Una idea que no resultó ser tan buena, de Marín López Lam
Lanevera Gallery
Puerto Rico, 46. Valencia
Hasta el 28 de marzo de 2020

La primera impresión al entrar en la exposición de Martín López Lam, que se puede ver en Lanevera Gallery, ‘Una idea que no resultó ser tan buena’,  es vértigo visual. Como estar dentro de una gran caja forrada de imágenes que no dejan respirar al blanco ni al ojo. A media distancia, la vorágine. Si te acercas, la delectación morbosa de descubrir las obsesiones y leiv motivs de un creador impetuoso que avasalla la mirada y provoca a la retina: kebabs, gatos, hombres monstruosos y fálicos, violencia y tensión. Tras el éxito de ‘Las edades de la rata’, López Lam  piensa hacer una historia de ciencia ficción rural, porque «las historias de ciencia ficción siempre son urbanas y apocalípticas, pero seguro que al campo también llegará el fin del mundo», comenta

La exposición reúne unas ochenta serigrafías y dibujos realizados los últimos tres años y como señala el autor, resulta  complicada detectar un hilo conductor, ya que en la serigrafía tiende a la síntesis, mientras que en el dibujo cada vez llena más el papel de lineas y manchas. «Sin embargo, en  ambas hay un impulso por acumular, por construir a partir de trozos provenientes de diferentes partes: trozos de papel, dibujos japoneses, cómics, grabados, etcétera. Un poco ser un Diógenes visual producto de una adicción hacia las imágenes. En los dibujos, a pesar de no contener una historia concreta, hay cierto hilo narrativo que puedes llegar a seguir. Un conflicto producto del choque entes o culturas. No son conflictos ficticios, los referentes usados salen de crónicas de indias y cuadernos de viaje, son conflictos que siguen vigentes, aunque en planos lejanos».

Obra de Martín López Lam. Imagen cortesía de Lanevera.

En cuanto a la temática de sus dibujos, la describe como reminiscencias de cosas que pertenecen a otros tiempos. «Muchas veces pienso que sonla decostrucción de una masculinidad caduca, frustrada e incapaz de entender que los tiempos han cambiado», dice. «Me gusta que mis dibujos ironicen sobre esto. Por ejemplo, los kebabs, que son como el camino inverso a la escena de los Monthy Python donde comentan lo bueno que ha aportado el imperio romano a las sociedades conquistadas. Los kebabs son el último gran aporte de las culturas foráneas a una envejecida sociedad europea».

En vista del título es inevitable preguntaele qué idea resultó no ser tan bena. «¡Tantas! Ir a Hacienda a que te ayuden a hacer la declaración de la renta y que terminen liándotela más, o dar entrevistas y que luego ponga de titular una frase que suelta suena ridícula, o errar con los ingredientes para la paella, o hacer una broma que nadie comprende,  o subir fotos de tus cosas a instagram con la esperanza de generar likes, o confiar nuestra vida a los algoritmos. Estamos llenos de ideas buenas, banales y bien intencionadas que, al final se vuelven en nuestra contra».  

Obra de Martín López Lam. Imagen cortesía de Lanevera.

No es fácil resumir la trayectoria artística de este peruano (Lima, 1981) afincado en Valencia hace años. Como uno de sus dibujos está plagado de pequeños detalles que funcionan por acumulación. Autor de cómics como Las edades de la rata, Premio Fnac-Salamandra Graphic 2018, alabado por la crítica, editor y gestor de eventos como el festival Tendetes es todo un hombre orquesta.

«Cuando me preguntan por mi oficio digo que soy dibujante, cuando tengo que llenar un formulario pongo ilustrador, en hacienda me doy de alta como artista torero», bromea. «Aunque las últimas actualizaciones que tuve fueron de programador web y luego de educador/mediador. En realidad no se que soy, llevo un cacao mental. Es lo que ahora llaman ser multitasking pero lo que mi madre llamaba ser aquello que puedas hacer para ganarte la vida o porque es necesario hacer, lo que en la península vendría a llamarse ser un chapucillas. Soy un farsante».

Obra de Martín López Lam. Imagen cortesía de Lanevera.

Sobre sus técnicas de taller confiesa sin rubor que el color lo lleva fatal. «Nunca se donde ponerlo. Al final intento reducirlo pensando que menos es más y, además, más fácil, pero no. En la serigrafía sucedió que antes tenía el taller en casa y no podía insolar pantallas, y por no gastar dinero en hacerlas en un taller externo, empecé a utilizar máscaras de papel como plantillas. La técnica se la copié a unos serigrafistas peruanos que hacen carteles de música popular. Luego como no tenía paciencia para mezclar colores hasta dar con el que buscaba (cocinar el color), empecé a utilizar los colores básicos componiéndolos y combinándolos con superposiciones», concluye Martín Lam.

Obra de Martín López Lam. Imagen cortesía de Lanevera.

Bel Carrasco