Centro Botín. El impacto social. Centros de arte

#MAKMAArte
El impacto social de los centros de arte
MAKMA ISSUE #08 | Entornos Museográficos
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2025

La capacidad de emocionarse y la capacidad de crear son inherentes al ser humano y fundamentales si queremos contribuir tanto al desarrollo de los individuos como al progreso de la sociedad.

Ambas nos acompañan en cada paso que damos desde que nacemos hasta el final de nuestros días. Las emociones son el motor de nuestra vida, gracias a ellas sentimos, nos relacionamos, nos motivamos; y nuestra capacidad de crear es la que nos permite inventar, solventar los problemas y retos que vamos encontrando y, en definitiva, avanzar y evolucionar. Sin embargo, en muchas ocasiones las hemos dejado olvidadas o en manos del azar, sin contribuir de forma explícita y consciente a su conocimiento, gestión y desarrollo.

La realidad y el contexto que nos rodean nos demuestran que, hoy en día, la creatividad es probablemente más importante que nunca. Los desafíos del siglo XXI nos exigen idear nuevas formas de pensamiento y nuevas formas de acción. El Foro Económico Mundial, en su lista de las competencias profesionales más importantes para la economía del futuro, incluye cinco grupos de competencias relacionadas con la creatividad, desde la ideación hasta la resolución de problemas complejos y la innovación; así como otros tres grupos relacionados con las emociones y el trabajo en equipo. En resumen, las habilidades emocionales y creativas son fundamentales para el bienestar y la evolución de la sociedad. 

Y dando un paso más, gracias a las investigaciones realizadas por la Universidad de Yale y la Fundación Botín –(Ivcevic, Zorana; Hoffmann, Jessica; Brackett, Marc; Fundación Botín. ‘Artes, emociones y creatividad’. En: ‘Artes y emociones que potencian la creatividad: informe Fundación Botín 2014’ (Santander: Fundación Botín, 2014)–, sabemos que las emociones y la creatividad están conectadas.

Portada de ‘Entornos Museográficos’ | MAKMA ISSUE #08, diseñada por José Antonio Campoy.

Son de hecho las emociones las que nos ponen en marcha para crear o las que nos paralizan; son las que están presentes a lo largo de todas las etapas de cualquier proceso creativo que suponga la resolución de un reto, personal o profesional. Por tanto, una buena gestión emocional será de gran ayuda a la hora de conseguir el mejor resultado posible en un proceso creativo. 

Cualquiera que haya asistido a un concierto, visto una película, disfrutado de una exposición o leído un buen libro, entre muchas otras opciones, sabe que las artes producen bienestar físico, psicológico y social; activan los sentidos, ayudan a conocernos y entendernos mejor; desarrollan la imaginación y la empatía; mejoran las habilidades sociales, fomentan la reflexión y el pensamiento crítico… y, sobre todo y por encima de todo, nos emocionan. Por tanto, tienen un gran potencial para ayudarnos a identificar y aprender a gestionar nuestras emociones, que nos ayudarán a activar y desarrollar la creatividad.   

Por todo ello, el trinomio artes, emociones y creatividad es el que mejor define precisamente el trabajo del Centro Botín, un centro de arte internacional cuya misión social es potenciar la creatividad de las personas para que mejoren su vida, su entorno y el desarrollo de su profesión. 

Shilpa Gupta. Centro Botín.
‘Yo también vivo bajo tu cielo’, de Shilpa Gupta, en Centro Botín. Foto: Belén de Benito.

Pensamos que todos los centros de arte deberían buscar su propia misión social, definirla con detalle, implementarla y medirla, para conocer el impacto social que pueden generar las artes. En nuestro caso, hemos investigado durante los últimos doce años la capacidad que tienen las artes visuales, la danza, el teatro, la literatura, el cine y/o la música para mejorar la inteligencia emocional y dirigirla, de forma específica, a desarrollar actitudes y habilidades que despierten la creatividad para aplicarla a la vida cotidiana [‘Artes y emociones que potencian la creatividad: Informe Fundación Botín 2014 (Santander: Fundación Botín, 2014)].

Las experiencias, actividades, talleres y cursos diseñados junto al Centro de Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale para desarrollar la creatividad de niños, familias, adolescentes y adultos a través de las artes, cuyo impacto ha sido medido tanto por Yale como por la Fundación IE, han demostrado que esta teoría funciona con resultados muy satisfactorios [‘Artes, emociones y creatividad: investigación, aplicación y resultados: Informe Fundación Botín 2022’ (Santander: Centro Botín, 2022)].

Zorana Ivcevic y Jessica Hoffmann han descrito cómo, tras participar en estos cursos, adolescentes y adultos experimentaron un cambio en su actitud y su forma de pensar respecto a la creatividad y la inteligencia emocional; y tanto niños [Hoffmann, J. D., Ivcevic, Z., & Maliakkal, N. (2020). ‘Teaching creativity and emotion skills through the arts: A course for children. Empirical Studies in the Arts’] como adultos [Hoffmann, J. D., Ivcevic, Z., & Maliakkal, N. (2018). ‘Creative thinking strategies for life: A course for professional adults using art. Journal of Creative Behavior’] mostraron una mayor frecuencia de comportamientos creativos, así como una mejora significativa en la generación de respuestas originales en tareas creativas, entre otros.

En la investigación de la Fundación IE, Gabaldón y Zimmermann concluyen que el Centro Botín permite a sus visitantes cambiar su punto de vista sobre la realidad y modificar aspectos de su vida personal y profesional [Gabaldón, Patricia; Zimmermann, Laura. ‘El Centro Botín: su influencia en la creatividad y en el cambio social’. En: ‘Artes, emociones y creatividad: investigación, aplicación y resultados: Informe Fundación Botín 2022’ (Santander: Centro Botín, 2022)].

Además, el impacto en la creatividad de los visitantes es mayor cuantas más veces lo visitan, siendo este un ejemplo de cómo los centros de arte pueden ser un vehículo de transmisión cultural y de transformación personal. 

Por último, nos planteamos la posibilidad de que la actividad de un centro de arte pudiera llegar a influir en el desarrollo de la creatividad de una región en su conjunto, a través del desarrollo creativo de cada uno de los individuos que la componen. Para analizarlo, creamos en colaboración con la IE University un nuevo modelo de medición y un nuevo ‘Indicador de Creatividad de Cantabria’ [Gabaldón, Patricia. ‘Indicador de creatividad de Cantabria: ¿cuál es la importancia del sector creativo en la región?’. En:’ Artes, emociones y creatividad: investigación, aplicación y resultados: Informe Fundación Botín 2022′ (Santander: Centro Botín, 2022)], que nos permite conocer la situación del sector creativo en nuestra región en el momento actual y su evolución reciente, así como realizar mediciones futuras a medio y largo plazo para dar seguimiento al cumplimiento de nuestra misión social.   

Estas iniciativas tienen como objetivo, entre otros, demostrar la función social que pueden tener los centros de arte y, en concreto, demostrar la capacidad de las artes para desarrollar la creatividad necesaria para afrontar mejor los problemas y retos cotidianos que nos plantea un contexto de incertidumbre y cambio constante. La creatividad es una actitud, una mirada y un proceso; y las tres cosas están plagadas de emociones e influidas por ellas. 

Si queremos despertar nuestra creatividad, en lugar de bloquearla, necesitamos saber cómo gestionar todas esas emociones que nos afectan y que pueden paralizarnos o activarnos. Las artes nos provocan emociones afectando la forma en que miramos al mundo; esas emociones provocadas por el arte, la música, la literatura, etc., gestionadas de forma adecuada, nos pueden ayudar a desbloquear y potenciar nuestra creatividad.

Los centros de arte tenemos en nuestras manos una gran responsabilidad en el siglo XXI: la de mostrar el gran potencial que tienen las artes para generar bienestar físico, mental y social, abriendo nuestras puertas a todos los públicos y generando programas accesibles que generen desarrollo e impacto social.

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