Guillem Juan Sancho. Serie Unfolded space. Imagen por cortesía del artista

Guillem Juan Sancho. El espacio desdoblado

La representación del espacio aspira a reproducir las sensaciones que se experimentan al vivirlo o al recorrerlo. Es un gran reto y una máxima que la pintura no ha dejado de perseguir, de manera más sofisticada desde que se desarrolló la perspectiva, pese a que el modo de reproducirlo ha ido incorporando herramientas propias de los cambios sociales y tecnológicos de cada momento. Es decir, ha ido mostrando nuestra evolución en la forma de sentir el espacio y las transformaciones de sus usos. La virtualidad y la abstracción, como caminos paralelos y sin claros visos de entrecruzamiento, representan modelos diferentes de afrontar lo espacial. La primera a través de una simulación cada vez más precisa y veraz; la segunda a partir de la plasmación de sensaciones complejas que afrontan el espacio como evasión liberadora y, en muchos casos, se topan contra la imposibilidad de su misión. En la encrucijada, la pintura que reflexiona sobre los modos de representar el espacio y sus sensaciones se plantea como finalidad la adopción y convivencia de dos lenguajes bien diferenciados: la “fidelidad” al referente que ofrece la planimetría y sus diferentes perspectivas, y la pintura en sí misma, que camina sobre una superficie resbaladiza portando un gran peso histórico a sus espaldas.

En el libro de Georges Perec La vida instrucciones de uso (La Vie Mode d’Emploi, 1978), la escalera de un edificio y algunas de sus estancias son descritas a partir de su uso, y su uso es referido a partir de sus habitantes, de los transeúntes ocasionales y de sus vidas contadas en esos espacios y definidas por ellos. La descripción de un lugar por su función es un campo que se abre a la imaginación, pero de manera inevitable, también lo mantiene vinculado al suelo de la racionalidad, como un desdoblamiento. En la serie de pinturas Cartografías del abandono, Guillem Juan Sancho desarrolla dos niveles de representación espacial que conviven en la misma superficie pictórica. La parte principal tiende a mostrar planos arquitectónicos tanto en planta como en perspectiva solapados unos sobre otros, donde la línea se comporta como una estructura de diferentes grosores que encaja y sostiene la composición. Entremedias del enjambre ordenado de líneas, aparecen superficies coloreadas que corresponden a muros exteriores o tabiques interiores de las construcciones proyectadas, así como vanos o huecos de comunicación.

La parte inferior, como un contrapunto sintético, está pintada de manera abstracta. Los colores empleados y las formas resultantes en ocasiones parecen mostrar una continuación de lo proyectado en la parte superior, como un reflejo que concentrara sus volúmenes y los tradujera pictóricamente. En otros casos, la separación entre planos es cortante y aunque pudiera igualmente entreverse un reflejo, más bien parece indicar una dualidad de la actitud pictórica que se quiere hacer convivir.

Por otro lado, el título de esta serie de pinturas en proceso también implica una doble pretensión. Las cartografías responden al “arte de trazar mapas geográficos”, cuya definición se emplea de igual forma cuando el territorio a cartografiar es geopolítico. La segunda intención del título “del abandono” aporta una mirada poética al anterior, más técnico, y lo entronca con el tiempo, la memoria y, más específicamente, con el olvido. Estas dos partes inseparables del título quedan vinculadas de igual manera a las dos propias de los cuadros. La cartografía puede con facilidad relacionarse, en esta serie, con la nube de planos que dominan la zona principal de los cuadros, mientras que la referencia al abandono puede verse en la parte inferior, la base, realizada con gestos y pinceladas que insinúan un territorio devastado o repleto de escombros. La relación que se establece entre la zona superior y la inferior puede ser tanto una regeneración que sale de la parte inferior para tomar forma en las alturas; como una caída de lo que, como castillos en el aire, flota sobre la línea de tierra y acaba finalmente derrumbándose. En cualquiera de ambas posibilidades, se establece una relación vehicular entre las dos zonas que las vincula y complementa.

Al margen de las pinturas, Guillem Juan Sancho realiza fotografías de espacios abandonados que alguna vez tuvieron una función. El abandono que se muestra en las imágenes es más palpable y literal, y la vinculación del espacio con su uso se rompe o se suspende. El espacio desdoblado de los lienzos media entre la forma física de los lugares proyectados y el resto del aire que esos espacios aún emanan. La pintura permite aquí una ocupación real dentro del desdoblamiento: una función y un uso de la pintura que le hacen mantener su esencia, pero que le empujan a ser algo más.

Álvaro de los Ángeles

Guillem Juan Sancho