Stefan Zweig

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‘Stefan Zweig. Autor universal’
Comisariado: Bernhard Fetz, Arnhilt Ingoglia-Höfle y Arturo Larcati
Museu d’Història de València (MHV)
València 42, Mislata, València
Hasta el 11 de febrero de 2024

Stefan Zweig fue “un autor controvertido”, según consta en uno de los paneles de la exposición que evoca su genio y figura y que acoge el Museu d’Història de València (MHV) hasta el 11 de febrero. “Los inicios de su obra, con tintes patrióticos y nacionalistas, parecen haber sido olvidados”, se apunta en uno de los apartados de la muestra que reúne cartas, postales, libros, fotografías, fragmentos de películas y grabaciones de sonido, a modo de reflejo de su biografía.

Controvertido, pues, dada su fascinación por el patriotismo nacionalista que anegó su obra más temprana, luego tamizada por el descubrimiento de las lúgubres consecuencias que suele traer tamaño fervor patriótico. No le sucedió a él solo, sino que muchos otros intelectuales y escritores de peso cayeron en el mismo encantamiento derivado del fulgor identitario.

Desde Schopenhauer a Nietzsche, pasando por Heidegger o Dostoievski, todos ellos y unos cuantos más compartieron lo que el autor de ‘Crimen y castigo’ resumió en su ‘Diario de un escritor’: “Una nación no merece ese nombre, sino en tanto tenga su dios particular y rechace obstinadamente todos los otros, en tanto cuente con su dios vencedor que expulsó del mundo a todas las divinidades extranjeras”.

Juan José Sebreli, en ‘El olvido de la razón’, afirma que, “con raro profetismo, Dostoievski demarcaba precisas zonas de influencia para las dos naciones mesiánicas, Rusia y Alemania, destinadas a salvar el mundo. Lejos estaba de sospechar que estas premoniciones se encarnarían en el siglo siguiente en los movimientos totalitarios del estalinismo y el nacionalsocialismo”.

Y añade Sebreli: “Los nacionalistas rusos y alemanes oponían el concepto de “comunidad”, como unidad orgánica, espiritual o sanguínea, a las relaciones de igualdad entre individuos de las sociedades modernas occidentales”.

Stefan Zweig, en una imagen incluida en su exposición del Museu d’Història de València.

Stefan Zweig, de quien el Museo de Historia de València se hace eco en la exposición comisariada por Bernhard Fetz, Arnhilt Ingoglia-Höfle y Arturo Larcati, que, tras su exhibición en Viena, en 2022, recala ahora en la capital del Turia, también se vio atraído en sus inicios por ese vigoroso espíritu del pueblo, encarnación de la madre patria vinculada con las más entrañables pasiones telúricas, para después convertirse en fino cirujano de tan nebuloso poder.

“Toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz”, dirá Zweig. O lo que viene a ser lo mismo: las luces de la razón, como advirtiera Goya, también producen monstruos. No se trata de negarle a la razón su poder para tejer la realidad, salvándonos de la intemperie existencial, sino de limitarla en sus desvaríos.

Por eso Zweig, tras esa etapa inicial, se dedicó a describir, con gran belleza literaria, los entresijos del poder a través de algunas figuras ejemplares concitadoras de ese poder exacerbado. Como, por ejemplo, Joseph Fouché, emblema del poder durante la Revolución Francesa.

“¿Dónde tomará asiento José Fouché: entre los radicales de la “montaña” o entre los moradores del “llano”? Fouché no titubea mucho tiempo. No conoce más que un partido al que es leal y al que permanecerá fiel hasta el fin: al más fuerte, al de la mayoría”, recoge Zweig en su singular biografía del camaleónico estadista francés.

“Si vencen los girondinos, los moderados” -pensaba Fouché a ojos de Zweig-, “se debilitará la revolución poco a poco en una reacción primero liberal y luego conservadora. Si vencen los radicales, navegarán por todas las profundidades y torbellinos de la anarquía”. 

Instalación de postales, en la exposición ‘Stefan Zweig. Autor Universal’, en el Museu d’Història de València.

El primer manifiesto comunista claro de la época moderna no es, como recuerda Stefan Zweig, “el célebre de Carlos Marx…, sino la tan desconocida ‘Instruction de Lyon’, intencionadamente olvidada por la historiografía socialista, y que lleva las firmas de Collot d’Herbois y Fouché, pero que sin duda alguna fue redactada solo por Fouché”.

‘Instruction de Lyon’ que resulta ser un llamamiento con este arrebato final: “Pasó la época de las decisiones tibias y de las contemplaciones. ¡Ayudadnos a dar los golpes implacables o estos golpes caerán sobre vosotros mismos! ¡La libertad o la muerte! Podéis elegir”.

‘Stefan Zweig. Autor universal’ viene a dar cuenta de los diferentes estados de ánimo de un escritor que percibió, primero en sus carnes, la atracción que genera saberse a hombros de la gran marea revolucionaria, y después, flagelado por el propio látigo de un poder que se vuelve en contra de quienes lo ponen en duda, la desazón propia de quien descubre sus oscuras capas subterráneas.

“Así nacen siempre las guerras: de un juego con palabras peligrosas, de una excitación de las pasiones nacionales”, advierte Zweig, cuyas palabras cobran plena actualidad, rematadas por estas otras: “En la historia, los momentos en que la razón y la reconciliación prevalecen, son breves y fugaces”.

Apartado con algunos libros del autor, en la exposición ‘Stefan Zweig. Autor universal’, en el Museu d’Història de València.

El embajador de Austria en España, Enno Drofenik, puso precisamente el acento, durante la presentación de la muestra que tiene en València su primera parada en nuestro país, en ese reconocimiento por parte de Zweig del peligro nacionalista, en su momento encarnado en el nacionalsocialismo.

José Luis Moreno, concejal de Cultura del Ayuntamiento de València, se refirió a “la pasión, la curiosidad intelectual y el compromiso social en favor de la paz que caracterizaron a Stefan Zweig y que se trasluce claramente en su obra”. De hecho, la exposición muestra un amplio surtido de sus obras literarias en un apartado del conjunto expositivo, junto con las de otros autores ilustres como Joseph Roth, Robert Musil o Arthur Schnitzler.

Anotamos con anterioridad esta reflexión de Zweig: “Toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz”. Sin embargo, el pensamiento no acaba ahí, sino que se prolonga después: “Y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo éste ha vivido de verdad”. Pensamiento diríase formulado a modo de autorretrato, que el Museo de Historia de València hace suyo.