivo Suetonio? Procopio hizo dos versiones de la historia de los Césares, la oficial y luego la historia secreta. Está bien tener a mano las fuentes clásicas, y yo lo hago, pero a veces se contradicen.

Hay hechos sobre los que no hay debate, por ejemplo, que a César lo mataron el 15 de marzo del 44 pero no sabemos cuántas puñaladas le dieron: Plutarco dice 23 y Nicolás de Damasco, 35. A partir de ahí, está bien tener en cuenta las fuentes, pero estas, a veces, están sujetas a error o invención.

Si hasta Herodoto decía que había datos que se los había contado nosequién en una taberna: no sabemos si eran verdad, pero han pasado a la historia. Y luego está el que dice que el barco no salió de este puerto sino de este otro, y que ese dato es fundamental… pues vale.

Supongo que si su nieto hereda su talento y en 50 años escribe sobre Julio César no será el mismo que conocemos nosotros.

De estos personajes siguen apareciendo datos. La numismática puede demostrar, por ejemplo, que el nombramiento de César de una magistratura no fue un año sino otro. O la arqueología también puede influir; los ingleses siguen intentando saber dónde desembarcó César en su primera y segunda incursión en Britania.

O, sin ir más lejos, yo presenté mi libro en las ruinas del oppidum de Bibracte (Francia), donde se supone que tuvo lugar una de las batallas más importante de la Guerra de las Galias, pero lo cierto es que no se conoce el lugar concreto, es una zona de unos 20 kilómetros donde pudo haber ocurrido y, a lo mejor, algún día, una excavación nos permite conocer el lugar exacto.

Es verdad que habrá datos nuevos, pero en el caso de personajes como Julio César lo que se conozca nuevo serán datos factuales, y puede que ayude a corregir algún error o imprecisión, pero no creo que vayan a aparecer documentos que supongan grandes cambios. En otros casos sí podría haber datos históricos nuevos, pero lo que sin duda ocurrirá con el tiempo es que la visión o la interpretación de quién fue Julio César o cualquier otro personaje histórico cambiará.

Cubierta de ‘Roma soy yo’, de Santiago Posteguillo.

Este Julio César ha madurado con respecto a ‘Roma soy yo’, ¿no?

Sí. Mantiene sus ideales, y lo hará hasta el final, que es luchar por el pueblo, pero va perdiendo ingenuidad. Ya empieza a entender que las cosas no son blancas o negras, que hay zonas grises, y que tiene que pactar con personas con las que nunca imaginó que tendría que llegar a acuerdos. Para conseguir lo que quiere se tiene que rodear de personas complicadas, que no le gustan y preferiría evitar, pero nunca renuncia a sus ideales.

Eso me suena…

Bueno, pero yo estoy hablando de Julio César [Se ríe]. Recuerda que te he dicho que nunca renunció a sus ideales. Ganó cinco elecciones seguidas, y lo que hacía era prometer un programa electoral, ganaba, lo cumplía, volvía prometer un programa, ganaba, cumplía su palabra…

Ya sé que estabas haciendo una extrapolación, pero César era más complejo. Ahora, es verdad que cuando lograba las magistraturas, para cumplir sus promesas y su programa —y esto es muy importante—, sí podía llegar a pactos con sus rivales.

Visto hoy llama la atención que alguien tan poderoso cumpliera sus palabras. ¿Era lo habitual en esa época?

En todo caso no era un caso aislado. Había una facción popular, que se origina con los nietos de Escipión el Africano —los Dracos— que nacen con la idea de llevar a cabo una reforma agraria para beneficiar a los campesinos y son asesinados por la oligarquía.

También hay tribunos de la plebe que lo intentan, y a los que también matan. Y, tras muchas vicisitudes, Julio César mantiene esos objetivos, aunque disimulando y poco a poco. Pero sí, sin negarle sus ambiciones personales, no se puede discutir que siempre actuó buscando favorecer a su pueblo.

Sorprende por lo moderno.

Por lo moderno no, ¿qué tiene de moderno cumplir el programa electoral? Igual el adjetivo que hay que usar ahora es ‘inaudito’. Pero Julio César no solo cumplía sus promesas, sino que lo hacía lo antes posible, el primer día del año. Ahora estamos acostumbrados a que las grandes promesas no se cumplan o se dejen para el último día de la legislatura, y de manera parcial.

¿Qué parte de su biografía abarca ‘Maldita Roma’?

Es de los 23 a los 42 años, y vamos a ver el retorno de su exilio, la guerra contra Espartaco y todo su ascenso político hasta la Guerra de las Galias. Lleva una velocidad de acontecimientos y un ritmo muy acelerado. ¿Es el momento más importante de su vida porque marca el ascenso? Pues no lo sé: nos falta la Guerra de la Galias, novela 3; la Guerra Civil contra Pompeya, novela 4; la historia con Cleopatra, novela 5; y luego el asesinato, novela 6.

Gracias por el spoiler.

Lo siento [Se ríe]

Cubierta de ‘Escipión el africano’, de Santiago Posteguillo.

Falta casi una década para acabar la saga y comenzaste con Roma en 2006 con ‘Escipión el Africano’. ¿No satura un poco? ¿No te apetece escribir un western o una de ciencia ficción?

La verdad es que no. Puedo tener interés por atreverme con otros géneros u otras épocas, y sé que a veces se ve al escritor de género como algo menor. Agatha Christie era una gran novelista, como lo es Stephen King…

Sí, pero no voy al tema de la calidad. Estamos de acuerdo que es absurdo pensar que un escritor de género está un peldaño por debajo. Me refiero a si no le apetece visitar otros lugares, literariamente hablando.

Lo que pasa es que yo no solo escribo de Roma. Yo escribo de personajes: la evolución de Julio César con su familia, sus amigos es algo universal. Yo estoy hablando de seres humanos, de amor, de odio, de la venganza, de la resistencia, de política… Sí, todo pasa en Roma, pero es universal, no me siento saturado porque un autor no puede cansarse de hablar del amor, de la traición, de la guerra…

Un personaje curioso es el de la madre de Julio César. ¿Es cierto que tenía tanto ascendente sobre él?

Sí, el siempre respetó mucho a su madre. Julio César pierde en la adolescencia sus referentes masculinos —su padre y su tío—, y crece con su madre, sus dos hermanas, su esposa y su hija. Su madre era muy culta y muy inteligente según todas las fuentes, y él la respetaba mucho.

Es ella la que dice que él está más seguro en el campo de batalla que en Roma.

Sí, era muy lista. Intuía que su hijo estaba más en peligro en Roma, donde cualquiera podía ser un traidor. A la vista está que no andaba desencaminada. Ten en cuenta que Sila, cuando da su golpe de estado en el 81 a.C., implanta una dictadura en Roma y se va a vivir bien lejos, a su villa, rodeado de soldados. Sabía que en Roma no iba a durar vivo mucho tiempo. Eso Julio César no lo tenía tan claro y fue su error.

Cubierta de ‘Maldita Roma’, de Santiago Posteguillo.

Pese a lo maldita que era Roma, él no fue particularmente cruel con sus enemigos.

No, incluso en la guerra ofrecía salidas al enemigo antes de empezar la batalla, aunque tampoco era un santo. Pero en Roma es cierto que era generoso con sus enemigos y rivales políticos: a diferencia de otros, él no acaba con ellos.

Hay dos errores sobre César. Uno que fue el primer emperador de Roma, y es que nunca fue emperador. El segundo es considerarle un dictador, que nunca lo fue, es algo más complejo. No era alguien despiadado en su lucha por el poder, en muchas cosas era muy avanzado, incluso visto hoy.

Pensaba de otra forma, lo que no quiere decir que no haya sombras. Pero esas sombras aparecen cuando se da cuenta de que necesita adoptar los métodos del rival o el enemigo para lograr sus propósitos. En todo caso no era su estilo exterminar a sus enemigos.

He leído que para promocionar este libro has tenido, por primera vez, que pedir una excedencia en la universidad. ¿Hasta ahí hemos llegado?

Yo disfrutaba dando clases, hablar de Shakespeare, poesía… pues me lo pasaba muy bien. Y luego escribía. La docencia y escribir son compatibles, pero dar clase no es compatible con escribir y las promociones. Lo que no sé es cómo lo hice hasta el año pasado, pero había llegado un momento que no podía más.

Ahora en las entrevistas me tomo un café, pero antes pedía tilas. Es verdad que a los escritores se les pide, a partir de cierto nivel, que vaya a mil sitios. El autor y la editorial queremos acompañar al libro todo lo que podamos… pero ¿quién escribe el siguiente libro?

Santiago Posteguillo
Santiago Posteguillo. Imagen cortesía del autor.