La ciudad paseada, de Ángela García
Sala d’Exposicions de la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura. Universitat Politècnica de València
Campus de Vera. Camino de Vera, s/n. València
Hasta finales de junio de 2019
Dice que reúne en la exposición “imágenes vivas de hoy mismo, imágenes digitales de este tiempo nuestro de alternancias de espacios oscuros y bonito tecnicolor”. Y Ángela García lo hace a través de 20 paneles de dos metros y medio de alto por uno de ancho dispuestos a modo de laberinto callejero, de forma que el espectador los recorra como si estuviera caminando por las calles de Valencia, “mi ciudad, aunque pueda ser válido para cualquier otra”. Así es La ciudad paseada, título de la muestra que acoge la Sala de Exposiciones de la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura (ETSA) de la Universitat Politècnica de València.
“Pongo la arquitectura del Renacimiento con la del siglo XXI. Es una crónica de lo antiguo y lo moderno, donde te encuentras fachadas de la Avenida de Francia con estas otras de la Valencia clasicista del siglo XIX o estas otras del Portal de la Valldigna que son casi góticas. De manera que la ciudad te va mandando visiones de diferentes épocas. Es una suma de lenguajes, como un palimpsesto. Y la historia de la ciudad es la historia de nuestra vida, pasando de un siglo a otro con los lenguajes característicos de cada uno de ellos”, explica su autora.
Los paneles recogen toda esa amalgama de imágenes digitales componiendo no una historia, sino cientos de historias de Valencia reunidas a modo de puzle, con cada pieza siendo a su vez trasunto de diversos relatos. “La ciudad es comparable así con un gran collage de imágenes contrarias y similares engarzadas en la misma página y preparadas para mil lecturas, tantas como las miradas que la recorren”, señala García.
Así, puede verse la Iglesia de San Andrés junto a la Ciudad de las Ciencias, creación del controvertido Santiago Calatrava. “Calatrava será valorado cuando pase el tiempo. Eso ha pasado con todas las vanguardias, porque los cambios bruscos visuales cuestan mucho de asimilar; la gente es reacia a que le cambien las cosas de sitio”, apunta quien asimismo se sirve de otros contrastes igualmente definitorios de Valencia. “Hay también grafitis, porque la ciudad está llena y nos mueve visualmente. Como está la arquitectura dibujada y la construida. Los planos, el papel, el material”.
Todo ello realizado con fotografías digitales que luego ha pasado al lienzo, porque, como ella misma subraya, “aquí no hay pintura”. Esas fotografías (“estamos invadidos por ellas”) las ha tomado para contar historias. “Más que historia de la ciudad es un paseo, una crónica, lo que yo veo, lo que fotografiamos por ahí cuando visitamos una ciudad y cogimos el móvil y empezamos a hacer fotos”. “La ciudad sin arquitectura no existe”, añade.
Como no existe sin los manteros o la gente que duerme en la calle, que García acoge en sus paneles: “Es que eso existe, aquí en la calle de Colón, en pleno siglo XXI”. Y como no existe sin los emigrantes, que también figuran en las secuencias cinematográficas que terminan siendo sus paneles. “Son elementos vivos de la ciudad”, dice quien asegura igualmente que la arquitectura “son dibujos antes de ser propiamente arquitectura, y cada panel tiene su historia y su mensaje”. “Las imágenes me van dando el argumento, yo las selecciono y las monto para describir la historia que quiero contar. En la composición también entran cuadros de la historia del arte, porque yo soy pintora”, agrega.
Le interesa, y mucho, el asunto de las imágenes digitales, “porque estamos enganchados al móvil y al Faceboook, todos, hasta las abuelitas para mandar fotos a los nietos”. Ángela García las utiliza a modo de crítica y para contar sus temas. “Cuando tanta información deja de existir porque no la puedes asimilar, entonces te conviertes en un desinformado con la apariencia de informado”. También se mete con el turismo “que lo destroza todo”, aunque reconozca que el viaje es necesario “pero, claro, la avalancha de los cruceros…”.
La ciudad paseada también habla de las utopías soñadas por apasionados arquitectos, aunque luego nos encontremos, como apunta García, con lugares y barrios distópicos también recogidos en sus paneles abigarrados de imágenes: “Mira la realidad cómo es, chabolas de todos los países. La ciudad importante y sus círculos de pobreza. La Finca Roja de Valencia también es un producto mucho más leve de la utopía, construida con un patio central para que los vecinos pudieran relacionarse, aunque nunca se hayan relacionado allí, jamás”.
Ángela García, dentro de la suma de contrastes que atesoran sus 20 paneles, pone la cartografía y la racionalidad junto a elementos que vienen a romperla. “La huerta y los bordes de la ciudad. Una especie de pastiche que se mezcla. Porque en esta ciudad, yo no sé si en las otras, pero primero se pone el monumento y luego urbanizan. La ciudad crece por unas partes y por otras no, es caótica y no caótica, y es todo junto”. De manera que en su “ciudad paseada” no hay una sola ciudad, sino el encuentro de muchas. “Paseamos por la ciudad y no nos damos cuenta de que estamos atravesando 500 años de un edificio a otro”. Para Ángela García esta exposición es toda una experiencia, “porque yo nunca había trabajado así. Yo soy de la textura, el claroscuro, el color, el empaste. Y estoy a la expectativa de ver qué pasa”, concluye.
Salva Torres
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