Fronteridad: migración, desplazamiento y nomadismo artístico
Sala del Rectorado de la UPV
Camino de Vera, s/n. Valencia
Hasta el 7 de julio
Al tiempo que la economía mueve fronteras, la ideología tiende a fijarlas. He ahí el arma de doble filo de la migración. “Por un lado, era necesaria para sostener la economía y promover el crecimiento; por otro, fue convertida en amenaza”. José Manuel Springer, comisario de Fronteridad: migración, desplazamiento y nomadismo artístico, se hace cargo de esa paradoja en la muestra que hasta el 7 de julio acoge la Universitat Politècnica de València (UPV). Por un lado, flexibilidad de los límites fronterizos para que fluya la mano de obra y, por otro, necesidad de esclarecer la diferencia entre propios y extraños.
Esa misma tensión destilan las obras de los 12 artistas latinoamericanos que integran la exposición. Videos, pinturas, esculturas y fotografías se van sumando para reflejar el choque cultural que provoca la migración. Juan Juliá, rector de la UPV, subraya la coherencia de que tal proyecto expositivo se muestre en la Sala de del Rectorado: “La propia dimensión universalista que, en sí misma, atesora la Universidad, hace que en ésta nadie pueda ser extranjero ni en su relación con los demás ni en su trato con el conocimiento”.
Ese carácter universalista, que sin duda se halla en el núcleo de Fronteridad, es en todo caso difícil. Así lo destaca Springer: “La llegada del extranjero, del extraño o forastero, provoca curiosidad primero, rechazo después y, sólo en contados casos, la aceptación”. Sólo en contados casos. De ahí la importancia de una exposición que viene precisamente a recordarnos esa dificultad. “De cualquier forma que se vea, la migración es producto del concepto de frontera o de límite, el cual está muy enraizado en el ser humano”, precisa Springer.
Ese enraizamiento del límite propio en relación con lo ajeno, que da lugar a la fijación si cabe de más puestos fronterizos, al tiempo que provoca diversos cultos étnicos y misticismos variados, está en Fronteridad. En los videos de Sarah Minter y Cao Guimaraes, exploradores ambos del desarraigo humano en las grandes urbes; desarraigo que lleva al agrupamiento visceral (bandas juveniles como la de los Mierdas Punk mexicanos) o al vagabundeo. En las grandes pinturas murales de Daniel Lezama, donde se mezclan divinidades matriarcales y surrealista colorido telúrico, como si la madre patria llevara en sus entrañas el propio desgarro.
También en las postales de Marcos Ramírez Erre, llevadas al límite de ciertas experiencias vividas. Y, en fin, en los mapas de Irene Dubrovsky, en las impresiones digitales de Ken Gonzales-Day, en la acción poética de Rocío Cerón, en las cerámicas de Demián Flores, en la instalación fotográfica de Anna Kurtycz, en las islas de Carlos Aguirre y en el video de Carlos Amorales. Fronteridad: migración, desplazamiento y nomadismo artístico es un compendio de artes visuales y poéticas que vienen a cuestionar las fronteras, por cuanto, recalca Springer, “la cultura es fundamentalmente transmisión”.
Salva Torres
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