Enrique Asensi

#MAKMAArte
‘Piedra, dice’, de Enrique Asensi
Texto de la exposición: Alfonso de la Torre
Galería Ana Serratosa
Pascual y Genís 19 ático, València

Piedra, dice’. He ahí el título de la exposición de Enrique Asensi que acoge la Galería Ana Serratosa. Esa coma entre la piedra y lo que dice ya es una declaración de intenciones por parte del artista, dejando, de esa forma literaria y sin duda poética, que sea la piedra quien lleve la iniciativa; la que, en definitiva, lleve la voz cantante.

Enrique Asensi se limita –y entiéndase esta limitación como un gesto de profunda admiración hacia la piedra– a escuchar el latido de la roca, su carácter inmemorial. De esta forma, el artista se pone en contacto con un tiempo remoto, aquel que precede a nuestra existencia y continúa fluyendo después de nuestra desaparición.

En el fondo, lo que hace Asensi con sus esculturas es escarbar en el interior de la materia, con el fin de que emerja la propia materia de los sueños de que está hecha la psique humana. Es decir, se interroga por todo aquello que, anterior a nuestra conciencia, constituye el misterio de la vida, conformado a partes iguales por el más primigenio y cálido abrazo, y su no menos abrasadora fantasía de comunión telúrica.

Vista de la exposición ‘Piedra, dice’, de Enrique Asensi, en la galería Ana Serratosa. Imagen cortesía de la galería.

Empecemos por el título: ‘Piedra, dice’.

‘Piedra, dice’ –con esa coma en medio– porque es lo que pasa en mi obra: que es la piedra la que habla y luego yo tengo que entenderla; de manera que no es que yo la llene de significado, sino que es ella la que se ofrece para que yo descifre su significado.

Me recuerda, en este sentido, lo que apuntó Miguel Ángel: “Vi un ángel dentro del mármol y escarbé hasta liberarlo”.

Sí, algo de eso hay, porque en mi vida cotidiana yo siempre estoy guiado por la voz de mi conciencia que te ayuda a tomar decisiones claras, pero cuando entro en el mundo del arte, en mi taller, donde tengo mis piedras, algo cambia en mi forma de actuar: ya no impera la actitud racional, sino que se transforma en algo más profundo e intuitivo.

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¿Por qué le atraen tanto las piedras?

Pues proviene de mis paseos por las canteras. Yo he vivido en Alemania, de donde es mi mujer, y allí había unas canteras fantásticas con piedra dolomita, que está presente en la exposición. En esos paseos, yo veo piedras que me llaman, nunca mejor dicho, y entonces las compro y me las llevo, sin saber en principio lo que voy a hacer con ellas, porque no trabajo de manera premeditada.

De manera que son las piedras las que le llaman; las que se imponen, diríamos, al margen de su voluntad.

Sí, me ha pasado que, a veces, iba a la cantera para pedir una piedra determinada, que tenía yo en mente, y, de repente, veo otra mejor y me la llevo. Es lo que llaman serendipia [hallazgo que se produce de manera accidental]. Busco piedras que estén ya con los óxidos dentro de sí, con una costra que le da ese carácter pictórico a mi obra, de manera que las trabajo lo menos posible.

En la exposición ‘Piedra, dice’, hay una muestra bidimensional de pared, pero yo en mi casa tengo unos terrenos con esculturas al aire libre de otros tamaños, aunque sean igualmente bidimensionales, como lo son todas mis esculturas. La tercera dimensión me ata demasiado a la realidad y yo busco ir más allá de ella.

Vista de la exposición ‘Piedra, dice’, de Enrique Asensi, en la galería Ana Serratosa. Imagen cortesía de la galería.

El escritor José Saramago señaló que las piedras tienen una larga vida, porque no hemos asistido a su nacimiento y no asistiremos a su muerte. Yo veo, en esta frase, ecos de su obra.

Los canteros de granito dicen: “Esta piedra es eterna”. Lo que yo pretendo con mi trabajo es precisamente eso, que sea atemporal y válida en todos los tiempos.

Usted trabaja pacientemente cada piedra. ¿Estamos perdiendo esa paciencia, esa lentitud de las cosas?

Yo creo que sí se está perdiendo. Hoy se busca más la espectacularidad, hacer grandes tamaños con materiales baratos o llamativos y realizados a prisa, cuando el tallar es algo meditativo, repetitivo, teniendo una respuesta de la piedra.

“Lo que hay de energía en la piedra es la única verdad que puedo entender”, ha llegado a decir usted. ¿Por qué?

Bueno, pienso que la única verdad que hay en el universo es la energía. La primera ley de la termodinámica dice que la energía no se destruye, solo se transforma. Todo lo que vemos, todo lo que somos, todo lo que está ahí, es una transformación de la energía en lo que en ese momento se está anunciando, dándose a conocer.

Y esa es, para mí, la esencia de todas cosas. Mi obra, de hecho, se nutre de imágenes que son primigenias, instintivas, dinámicas y que surgen, digámoslo así, solas durante el proceso creativo. Al salir de esta fuente inconsciente, las obras resuenan en el espectador produciéndole un placer de estético difícil de explicar.

También ha dicho en alguna otra ocasión que no le guía ninguna lógica.

Sí, de hecho, yo mismo tardo mucho tiempo en interpretar mi propia obra.

Sus piedras verticales se erigen, a mi modo de ver, como tótems, en tanto aquello que es venerado al tiempo que resulta inquietante.

Sí, algo de eso hay. Es lo que Carl Gustav Jung llamaba la sombra; esa sombra que todos llevamos, que la entendemos y al mismo tiempo la desconocemos.

Enrique Asensi, junto a dos de sus esculturas con cortes verticales. Foto: Monika Asensi.

Y esos cortes verticales en algunas de sus esculturas, ¿a qué obedecen?

Es un concepto que poseen mis esculturas, creo yo, y que consiste en buscar la trascendencia, es decir, ir más allá de lo perceptible. Hay una frase de Santo Tomás de Aquino que me encanta, relacionado con los neoplatónicos: “Trascendieron todos los cuerpos buscando a Dios”.

De ahí que yo coja un bloque de piedra y le haga una abertura para que el espectador vaya más allá del propio bloque, lo trascienda, de manera que vaya más allá de la realidad con la que te topas. También uso el concepto contrario, el de inmanencia, lo que está encerrado en sí mismo, en tu propio interior. Aunque ambas cosas no sean contrarias, sino que se complementan.

En su obra también se da un diálogo entre la pintura y la escultura.

Hubo alguien que, en su momento, hablando de mi obra, me llamó el escultor pintor; que esculpía cuadros. Solo la forma de colocarlas en la pared ya te inclina a pensar que se trata de pintura. Diríamos que son pinturas esculpidas. La pintura utiliza el color de forma muy premeditada, mientras que yo lo que busco mediante esos trabajos en la pared es una claridad, una proporción, una belleza que sea imperturbable.

El político e inventor estadounidense Benjamin Franklin decía que hay tres cosas extremadamente duras: el diamante, el acero y conocerse a uno mismo.

Esto último es, sin duda, lo más duro y lo más difícil [risas]. En todo caso, yo en mi obra busco un diálogo que manifiesta esa tensión entre dos cosas que son diferentes, pero que van las dos hacia el mismo camino, y que puede resumirse en la expresión: el todo es más que la suma de las partes. De manera que las partes se suman para expresar más aún de lo que son ellas por separado.

Enrique Asensi
Enrique Asensi, junto a algunas de sus obras. Foto: Monika Asensi.