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#MAKMAArte
Entrevista Jorge A. Soler Díaz
Director del Museo de Bellas Artes Gravina (MUBAG)
Gravina, 13-15, Alicante

Con una formación académica en el ámbito arqueológico, Jorge A. Soler Díaz es doctor en Historia y experto en Neolítico y en arte del megalitismo. Es también profesor asociado de la Universidad de Alicante y durante muchos años fue director de exposiciones y difusión en el MARQ.

Con más de treinta años de experiencia en museología, Soler fue nombrado director técnico del Museo de Bellas Artes de Alicante en 2020. Durante una época complicada para las citas presenciales, él y su equipo han conseguido aumentar el número de visitas a través de iniciativas propias como ‘La ventana del arte’, que se configuró en 2021.

El propio edificio que contiene las obras es ya un monumento en sí mismo; un inmueble reconocible en el espacio en el que se encuentra. Destacando en los fondos del siglo XIX con grandes pintores del momento, el MUBAG se posiciona, hoy en día, como un referente para la ciudad y para los que habitamos en ella.

¿Cuáles fueron los primeros retos a los que te enfrentaste tras tu nombramiento?

Para poder contestarte a esta pregunta tengo que ir un poco hacia atrás. Me nombraron director del MUBAG en septiembre del 2020, y lo primero que determiné es que el museo no estaba reconocido como tal por la Generalitat Valenciana. Así que lo primero fue comenzar a incoar el expediente para que se diera ese reconocimiento. Un tiempo después, el museo se reconoce como el Museo de Bellas Artes de Alicante, siendo antes el Museo de Bellas Artes Gravina.

Las responsabilidades que tenemos desde entonces es su colección propia y toda la pinacoteca de la Diputación Provincial, formando así parte del Sistema Valenciano de Museos. Teniendo en cuenta todo eso, lo que hacemos es gestionar, por una parte, la pinacoteca y, por otra, el edificio Palacio Gravina, una construcción del siglo XVIII. Los fondos provinciales de Alicante albergan una colección pictórica que ha ido conformando esa pinacoteca provincial desde el siglo XIV hasta el siglo XXI, y dentro de esta pinacoteca tenemos la exposición permanente que está dedicada al siglo XIX.

Precisamente, en marzo de 2022 inauguráis una nueva exposición permanente del museo, llamada ‘El Siglo XIX. La colección a la luz’, donde destacan obras de Joaquín Agrasot o Emilio Sala. ¿Existía algún objetivo personal por tu parte en cuanto a centrarte más en unas épocas u otras?

El motivo por el que nos centramos en el siglo XIX es porque es uno de los momentos más importantes de la conformación de esta pinacoteca provincial. Nos remite a la época de mediados del siglo XIX, cuando los pensionados de la Diputación de Alicante estaban en Italia. Además, justo antes de la inauguración del Palacio Gravina como museo, el último impulso fue la adquisición de obras para completar esa magnífica colección del siglo XIX.

A la vez, lo que hicimos fue ampliar un depósito que había del Museo del Prado. Llevan aquí desde el año 1962, que es cuando se inaugura el palacio de la Diputación y se incorpora la pinacoteca. Es decir, que esa exposición del siglo XIX se compone de nuestros fondos y los fondos del Museo del Prado, constituyendo un discurso a partir de ahí.

¿Cuáles crees que son los puntos fuertes de esa colección que gestiona el MUBAG?

Un punto fuerte y que consideramos imprescindible para que este museo cumpla sus fines es el de la exposición permanente de los fondos que tiene del siglo XIX, que, como he explicado antes, recoge los fondos de la pinacoteca y también fondos de otras instituciones. Hemos hecho un montaje que incluye distintos valores sociales y que se rastrean a través de las obras que podemos observar.

No solo hay temas de las bellas artes, sino de la historia del arte en su amplia perspectiva, con todo lo que eso significa a nivel contexto histórico-social. Contamos todos los problemas que pudieran existir de género, de salubridad, de infancia y también algo de la vida de los artistas. Así se reconoce el museo como un museo, haciendo un discurso con toques antropológicos, históricos e incorporando las nuevas tecnologías a raíz de proyecciones audiovisuales. Todo esto no significa que el museo acabe en el siglo XIX…

El propio edificio, el continente de esa colección, también es una obra a conservar por sí misma…

El edificio es una maravilla del siglo XVIII, de los pocos que se conservan en el entramado urbano de la ciudad de Alicante (exceptuando el Ayuntamiento y la fachada de la Asegurada). Es un edificio que fue de la familia Lumiares y, aunque la gente lo conoce por el nombre de la calle, la denominación correcta es Palacio del Conde Lumiares.

Es Bien de Interés Cultural y fue rehabilitado para ser museo a partir de 1998. Tiene las condiciones idóneas para ofrecer una experiencia museística a la vez que tiene ese valor patrimonial imprescindible. Además, forma parte de las rehabilitaciones que se hicieron en Alicante después de la Guerra de Sucesión, cuando toda la fachada previa fue bombardeada y arrasada. Tras la guerra, se reconstruye la ciudad con este tipo de arcadas del siglo XVIII que podemos observar. Además, también es curioso porque el conde Lumiares es el primer arqueólogo que hubo aquí y yo sería el segundo arqueólogo en habitar este palacio de una manera casi continua.

Jorge A. Soler. MUBAG
Jorge A. Soler en una de las salas del MUBAG. Foto: María Ramis.

Y, como arqueólogo, seguro que valora la investigación como algo clave dentro de un museo ¿Cómo la afronta el MUBAG?

La investigación se afronta de una manera bastante potente ya que tenemos unas técnicas, Mª José Gadea y María Gazabat, que están muy especializadas en los fondos artísticos. La investigación es muy importante en todos los museos; por definición del ICOM y por varias legislaciones, así como en cualquier manual serio de museografía, se dice que los museos “conservan, difunden e investigan”, y es curioso que no se reconozca su papel como motor de investigación.

Los museos no solamente custodian y conservan, sino que la investigación es una de sus labores fundamentales y por eso es absolutamente incomprensible que esta labor no se reconozca. Se reconoce por ley, pero en la práctica no somos centros de investigación, como puede ser una universidad a la hora de hacer un proyecto…

Por otro lado, una parte muy importante dentro de la investigación en el MUBAG es nuestra línea de publicaciones. En concreto, tenemos una línea que iniciamos cuando yo me incorporé: los ‘Cuadernos del MUBAG’. Al ser científico, lo primero que pensé es que teníamos que dar una imagen científica dentro de lo que son las ciencias sociales.

Los ‘Cuadernos del MUBAG’ es una revista donde hemos ido publicando sobre nuestras exposiciones o sobre la historia del museo, entre otras cosas. De momento, hemos publicado tres números, en castellano valenciano e inglés, y con ello estamos intentando llegar a toda Europa.

También hemos participado e impulsado un proyecto europeo sobre las nuevas tecnologías, ya que nos preocupa todo lo que significa la implementación de medios en lo que es la comunicación de los fondos con el público. En fin, estamos intentando poner el museo en orden, en línea y en altura.

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¿Qué objetivo persigue la iniciativa de ‘La ventana del arte’? ¿Está funcionando como queríais?

Dentro de esa pinacoteca, no renunciamos en absoluto al siglo XX. Cuando me incorporé, pensamos que una línea interesante podría ser intentar atraer a los pintores vivos, ya consagrados, que tuvieron su máximo pico de actividad hace unos años. También hemos incorporado a autores que actualmente están muy en activo y son más recientes.

Esta iniciativa nació porque alguien decidió donarnos un cuadro; ese cuadro era de María Chana, lo expusimos y pensamos que lo mejor era acompañarlo de un vídeo sobre la trayectoria de la artista, realizado por el departamento de imagen.

El museo necesita ser una referencia, un escaparate a la calle. Por eso una de las cosas que más me interesan es ese escaparate. No todo el mundo entra en un museo, igual que no todo el mundo entra en una tienda. Sin embargo, el escaparate suele estar bien iluminado y, al estar paseando por la calle, es una referencia para apreciar bien algo interesante. Es una manera de enlazar el arte más contemporáneo con el público. Ahora estamos exponiendo el trabajo de Elena Aguilera.

No es un programa que pensemos que tenga que estar para siempre; puede dejar de estar y luego puede volver. Siempre estamos repensando. Lo interesante, desde mi punto de vista, es el escaparate. Una de las cosas que les pasa a los museos es que tienen la necesidad continua de renovarse en esas dinámicas de interacción con los públicos, con el medio, etcétera.

Ahora mismo, se aprecia en el MUBAG una cierta tendencia hacia ampliar el espacio, la colección… ¿Responde a algún tipo de necesidad o formaba parte del proyecto inicial que tenías para el espacio?

Sí que formaba parte del proyecto inicial que tenía porque, intrínsecamente, formaba parte del Museo de Bellas Artes Gravina, nuestro precedente. De hecho cabe destacar que, de 2010 a 2012, el museo expone muchas vanguardias. En general, desde sus inicios, desde 2001 hasta 2006, tuvo un carácter absolutamente ecléctico y donde cabía el siglo XIX, el XX y algunas cosas del XXI. Una de las cosas principales que he hecho ha sido investigar la historia del museo, por ello no considero que estoy haciendo nada nuevo en ese sentido.

No se me ocurriría tocar la exposición permanente del siglo XIX, ya que tenemos cuadros espectaculares, pero tampoco quiero renunciar a exponer los propios cuadros de una pinacoteca que tiene unos fondos de las vanguardias imprescindibles (como, por ejemplo, de Sempere). Esto se hizo a impulsos de Mario Candela, artista y político que durante los años 80 reunió una colección enormemente interesante.

Al final, durante mucho tiempo se dan intenciones de querer hacer un museo del momento; es decir, en los años 30 quieren hacer un museo de esa época y ocurre igual en distintos periodos. Finalmente, en 1998 inauguran un museo que tiene la vocación de recoger todos esos impulsos y es también lo que yo quiero hacer: recoger todos esos deseos de reunir una gran pinacoteca y que, por distintas circunstancias, no llegaron a florecer.

También, una de las primeras cosas que hice fue identificar todas esas obras que había en despachos y traerlas al museo; y he de decir que se cedieron de manera voluntaria… Queremos construir el Museo de Bellas Artes de Alicante como algo en lo que quepa todo. Sabemos que no tenemos todo el espacio del mundo, pero tampoco queremos competir con nadie, sino complementar.

Nadie discute que, en Madrid, el Thyssen, el Prado y el Reina Sofía estén al lado, y es muy interesante que se genere ese polo. Me parece interesantísimo que el MACA esté al lado del MUBAG, que estemos cerca del MARQ, cerca de la Lonja y que exista Cigarreras. Y, además, en la liga en la que nosotros jugamos, que es la provincia de Alicante, considero que es muy beneficioso estar cerca de todo eso y me parece que es lo lógico.

Detalle de la exposición ‘Eusebio Sempere & Felipe Pantone. Seriación y cromatismo cinético’ en el MUBAG. Foto: Alicia Lamarca.

La sostenibilidad y la accesibilidad son algunos de los grandes retos actuales a los que se enfrentan los museos. ¿Cómo crees que lo afronta el MUBAG?

Los retos de los museos son muy grandes y este museo es algo que, dentro de nuestras posibilidades, intentamos mover –y cuando mueves algo se empiezan a determinar problemas–. Algunos problemas se van solucionando y otros se convierten en retos; para eso tenemos nuestro sistema de calidad, nos planteamos un DAFO y vamos afrontando.

Por ejemplo, para nosotros era un problema la llegada de contenidos a los menores, así que hemos realizado una serie de vídeos donde el conde Lumiares nos acerca el siglo XIX. Él mismo va narrando a los escolares dónde está, qué hace y qué ha pasado con su palacio, ya que le han construido un museo. Está un poco sorprendido con que haya cuadros en su casa. Esa sería una de las líneas.

Tenemos muchas actividades más allá de lo que es el museo: por ejemplo, los conciertos que dan las alumnas y alumnos del Conservatorio Superior de Música de Alicante… Creo que somos un museo que está empezando a sonar, y tenemos muchos puntos fuertes. Ahora estamos metidos en un proyecto que se llamará ‘Los legados’, compuesto por lo que nos han cedido en los últimos tres años. Una exposición de producción propia con la que llenaremos toda la sala de arriba y será una gran muestra.

Así que tenemos que seguir haciendo cosas, ya que los museos son reclamo social, y hay que estar donde está la sociedad. Tenemos que ir acercándonos en temas de didáctica y de todo tipo.