‘Arte en los tiempos de la pandemia. Parte 1: El viaje’
Antonio Samo, Alberto Gil Casedas, Arancha Goyeneche, Chingsum Jessye Luk, Eltono, Janek Zamoyski, Leo Matiz, Sean Mackaoui y Rubén Tortosa
SET Espai D’Art. Plataforma Artsy
Hasta el 11 de abril de 2020
En el estado de confinamiento actual en el que vivimos han surgido numerosas propuestas artísticas que, desde luego, cambian la concepción de consumo cultural al que quizá solíamos estar acostumbrados. En este contexto, la galería SET Espai D’Art recompone una primera exposición online cuyo planteamiento gira entorno al viaje, esa libertad que se ha visto restringida sin previo aviso. Esta exposición puede verse en la plataforma Artsy en el perfil de la galería SET Espai D’Art y es la primera parte de la siguiente muestra que tendrá su inauguración a partir del 11 de abril en la misma página web.
Es así como el viaje pensado desde el encierro y desde la imposibilidad, configura una escena que invita al espectador a repensar una serie de obras que probablemente ya haya observado en otros contextos. La acción performática consistente en el caminar de Eltono, tiene su resultado y origen en una serie de esculturas que pretenden ser lo más circulares posibles, a imitación de los recorridos urbanos que realiza por la ciudad de Valencia. En las esculturas probablemente quedaron los restos contenidos en esos paseos, como huellas artificiales, casi invisibles, que rememoran la opción libre del paseo lúdico.
La muestra continúa a través de una nueva concepción del objeto encontrado, Chingsum Jessye Luk parecer elegir con especial cuidado los objetos con los que representar su estética de lo cotidiano, donde la memoria y el paso del tiempo, considerado aún más relativo en estos días, nos remite a recuerdos pasados y a distancias imaginarias recorridas. Con una noción similar –no es casualidad que compartieran espacio en la galería en el pasado–, Alberto Gil Casedas, plasma una variedad de calendario urbano donde lo repetitivo y lo geométrico, representado por finas líneas se condensan y recrean caminos que antes teníamos por institivos y habituales. El color, también soportado sobre la línea, se introduce con el trabajo de Arancha Goyeneche, cuya pieza ‘Violet Sunrise’ se configura como un muestrario donde el ritmo y los juegos de luces y sombras recuerdan los cambiantes momentos de ese viaje todavía por recorrer.
El proceso de creación de ‘Juego’ de Antonio Samo comienza con la observación, mientras camina, de la ropa que lleva puesta la gente, que también transita; una especie de segunda piel fruto de la producción masiva. Samo recrea con sus hieráticas figuras esos juegos que distraen de la consecución de la identidad que realmente pretendemos configurar. Una característica a la hora de elegir un viaje es su exotismo, una característica que se refleja en la pulida fotografía del mar Antártico de Janek Zamoyski, el paisaje observado mediante la lente fotográfica.
Las detallistas instantáneas colgadas en la web, nos introducen en la instalación de Rubén Tortosa, la poética de la línea se transforma aquí ya que ésta representa el vuelo de un ave protegida. Mediante la geolocalización real del ave se forma la imagen icónica de un viaje que no está constreñido, un recorrido elemental en la naturaleza que no siempre la acción humana permite. Justo al lado, la pieza de Leo Matiz, artista reconocido como el primer colombiano en experimentar con la fotografía minimalista, retiene aquí una nueva lectura centrada en la monotonía de la repetición. La abstracción conseguida a la que se le añade el efectivo blanco y negro, sostiene el perfecto contrapunto a la libertad que vienen sugiriendo el resto de piezas. Centrándose también en el comportamiento humano con un toque de absurdismo, las dos obras de Sean Mackaoui otorgan el remate de recreo inmersivo, esa sensación de estar demasiado tiempo con uno mismo, el reflejo continúo tras la red social, tras el espejo colectivo de la pantalla, el mirar – como reza el título de la imagen- el ‘Panorama desde el puente’.
El atravesar esta selección, poniendo el acento en el detalle y en el sentido arrastrado, genera claramente una serie de vías a través de las que se analizan cuestiones como la memoria, el sentido de libertad, la oscilación o la observación del exterior, todo ello con el objetivo de regresar a esa identidad previrus que nos había costado construir.
Es curioso leer a Zygmunt Bauman cuando relata la historia de la identidad cultural (1) y como la asimilación que realiza con el viaje es, cuánto menos, simultánea a esta situación: los peregrinos, aquellos personajes en el margen pero con rumbo, se transforman en vagabundos sin destino, repudiados; y finalmente, en la era actual, introduce a los turistas, los que creen que la finalidad es la nueva experiencia, domada pero de fachada exótica. La representación gráfica del viaje a través de la línea, recurso insistente en las piezas que hemos visto, es una de las maneras que “el turista” posee de escapar del “temor del confinamiento del hogar”, otra forma de deleitarse con el viaje. En ese gozo al que nos ha abocado el encierro, el consumo de cultura se transforma en la primera necesidad -el necesario viaje-. Tristemente la realidad es otra. Si atendemos al final del texto que acompaña la exposición, escrito por Nasia Nagórska, lanza la siguiente exhortación: Porque si ni siquiera podemos disfrutar del arte, ¿por qué estamos luchando? Recalcando no solo la idea del disfrute y la necesidad de lo cultural, sino la capacidad de lucha que, desde luego, hará mucha falta en un sector cultural decaído tras esta crisis sanitaria.
María Ramis.
(1) ‘De peregrino a turista, o una breve historia de la identidad’. En: Hall.S y Du Gay P. (comp.) (2003) ‘Cuestiones de identidad cultural’. Buenos Aires-Madrid: Amorrortu. 320 p.
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