Chema García Ibarra

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Entrevista con el cineasta Chema García Ibarra

Chema García Ibarra (Elche, 1980) rezuma en los palpitantes predios de la actualidad cinéfila fruto de dos bienvenidos acontecimientos: acaba de concluir el rodaje de su primera incursión en el largometraje –’Espíritu Sagrado’– y, recientemente, buena parte de su heterodoxa y sugestiva filmografía se encuentra disponible en Filmin.

Un laureado cineasta que, desde ‘El ataque de los robots de Nebulosa-5‘ (2008), ha institudo un inconfudible modo integrar sus inquietudes en torno de la ciencia ficción en el cosmos de lo radicalmente consuetudinario, hasta reconvertir la naturaleza semántica y estética del género en una hacienda costumbrista con voluntades tan profanas como delirantes.

Androides hipotéticos que habitan fuera de campo, cuitas anacrónicas y protopartículas, enigmas ascéticos, costureras y neonazis, coming-of-age en descampados ilicitanos, ufólogos de barrio y primos omniperesentes que se llaman, como un fetiche de los ‘Uranes‘, José Manuel Ibarra.

Un individuo, Chema García Ibarra, sospechoso de atesorar un lúcido discurso que exhortar a la exudación entre aforismos y proverbios.

‘Espíritu Sagrado’ (2021), de Chema García Ibarra.

La fantasía trata de aquello que la opinión general considera imposible; la ciencia ficción trata de aquello que la opinión general considera posible bajo determinadas circunstancias” (Philip K. Dick).

Y por eso, dice K. Dick en el artículo del que están extraídas estas líneas, una misma obra puede ser percibida como ‘Fantasía’ o ‘Ciencia ficción’, según la creencia subjetiva por parte del lector sobre lo que considera posible o no.

Por lo tanto, K. Dick considera «imposible» la separación entre fantasía y ciencia ficción. Bueno, ok. Por mi parte, mi interés por la literatura de ciencia ficción es total y mi interés por la literatura de «fantasía» es escaso.

En mis películas, que llamo un poco socarronamente «Ciencia Ficción Doméstica», uso la ciencia ficción como contraste con lo más naturalista y anodino. Ciencia ficción en un barrio de Elche o en el comedor de uno que curra en una fábrica de zapatos, lo que, supongo, la acerca más a lo de ser «posible bajo determinadas circunstancias».

Para mi mente matemática, los extraterrestres son algo perfectamente racional. El verdadero desafío es imaginar cómo serán exactamente” (Stephen Hawking).

En mis películas hay contactos con extraterrestres a un nivel «noosférico»: rayos cósmicos telepáticos, mensajes que se reciben, etc. Nunca a un nivel físico. El misterio de los extraterrestres va a estar eternamente con nosotros: sabemos que existen a nivel teórico, pero nunca los veremos. Ellos estarán igual, los pobres. La distancia que nos separa de otros mundos habitados equivale en su recorrido a la de todo el viaje evolutivo de una especie.

Es una idea clásica de la ciencia ficción, una de mis favoritas: una especie emprende un viaje hacia otro mundo y tarda millones de años en llegar, de forma que a bordo de la nave se produce una evolución hacia una especie distinta que borra por completo el objetivo del viaje y el propio hecho de estar viajando: la nueva especie considerará que su hábitat natural es la nave (recomiendo leer ‘Aniara‘, de Harry Martinson).

Chema García Ibarra
‘Uranes’ (2013), de Chema García Ibarra.

Mis películas están concebidas para que el espectador se vea en ellas, para que reflejen el mundo. Si el espectador no niega este mundo, se verá reflejado en ellas de una u otra manera. Y por eso son provocadoras» (Ulrich Seidl).

Que una obra sea provocadora lo puede afirmar cualquier persona menos una: el autor.

Fue muy importante para mí ver ‘Fun Without limits‘, de Seidl (en mi opinión, su mejor película): un documental sobre una persona que tiene el récord mundial de asistencia a parques temáticos. Me gusta más en los documentales que en la ficción, precisamente por ese reflejo del mundo (casi literalmente, porque rueda como si la cámara fuera un espejo que ocupa toda la pared).

El tono que yo busco, tanto en los anuncios como en mis películas, solo puede entenderse desde el plano largo. Creo que está relacionado con el ‘efecto distanciamiento’ de Brecht” (Roy Andersson).

La última película de Roy Andersson [‘Sobre lo infinito‘ (2019)] es extraordinaria: usa sus trucos de siempre, pero en lugar de ir hacia los excesivo, va hacia la contención: un plano muy amplio, largo, supergeneral, para mostrar a un hombre al que se le ha averiado el coche: nada más; ni cruza la escena un ejército ni hay un bombardeo. Solo un tipo que intenta arrancar un coche. Esa «magnificación de lo minúsculo» me pareció fantástica.

Los barrios marginales bien pueden ser criaderos de la delincuencia, pero los suburbios de clase media son incubadoras de apatía y delirio” (Cyril Connolly).

(Me hace gracia que en España asociemos el concepto suburbio a un barrio degradado y en los países anglosajones llamen suburb a los barrios residenciales medio burgueses). Ya se ha visto que los barrios ricos son incubadoras de ultraderecha, que me parece mucho peor que lo otro. No conozco al autor de la cita, he buscado su biografía y resulta que vivía en una casa con varios lemures (?). Supongo que en algún suburbio de clase media incubó ese delirio.

Las imperfecciones, las distorsiones del gusto, incluso la fealdad, tienen su parte en el efecto de choque” (Aki Kaurismäki).

Que en tantas películas todo el mundo sea bello, joven y sano, me perturba. Eso sí que es ciencia ficción. Me interesan los rasgos reales, los acentos marcados, la ropa amontonada en el mercadillo con cartel «2 prendas x 1 euro», los edificios de bloques de hormigón, las calles con coches feuchos aparcados, las oficinas bajoneras y el Levante español.

Los [actores] no profesionales dan verosimilitud a la historia. Muchas veces no interpretan ningún papel porque hacen de sí mismos” (Arantxa Echevarría).

«Hacer de uno mismo», ojo, implica muchas cosas: principalmente, implica la creación de la película, desde cero, junto al actor. Cuando la película ya está planteada antes del casting, lo que intento es que la persona aporte al personaje su lenguaje, sus gestos, su acento, su forma de vestir, etc., pero no sustituir al personaje por la persona. Hacer de uno mismo, pero siendo otra persona, mezclar realidad y ficción. Muchas veces los personajes de mis películas y las personas que las interpretan (todos no profesionales) tienen personalidades totalmente distintas.

Lo absurdo nace de esa confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo (…) Lo irracional, la nostalgia humana y lo absurdo que surge de su cara a cara, he aquí los tres personajes del drama que debe terminar necesariamente con toda la lógica que es capaz una existencia” (Albert Camus, ‘El mito de Sísifo’).

Agradezco la opinión de Albert Camus. Hace un par de años me enteré de que Albert Camus era pareja de la actriz María Casares. Leí la autobiografía de Casares para ver qué contaba de su experiencia con [Robert] Bresson (protagonizó ‘Las damas del bosque de Bolonia‘) y resultó ser media línea en la que se quejaba de que la hacía repetir muchas tomas. De Camus, claro, hablaba mucho más.