Mar Reykjavik

#MAKMAArte
‘La risa de la barriga’, de Mar Reykjavik
Galería Rosa Santos
C / Carrasquer, 1. València
Del 23 de septiembre al 19 de noviembre de 2021

Se balancea para resistir.
Se balancea y casi lo alcanza.
Se balancea y por eso no existe.
Se balancea y hace una incisión.
Surca la comisura de la boca hasta yacer en la ojera.

Con estos versos se inicia la visita a la galería Rosa Santos, donde se encuentra la exposición ‘La risa de la barriga’ de Mar Reykjavik a la que hemos entrevistado sobre su actual proyecto. La exposición comienza con un sonido que ensordece algunas letras. Empieza el día en el que Mar Reykjavik me contó que su abuelo le decía que la barriga se ríe cuando uno está en el columpio y al estómago le da un vuelco. La risa de la barriga es aquello que ocurre en una situación liminar, en el momento en el que las vísceras se agitan y chocan entre sí.

En el hueco que se injerta vacío justo encima del estómago, cuando tus entrañas están volteándose. En ese vaivén de arriba hacia abajo es donde se inscribe la trayectoria que dibuja la sonrisa. Nunca se mantiene en su sitio, sino que estalla en risa difusa, efervescente, y goza dilatándose fuera de sí, muy lejos de cualquier centro. Ahí pierde el control, reafirma su inestabilidad.

Esa sensación y ese balanceo es también lo que motiva esta exposición que tiene que ver con una dimensión de la ocultación o de las resistencias político-poéticas que sería también la urgencia que tenemos las personas de nombrar, que sería un ejercicio poético. Todo el juego formal de la escultura que sería este gesto, que sería la risa de la barriga y el balanceo.

Vista de la exposición ‘La risa de la barriga’, de Mar Reykjavik. Galería Rosa Santos.

Un órgano cuyo tejido contenedor es sonoro y tiene incisiones a modo de texto que disciplinan la partitura. Los trocitos de papel de plata, mostrados en forma de secuencia, preservan el texto y parte de la sonoridad de la acción, que la conserva flexible, maleable y fácil de magullar. Como un castigo que escribes cien veces hasta que lo aprendes. Y es en esa piel donde Reykjavik graba lo que parece que son las normas de una acción que aún no has visto pero que ya se oye de fondo.

Se escucha una voz y el texto ahora es sonido. En el afuera de la sonrisa hay una ficción sonora que parece anclarse en un tiempo presente que tropieza constantemente con el pasado. Son las voces de una memoria oral, que trata de recuperar la historia de una experiencia de complicidad, afectada por múltiples violencias. Es la voz de la artista dando instrucciones a sus hermanos mientras tratan de revisitar lo que parecen ser juegos orales.

La representación se desvela cuando rodeas la gran estructura de aluminio, un segmento curvilíneo que funciona como un retenedor. La forma es una experiencia simbólica cuya tensión es imposible de repetir en un cuerpo. Su interior es una encía que preserva el display de vídeos que hasta este momento ha estado sesgado a lo largo del recorrido y que ahora se reconstruye.

Una de las piezas integradas en la exposición ‘La risa de la barriga’, de Mar Reykjavik, en la galería Rosa Santos.

La ‘Risa de la barriga’ es tú proyecto más personal, ¿por qué empiezas a trabajar en él?

Antes intentaba trabajar más en temas que me interesaban y ahora no tengo tanto poder de decisión, son más las cosas que me atraviesan, lo que me está pasando.

El motivo más transversal es que yo venía trabajando con estudiar el comportamiento desde el cuerpo y desde la oralidad, desde lo que es posible en concreto en el ámbito de lo global con los challenges de YouTube y en el ámbito más local con las tradiciones y con las cosas que vinculadas a esos challenges tendría acciones en grado cero (refiriéndose a su proyecto anterior ‘Mira si he corregut terres’).

Una vez hecho esto con las tradiciones y la cultura local, hacer un zoom in más próximo y más honesto con ese transcurso sería entrar en ese ámbito familiar, que es la primera vez que compartes una relación sociopolítica.

Es un trabajo en el que utilizo material del repertorio familiar, que serían formas de comunicación afectivas que no están establecidas pero que necesitamos para comunicarnos desde la proximidad, que aquí están conviviendo con unas normas de comunicación que sí que están aprendidas y que en este caso son la lengua del valenciano, con la que he convivido y desde la que me comunico siempre con una conciencia de que está siendo minorizada.

Dentro de esta idea de establecer formas de lenguaje o formas de comunicación con mis hermanos afectivos, pero que tuviesen que ver también con la encriptación del lenguaje, con unos códigos que mis padres no entendiesen, ya se da un espacio de defensa de esos microlenguajes como partes de resistencia política.

Vista parcial de la exposición ‘La risa de la barriga’, de Mar Reykjavik. Galería Rosa Santos.

¿Cómo describirías el proceso creativo?

Esta vez, a diferencia de otras, todos los elementos del proceso han empezado y terminado a la vez. Todas las maquetas de la escultura, el guion, etc. se han estado haciendo a la vez y eso hace que haya más coherencia. Hay una confianza en que las cosas terminen juntándose más que una voluntad de que se junten.

También me parece relevante para esta exposición en concreto estar en Valencia, es la primera vez que expongo aquí y esto también me ha permitido acceder a ese espacio del repertorio de una forma más absoluta. La exposición está hecha para la galería, para el marco de Rosa Santos, y también creo que en otro espacio habría sido otra cosa no solo a nivel formal sino también emocional. En otra ciudad no habría sacado esta exposición.

Me parece un privilegio exponer en tu tierra lo que estás haciendo entre tu tierra y otras tierras para poder hacer lo que quieres hacer. El proceso de producción necesitaba que fuese en Valencia.

Una de las obras de la exposición ‘La risa de la barriga’, de Mar Reykjavik. Galería Rosa Santos.

¿Con qué obras relacionarías este proyecto?

He venido trabajando desde hace bastante tiempo con las conformaciones sociales con las cosas que se pueden hacer desde el cuerpo con una dimensión performativa, pero vinculándola a retos virales o a tradiciones. ‘Si esto es un challenge y esto es una tradición, esto es lo que comparten’ era un intento de entender la cultura global desde la cultura local. Esto es como si hubiese hecho un zoom in más en lo que es la cultura local que sería llegar a la familia, que es el primer espacio sociopolítico, con la primera gente con la que discutes o con la que te ríes.

Me gusta pensar la totalidad del mundo desde lo micro, es decir, para entender un conflicto territorial, tienes que entender un conflicto personal cercano; re-escalar todo el tiempo. Yo he utilizado a mis hermanos, con este repertorio más personal, pero los tengo encriptados de la misma manera que encriptábamos el lenguaje en los videos y también como que separarlos es decirle a la gente, esto es una estructura, una escultura con volumen para que tú la rellenes con tu propio repertorio.

El proyecto viene de ahí y se dirige hacia mi siguiente proyecto, ‘La voltereta’, que va en esta línea. También hay una delegación en este caso es una sensación para la estructura y en el otro es una acción en concreto, que es la vuelta entera que también se recoge en el montaje interno del proyecto y en el externo. ‘La risa de la barriga’ es un balanceo que si se consiguiese dar la vuelta se podría resolver en una voltereta que es el proyecto que estoy haciendo.

Vista de la exposición ‘La risa de la barriga’, de Mar Reykjavik. Galería Rosa Santos.