‘Hijas de algo’, de Lidia Caro Leal
Festiu, 2021
¿Qué pasa cuando encierras en una habitación a dos diseñadores gráficos, un par de periodistas y un fotógrafo, y echas la llave al mar o a una acequia madre? No, no se trata de un chiste tonto ni de un juego de escapismo, sino de una convergencia espaciotemporal que ha unido a cinco profesionales creativos en un proyecto común, un pack de supervivencia estival a base de historias variadas e imágenes.
Hablamos de Diego Obiol y Clara Bayo, de Estiu, estudio de comunicación visual y diseño editorial para empresas e instituciones; Clara Sáez, de la revista de arquitectura, diseño y arte Flat Magazine, Lidia Caro Leal periodista chorreante de ficción, y el fotoperiodista Kike Taberner.
A final de curso, Obiol tiene la costumbre de emprender un proyecto especial como obsequio a sus clientes y amigos. Este año ha ampliado su radio de acción incluyendo a otros colegas y el resultado es un producto peculiar que incluye un libro de relatos de Lidia Caro, un desplegable dedicado al desaparecido Hotel Recatí, seis imágenes evocadores del ambiente veraniego y una colección de pegatinas setenteras: toldo rayado, bombona de butano y los logos de Salitre, De gola a gola y Vicomán SL.
Entre la treintena y los cuarenta largos, los autores se ponen en plan nostálgico para reivindicar los largos y menos cálidos que ahora veranos de su infancia: «El verano de proximidad, las digestiones de dos horas, el ladrillo caravista y los conserjes que cuidaban del frontón, donde se morreaban los adolescentes».
Obra del arquitecto Luis Gay, el desaparecido Hotel Recatí fue mascarón de proa del primer desarrollo turístico en València. En sus salones, decorados por José Martínez Peris, se podían admirar piezas de Cillero, Nassio Bayarri y Joaquín Michavila, y celebrities como Ava Gardner y Di Stefano se alojaron allí. También se recuerda en el desplegable el proyecto de construir en El Saler una monstruosa urbanización con decenas de hoteles y miles de apartamentos, afortunadamente frenado por la declaración de la Albufera como Parque Nacional, en 1986.
Bajo el sello Festiu, microeditorial creada por el placer de editar, ‘Hijas de algo’ representa el debú literario de la periodista Lidia Caro Leal, que incluye seis relatos, más un colofón de Kike Parra. Por sus páginas desfilan vendedores de mercadillo, vaqueros de vacas bravas, exmonjas, afectados por el cierre de los altos hornos de Sagunto, y varios bares. Bares populares de carretera y manta, como El Tresor de Pinedo, regentado por Neus, que luce un hipocampo tatuado en el tobillo. Flashes de la vida cotidiana filtrada por una mirada que traspasa la piel de las apariencias y una prosa fresca y sugerente.
Durante el confinamiento, Caro adquirió el hábito de escribir ficción. «El aburrimiento y un ventanuco por el que observaba la calle fueron el resto. Por la falta de estímulos exteriores me inventé desgracias ajenas. Un poco como jugar a ‘Los Sims’, pero sin esa banda sonora desquiciante», dice. Como periodista colabora con distintos medios, entre ellos la Guía Hedonista de Valencia Plaza, para la que realizó la última entrevista a Loles Salvador, matriarca de la gastronomía valenciana fallecida este verano.
Caro cita una frase de la periodista Leila Guerriero, de la que es fan incondicional: “El periodismo puede, y debe, echar mano de todos los recursos de la narrativa para crear un destilado, en lo posible, perfecto: la esencia de la esencia de la realidad”. Al igual que su venerada Guerriero, propugna una libre interacción entre periodismo y literatura. «La literatura puede echar mano de las herramientas del periodismo, como los métodos de documentación, las entrevistas y la investigación aplicados la creación literaria», afirma.
Lectora voraz desde la infancia, estuvo de Erasmus en Chile, reconoce el influjo de Roald Dahl en su prosa y admira a escritores como Eloy Tizón y Jon Bilbao, sin olvidar a sus mentores de escritura creativa: Bárbara Blasco y Kike Parra.
El título ‘Hijas de algo’ parece que excluye a los chicos, pero no es así. «El título proviene de la palabra ‘hidalgo’, contracción del castellano antiguo fijo d’algo, una persona de linaje inferior a la nobleza, pero que no llega a ser un vasallo. Todas y todos somos hijos e hijas de algo, o de alguien».
«En el caso de estos relatos –prosigue–, los personajes, además de enmarcarse dentro de ese estamento, son mayoritariamente femeninos. Me planteé que fuera ‘Hijxsde algo’, pero me parecía que era forzar el uso de la ‘x’ y que el título iba a perder fuerza. Si en el lenguaje cotidiano emplear un plural masculino no excluye que haya un elemento femenino, escribir hijas debería permitir el acceso a un hijo varón».
Excepto ‘El destete’, los demás relatos están escritos en primera persona, «porque es más cómoda para evitar un distanciamiento que provoque que, quien lee, no se crea la historia. Supongo que también es un signo de los tiempos, cada época tiene una forma de ser contada. El uso de la primera persona va en línea con la integración de las plataformas sociales en nuestra vida. O más bien al revés, nuestra vida está incrustada en las plataformas. Somos narradores subjetivos, siempre con el ‘yo’ en el teclado. Esto no quita para que experimente con otros narradores, con modelos híbridos de tercera pero que aparecen brevemente en primera para interpelar a los personajes o a los lectores».
Las personas/personajes que más le inspiran son «los que viven al margen del margen», afirma. «Si la marginalidad es una situación con silueta de carretera de doble dirección y línea discontinua, estos personajes transitan a pie por el arcén, sin llevar chaleco reflectante y con los auriculares puestos. Escuchan boleros, éxitos de los ochenta y reguetón antiguo. Su destino no es cumplir metas, es tomarse una cerveza –o un sol y sombra– y que alguien les dé un abrazo».
Caro pertenece a la generación que creció con los móviles, pese a ello confiesa vivir cierto conflicto entre el mundo analógico y el digital. «Pienso que nos acercamos al transhumanismo y que de tanto tocar pantallas o teclados se nos van a borrar las huellas dactilares. Voy a tener un problema, desde que accedo a toda mi vida digital con el dedo no recuerdo ni el pin del móvil. Es broma. No me sé mi pin del móvil», concluye Lidia Caro.
El libro de Caro y el desplegable sobre el Hotel Recatí se encuentra en https://festiu.es/producto/hijas-de-algo/ y en las librerías Bangarang, La Primera, La Repartidora, El Almacén de Patraix y Bartleby.
Bel Carrasco
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