Elena Francis

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Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer
Sala de la Torre
Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM)
Quevedo 10, València
Desde el 7 de julio de 2022

“¿Qué hago, señora Francis?”, solían terminar angustiadas sus cartas cientos de mujeres que solicitaban ayuda a la famosa Elena Francis, quien enseguida arrancaba su Consultorio radiofónico con un “querida amiga” que daba pie a una larga respuesta caracterizada por una férrea moral. El programa se empezó a emitir en 1947 desde Radio Barcelona y terminó en 1984, ya en plena democracia escuchando los estertores de una locutora que se descubrió falsa. Jamás existió la tal Elena Francis, aunque sí su voz autorizada y autoritaria.

El MuVIM revive su figura, para subrayar el fondo manipulador de aquella locutora inexistente a la que fueron, sin embargo, poniendo voz distintas presentadoras, siendo Maruja Fernández la más popular y la última en hacerlo. La exposición ‘Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer’ recoge, a través de una serie de paneles, algunas de las respuestas a las cartas desesperadas de sus radioyentes, mayoritariamente femeninas.

Vista de la exposición ‘Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer’, en la Sala de la Torre del MuVIM.

Con encabezamientos como ‘Mucha resignación, querida’, ‘Cuando es la mujer la que pierde el timón’, ‘El destino de las mujeres es el de ser madres’ o ‘Si usted tiene técnica y paciencia su esposo volverá a su lado’, Elena Francis iba desgranando sus consejos, en su mayoría concebidos para contener las dudas que amenazaban con disolver el matrimonio: “Usted por encima de todo, hasta por encima del cuidado de la casa, se debe a su marido”.

Además de ese carácter aleccionador -asociado al régimen franquista-, el Consultorio -dado que nació patrocinado por la empresa de cosmética Instituto y Laboratorios de Belleza Francis, regentado por José Frade y Francisca Bes Calvet- también promovía el cuidado y la belleza femenina ofreciendo sus nada desinteresados productos para combatir las arrugas o realzar el encanto de la mujer.

Detalle de uno de los paneles expositivos de la muestra ‘Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer’, en el MuVIM.

El periodista Juan Soto Viñolo fue quien reconoció, pasados los años, que era él quien se encargaba de redactar las respuestas de la inexistente Francis, inventándose en ocasiones hasta las cartas recibidas, subiéndolas de tono para incrementar la audiencia. Y así, entre marketing, falsa identidad y unos contenidos afines a la ideología dominante en aquellos momentos, el Consultorio de Elena Francis resulta un excelente documento radiofónico para investigar los albores de la manipulación comunicativa, así como para explorar, a través de las cartas silenciadas -descubiertas hace 16 años-, los problemas que acuciaban a miles de mujeres.

El programa radiofónico, que tenía como sintonía de arranque el melancólico tema ‘Indian Summer’ de Víctor Herbert, tiene, por tanto, una parte visible y otra oculta. De la visible se hace cargo el MuVIM, poniendo el énfasis en la obvia denuncia de unos discursos por parte de Elena Francis a todas luces sombríos, en tanto cargados de una férrea moral con la que aprisionar los deseos de la mujer.

La actriz Rita Hayworth, en una de las imágenes incluidas en la exposición ‘Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer’, en el MuVIM.

De la oculta, en forma precisamente de esos deseos irreprimibles que miles de radioyentes femeninas manifestaban y que eran pasto del silencio, se vienen ocupando determinadas publicaciones como ‘Las cartas de Elena Francis’, del catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona Armand Balsebre y la periodista Rosario Fontova, o ‘La huella de una carta’, de la escritora Rosario Raro.

Si el poder, como señaló el novelista y político francés André Malraux, se define por la posibilidad de abusar de él, no cabe duda que el Consultorio de Elena Francis ostentó cierto poder durante 37 años. Lo hizo proclamando un discurso de sumisión de la mujer al propio poder radiofónico, sustentado a su vez en el poder de la ideología dominante, en torno al cual gira la exposición del MuVIM.

Sin embargo, al tiempo que la autoridad de Elena Francis se basaba en el autoritarismo con el que se silenciaban aquellas cartas que venían a levantar ampollas, por hurgar en los abusos del mismo poder, no es menos cierto que su fragilidad consiste en la presión -por muy contenida que estuviera- de tantas mujeres acicateadas por el empuje de lo que las conmovía a rebelarse por dentro.

Imagen publicitaria incluida en la exposición ‘Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer’, en el MuVIM.

‘Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer’ da por hecho esa subordinación, sin duda planeada por quienes ostentaban el poder que les daba la radio, pero olvida la capacidad de resistencia de quienes escuchaban el Consultorio como láudano, a la espera de que cuanto bullía en su interior -incapaz de ser domeñado- encontrara las condiciones para desarrollarse.

Con respecto al sexo, que en la exposición aparece ilustrado a través de la publicidad y ciertos iconos cinematográficos, recordar lo que decía Oscar Wilde: “Todo en la vida es sexo, menos el sexo: el sexo es poder”. Lo cual daría pie a otro hilo narrativo en torno a la sexualidad femenina como objeto del poder y no como el poder, por antonomasia, del propio cuerpo femenino. Elena Francis, en el fondo, fue un producto de marketing, una falsa locutora encargada de domeñar lo que de ingobernable hay en la mujer. Algunas aceptaron sus reglas, pero otras -he ahí su silencio ahora revelado- las cuestionaron a través de sus escritos más desesperados.

Elena Francis
Cartel de la exposición ‘Elena Francis. Franquismo y subordinación de la mujer’, en el MuVIM.