Pep Carrió

#MAKMAArte
Conferencia ‘Con qué objeto? Poéticas de creación’, de Pep Carrió
Mesa redonda posterior con:
Pep Carrió (diseñador gráfico, ilustrador y artista plástico), Carmen Calvo (artista, Premio Nacional Artes Plásticas 2013), Antonio Ariño (catedrático de Sociología de la UV), Salva Torres (director de MAKMA)
Modera: Ismael Teira (Consejo Editorial de MAKMA)
‘Felicidad/Infelicidad’
Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM)
Salón de actos
Quevedo 10, València
Miércoles 10 de abril, a las 19:00
Entrada libre hasta completar aforo

Pep Carrió es diseñador gráfico, ilustrador y artista. Dirige un estudio en Madrid que lleva su nombre. Expone y publica. Cuenta sus secretos en conferencias y talleres. Ha diseñado, entre otros, para Espasa, Santillana y Taurus; para el Ministerio de Cultura, Correos y el Injuve; el Liceo de Barcelona, el Teatro Real y el Centro de Artes Escénicas; Camper, Canal+ y Mapfre.

Su trabajo ha sido reconocido con numerosos Graphis Poster Annual, con el premio APIM, con varios Laus, con el premio AEPD, el Premio Daniel Gil de Diseño Editorial y muchos, muchos más.

Lo conocí mientras Carrió ejercía de jurado del IV Premio Internacional de Carteles MAKMA, el pasado 20 de noviembre. Observado desde la retaguardia, Pep, paciente, examinaba cada una de las obras con atención. Asentía con la cabeza, la inclinaba ligeramente –quizá para expresar un “casi”, o un “lástima”–, comentaba de forma oportuna.

Se le escurrían continuamente las gafas por la nariz (por cierto, un problema que aún no ha conciliado diseño y función). Entonces, puedes pensar que se apodera de él la columbre: ni de lejos ni de cerca, borroso o múltiple. Más bien, diría que cuadriplica su perspectiva. Qué contradicción.

Vivimos y aprendemos rodeados de contradicciones: “A quien madruga Dios le ayuda”, “no por mucho madrugar amanece más temprano”, “el que la sigue la consigue”, “tanto va el cántaro a la fuente que, al final, se rompe”. La obra de Pep Carrió, al igual que su mirada, al igual que el premio que pondera, convierte los opuestos en antagonismo lírico, en una dialéctica visual tensa que nos desafía desde el desconcierto.

Les invito, con el fértil resultado del gugleo “Pepe Carrió”, al disfrute de lo singular en su obra plural. Mientras, preguntemos al aludido con motivo de su venidera conferencia ‘¿Con qué objeto? Poéticas de la creación’, que impartirá en el salón de actos MuVIM el próximo miércoles 10 de abril, a las 19:00. Como dijo Savater, el problema no serán las cuestiones resueltas, sino las interesantes dudas que nosotros tendremos luego.

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Te defines como “diseñador, ilustrador y artista plástico”. ¿Qué pulsiones singularizan cada una de esas facetas creativas?

Desde que empezó mi actividad profesional, siempre han convivido esos tres aspectos; por un lado el de diseñador gráfico, conceptualizando y dando forma a diferentes proyectos de comunicación y, en muchos casos, utilizando la ilustración como una forma de resolver muchos de esos proyectos, compaginando esa labor con encargos puntuales de ilustración para revistas, portadas de libros y demás encargos. Todo ello ha convivido con una búsqueda personal de un espacio de expresión propia, ajena al encargo, y que ha sido reflejada en exposiciones y publicaciones.

Atendiendo a tu vínculo entre lo artístico y el diseño, ¿dónde conectan ambas disciplinas (si lo hacen)?

De alguna forma, esa frontera entre arte y diseño es, en ocasiones, bastante difusa. Hay diseños que trascienden y se convierte en arte y piezas a las que se le pone la etiqueta ‘arte’, y son más que dudosas sus cualidades; están enmarcadas en un mercado que así las denomina.

Entiendo el diseño como una búsqueda de una solución a un tema concreto; ahí buscas lo más adecuado al objetivo, que es comunicar, y en esas soluciones puede caber lo artístico, lo que denominamos ‘arte aplicado’.

En cambio, veo el proceso artístico como la búsqueda de un universo propio en el que tú pones las reglas, en un viaje en el que te dejas llevar por la intuición sin saber, muchas veces, hacia dónde vas.

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Analizando tu trayectoria, cada vez pareces más volcado en el autoencargo y la obra artística. ¿El diseño comercial fatiga? ¿Le pone zancadillas a la libertad?

Llevo ya muchos años en esta profesión y me encanta acceder a encargos que me sitúan en territorios inexplorados, donde aprendes mucho y te enfrentas a dar la mejor solución, y creo que compartir eso con un proyecto propio te permite situarte en una posición más neutral, más anónima que cuando intentas dejar un sello a toda costa.

Por otro lado, el buen diseño tiene que ir acompañado de un buen cliente con el que se establezcan complicidades, que se transite un viaje compartido. Eso no siempre es así. Sin confianza y respeto, es difícil llevar a cabo un proyecto interesante.

¿El trabajo artístico y experimental de diseño es una forma de atraer a clientes convencidos?

¡Uff!, no sé qué decirte. No es raro encontrarte a alguien que te llama por tu forma de mirar y luego se dedica a cuestionar todo el proceso. Creo que la experimentación no es tanto por un planteamiento estratégico o comercial, sino buscar soluciones no trilladas. Ir un poco más allá es lo que te mantiene en marcha, lo que da sentido a tu trabajo.

Es fantástico cuando, al otro lado, encuentras un cliente cómplice que lo entiende y te hace dar lo mejor de ti.

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Diriges un estudio con empleados y colaboradores. ¿Qué te motivó para ser empresario creativo? ¿Puedes ofrecernos algunas claves para gestionar el trabajo creativo en grupo?

Pues te diré que soy empresario a la fuerza. Después de trabajar en diferentes formatos, en algún momento vi claramente que si quería tener una voz propia debía tener un estudio. Siempre me ha dado pánico el crecer y que eso se me fuera de las manos, convertirme más en un gestor que en un diseñador. Siempre he trabajado en formatos ajustados con gente con la que estar cómodo compartiendo proyectos.

La realidad es que, en algunos momentos de tu trayectoria, al acceder a algún tipo de cliente, no te queda más remedio que crecer, pero en ese movimiento he visto caer a grandes profesionales comidos por una estructura sobredimensionada.

Mi consejo es el de buscar el formato en el que uno se sienta cómodo; si eres un gran emprendedor, adelante, si eres mas minimalista, tal vez te interesa una estructura más ligera. El truco está en encontrar tu espacio.

¿Cómo sería tu cliente ideal?

Bueno, el buen cliente es conocedor de hacia dónde quiere llevar su proyecto, es exigente y te plantea retos interesantes, dándote seguridad y un gran margen de confianza; alguien con el que establezcas un vínculo donde cada uno saca lo mejor del otro. No hay nada peor que el miedo cuando se trata de afrontar un proyecto.

¿Qué consideras un diseño exitoso?

El que responde a su función aportando valor al encargo, planteando una nueva mirada sobre aspectos que no habían sido explorados previamente. Un buen diseño gráfico debe ser una herramienta de comunicación que, a ser posible, trascienda las modas.

¿Recuerdas algún error creativo-educativo propio de los inicios que hayas corregido con el tiempo y la experiencia?

El error está siempre ahí, al acecho. Cuando crees que te has librado de él, aparece donde menos te lo esperabas, forma parte del trabajo. Sin riesgo, no hay error. Creo que una de las cosas que me gustan de este trabajo es el que siempre te estás cuestionando lo que vas hacer. Tal vez, en el momento que pierdes esa tensión, es que falla algo.

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En una de tus entrevistas aseveras que “el cuaderno es como mi psicoanalista”. ¿Cuáles son los fantasmas confesables de Pep?

Bueno, es una metáfora. El cuaderno es para mí un compañero de viaje, un lugar de libertad en el que expresar lo inmediato, un diario al que regresar en un futuro para saber qué estaba pasando en otro momento.

Siempre hice cuadernos, de forma desordenada e inconstante. A partir de 2007, empecé un juego al que denomine ‘Diario visual’: la idea era dejar una huella cada día en una agenda Moleskine. Desde entonces, se ha convertido en un compañero inseparable, un laboratorio portátil donde poder experimentar sin la presión del encargo. Un lugar donde dejarse llevar.

Has recibido numerosos premios, tanto por tu trabajo creativo personal como de estudio. ¿Han supuesto algún tipo de cambio en tu devenir profesional?

Como suele decirse en estos casos, “a nadie le amarga un dulce”. Es una forma de que tu trabajo sea valorado, pero, sinceramente, nunca me he obsesionado con ello; es más, en algunos casos –y lo puedo decir de otros compañeros de profesión–, puede ser una arma de doble filo: el ser premiado hace que puedas ser percibido como alguien caro e inaccesible.

Una gran amiga ilustradora me comentaba: “Prefiero que no me valoren tanto y que me den más trabajo”. Es algo que puede pasar.

¿De qué modo abordarías semántica y formalmente una propuesta como ‘Felicidad/Infelicidad’, lema del IV Premio Internacional de Carteles MAKMA?

Fíjate, cuando me propusieron participar en el jurado pensé: “Qué difícil atrapar esos dos conceptos en una sola imagen”, y ha sido muy interesante el ver cómo se ha llegado a soluciones desde lugares muy distintos.

Creo que si tuviera que enfrentarme a este reto, lo primero que debería analizar es qué es la felicidad, un concepto muy resbaladizo: lo que para uno es la felicidad, el paraíso, para otras personas es el peor de los infiernos, y viceversa. ¿Cómo dar con ello? Tal vez, es un ejercicio que voy a plantearme. Os cuento cuando dé con ello…

¿Qué nos aguarda en tu conferencia en el MuVIM ‘¿Con qué objeto? Poéticas de creación’?

‘¿Con qué objeto?’ es un recorrido por diferentes proyectos que van de lo privado a lo público, en el que reflexiono sobre el viaje de la creación. El cómo se desarrollan esos procesos desde lugares que, en principio, parecen distantes, pero que, al final, están unidos por una línea infinita. Seguir ese rastro para entender el porqué de esa búsqueda incesante es el hilo que guía esta conferencia.